Cosquín abrió con el amor de Abel

Veinte años de complicidad
domingo, 21 de enero de 2018 · 11:34

Cosquín (Especial de Pao De Senzi) .- “Caminar juntos”, dijo el cura párroco de Cosquín al comenzar la primera luna cerca de las diez de la noche, mientras enormes banderas con guardas coscoínas se extendían por la platea. La lluvia que regó la ciudad por la mañana, apurando el desfile de agrupaciones tradicionalistas, apaciguó su intensidad, luego despejó las nubes y dejó ver las estrellas. La plaza, ya casi completa, entonó el himno junto a las voces de los Opus Cuatro y levantó la mirada hacia el cielo cuando los fuegos artificiales lo iluminaron, esta vez sin estruendos, en una nueva apuesta de la comisión. “Éste es el antiguo faro de la comarca”, dijo Claudio Juárez, de riguroso negro y poncho coscoíno al hombro. Una nueva edición del Festival de Folklore había comenzado.

Las cuadras aledañas a la Plaza lucían atiborradas de gente. En los locales de comida, filas de hasta 100 metros visibilizaban a la multitud, que en otra buena parte deambulaba por la avenida San Martin, convertida para los días del festival en peatonal. Adentro, sonaban los acordes del Himno a Cosquin y el Ballet Camin, con dirección de Cristian Rodríguez irrumpió en escena. Representaron el cuadro Serranías con la voz de la intérprete Lorena Porino cantando en vivo La Jota del Nuevo Amor.

Detrás del escenario, Juan Carlos Baglietto y Jairo se preparaban para abrir una noche para todos los gustos. Los temas Cuando e Hispano -del santafesinoJorge Fandermole- abrieron el juego para el rosarino y el cordobés, como se nombran ellos mismos. Hubo guiños a los clásicos, como Falú y Dávalos en Tonada del viejo amor, Piedra y Camino de Yupanqui y Palabras para julia de Goytisolo, una versión que resonó en el silencio de una plaza que hasta el momento, parecía fría. Con El Témpano llegó la primera explosión en la gente. Una versión renovada de Antiguo dueño de las flechas, también de Yupanqui fue el bis y el cierre.

Cuatro voces fueron las encargadas de cubrir los siguientes minutos de la primera luna; 50 años separan a Opus Cuatro de aquella primera vez en Cosquín y la celebración llegó con invitados: Peteco los acompañó en El Puente Carretero, siguieron con Oración del remanso, Chayita del vidalero y Todo cambia, clásicos del repertorio del cuarteto, que invitó a sus miembros originales a acompañarlos; Alberto Hassan, Lino Bugallo y Aníbal Bresco. Alfonsina y el mar, canción fetiche, puso el broche de oro a la emotiva actuación

Llegaría el turno de Chechelos, -Mauro Sarachian y Ramiro Zárate Gigli-, ganadores del premio revelación, que recorren el cancionero folklórico a través de un dúo de chelos, intercalando voces e invitados -en este caso, con el catamarqueño Diego Marioni en percusión-. El Cosechelo (versión personal del tema de Ramón Ayala), Km 11 y La Juguetona, sonaron junto a dos nuevas composiciones del dúo: El juglar chuncano y Un Mensaje en el viento. La ganadora del pre Cosquin en el rubro solista femenina. Ailén Sandoval, de la provincia de Buenos Aires, dejó la mejor de las impresiones. Cantó Vidala de las Estrellas, Recuerdos de Ypacaraí, Chayita del vidalero y El Tímido, de Raúl Carnota.

La nueva formación con la que Peteco Carabajal (junto a Homero y Martína Ulrich) recorre los festivales es una apuesta interesante y la vez, riesgosa. Todas son obras originales, en su mayoría de padre e hijo. Jesús y Thiago Saaveda, Saavedra, hijos de Juan Saavedra se sumaron con la danza en los temas Las Gracias al vacío, Chacarera del tiempo, El amor como bandera (nombre del primer disco del trío) Tropeles, Soy de los Lagos, y Bautismo de Manantial fueron las canciones que –como dijo Peteco ni bien bajó del escenario– en un tiempo todos estarán cantando y bailando. Para el cierre, una licencia: tres clásicos para que el bailarín Juan Saavedra y su familia desplegaran la danza al frente del escenario: Violín de antes, “Puente carretero y Entre a mi pago sin Golpear.

Minutos antes de la una y media, Abel Pintos irrumpió en escena. Pantalón negro, chaqueta blanca, botas al tono y lentes oscuros, cantó Fuego en Animaná, de César Isella, y la plaza lo celebró con una ovación. Pintos recorrió toda su carrera en tres bloques: en el primero sus comienzos (La flor azul, Para cantar he nacido, Ojos de Cielo), luego su parte melódica (Alcaltraz, Luna llena, Tu voz), y finalmente, su presente musical con Pájaro Cantor, Aquí te espero y Cómo te extraño, entre otras canciones.

Casi una hora y cuarto después, se apagaron las luces en el escenario Atahualpa Yupanqui y la multitud emprendió la retirada. Algunos, enfilaron para las peñas, otros hacia la ruta, todos satisfechos luego de vivir la primera de nueve lunas que según dicen, serán inolvidables.

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