Memoria de Franco: Un golpe moral para la Iglesia

sábado, 27 de octubre de 2018 · 09:21

                    Memoria de Franco: Un golpe moral para la Iglesia

 

Por  Vidal Mario

(Escritor y periodista)

 

El Parlamento Europeo condenó el régimen y el legado de Franco y pidió a las autoridades españolas eliminar “todos los símbolos o monumentos que exalten el levantamiento militar, la guerra civil y su dictadura”.

Lo que se pidió específicamente fue la ilegalización de la Fundación Francisco Franco, fundada en 1976 para fomentar la memoria del dictador.

Esto supone un golpe también para la memoria de la Iglesia católica debido a la santa alianza que tuvo esta rama del cristianismo con el sanguinario dictador.

 

1936: nace la hermandad

 

Dicha alianza quedó constituida en 1936 con el alzamiento militar de Franco. El golpe de éste al principio sólo tenía motivos políticos, pero pronto se volvió “guerra santa” y cruzada de defensa del catolicismo.

En plena guerra, el arzobispo de Toledo y primado de España, Isidro Gomá y Tomás, dijo que Franco era un “instrumento de los planes de Dios sobre la tierra”.

Se escuchaban también declaraciones eclesiásticas como ésta: “Benditos sean los cañones si en las brechas que abre florece el Evangelio”.

El 1 de julio de 1937, los obispos españoles publicaron una carta colectiva que declaraba: “No había en España más otro medio que las fuerzas de Franco para reconquistar la justicia, la paz y los bienes que de ellas derivan”.

Obispos de otros países salieron a apoyar ardorosamente a sus pares españoles.

El arzobispo de París, cardenal Verdier, aseguró que la guerra española era “una lucha entre la civilización cristiana y la civilización del ateísmo”.

En Alemania, el cardenal Faulhaber exhortó a sus compatriotas a orar por “las gloriosas tropas que defienden los sacrosantos derechos de Dios”.

 

Hemingway, desconcertado

 

Luego de tres años de atrocidades entre ambos bandos, la guerra civil terminó con la victoria de Franco. Murieron entre 600 a 800 mil españoles, muchos de ellos víctimas de represalias de los vencedores.

En 1938, al escritor Ernest Hemingway le molestó una nota del New York Herald Tribune. Informaba que el cardenal Patrick Joseph Hayes admitía haber orado en Nueva York por la victoria de los franquistas.

Pero más lo desconcertó una foto publicada en la misma página del mismo diario.

Mostraba a militares y eclesiásticos frente a la catedral de Santiago de Compostela saludando el paso de las victoriosas tropas durante un desfile.

Después de ver esto, el autor de “Por quién doblan las campanas” escribió:

“Puedo reconocer al general Aranda y al general Dávila e identificar el tipo de saludo que éstos hacen, que es el saludo del antiguo ejército español. Pero me cuesta identificar el saludo del obispo de Lugo, el del arzobispo de Santiago, el del canónigo de la ciudad y el del obispo de Madrid”.

“¿No es ése el saludo fascista? –preguntó-, ¿no es acaso el saludo de los nazis y de los fascistas?”.

Efectivamente, así era. Esos eclesiásticos saludaban el paso de las tropas con el brazo extendido, al típico uso de los nazis y de los fascistas.

El Vaticano fue el primero en reconocer al régimen franquista como nuevo gobierno oficial español.

El 20 de mayo de 1939, en la Iglesia de Santa Bárbara de Madrid, Franco entregó la espada de su victoria al ya mencionado cardenal Gomá.

Éste le agradeció “por haberle devuelto a España su Dios, su religión, sus fueros, su ley, su existencia y su influencia atávica en nuestra historia”.

Con un desfile espectacular, el ejército y la Iglesia celebraron juntos la victoria, que fue definida por el Papa como “la deseada victoria católica”.

Pío XII otorgó a Franco nada menos que las Insignias de la Orden de Cristo.

A medida que pasaba el tiempo y como generalmente sucede con esta clase de dictadores, fueron agigantando y endiosando la figura de éste.

Una propaganda alusiva a su figura rezaba: “Dios, acodado en las estrellas, mira sorprendido a este hombre llamado Franco”.

 

Un poder del estado

 

Hasta su muerte en el año 1975, la Iglesia compartió el poder  junto con el ejército y el estado. Los ideólogos de su régimen eran los obispos.

Durante esos 36 años la gente no tenía una opción en cuanto a si quería asistir a misa.

Era obligatorio asistir a misa o sería un problema. No asistir a misa era en contra de la ley de Franco, quien estaba en contra de cualquier cosa que no estuviera exactamente con las leyes de la Iglesia.

Hasta obligó a su gran amigo Perón a casarse porque su concubinato con la denominada Isabelita no estaba bien visto por los obispos.

Por cosas como estas es que el pedido del Parlamento europeo de deslegalizar el funcionamiento de una Fundación que desde hace 35 años cultiva la memoria de Franco es un golpe a la Iglesia católica.

 

 

 

 

  

 

 

 

 

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