En mayo de 1810 empezó la grieta política en la Argentina

En una entrevista concedida a El Diario, el historiador y periodista Vidal Mario afirmó que "en mayo de 1810 comenzó la historia de la grieta política en la Argentina".

En la fotografía, Vidal Mario con Ceferino Reato en la presentación de su último libro, Nuevos Secretos de la Historia. Recordando los hechos de la Semana de Mayo, apuntó que “en materia de grietas, discordias y divisiones políticas no hay nada nuevo bajo el sol argentino”.         

 

“Con la Primera Junta constituida el 25 de mayo de 1810 se inició la historia de la grieta política argentina, que sigue hasta hoy”, afirmó el periodista, escritor e historiador Vidal Mario.

En diálogo con éste medio sobre los hechos de la Semana de Mayo, señaló que la grieta en el seno del primer gobierno patrio fue porque “el derechista Saavedra hablaba de gradualismo y el izquierdista Moreno de revolución total”.

Reveló además otros jugosos datos, entre ellos que “a la Iglesia Católica, comenzando por el Papa, le repugnaba todo cuanto oliera a rebelión emancipadora”.

Con veinte libros publicados, Mario presentó en la pasada edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires su último trabajo, “Nuevos Secretos de la Historia”.

Esta es la síntesis de la entrevista de El Diario de Carlos Paz con el autor chaqueño:

 

¿Qué lecturas hace un historiador como usted, dedicado a revisar la historia, de la Revolución de Mayo?

 

La primera lectura es que no fue un hecho que haya sucedido espontáneamente sino que fue algo que por los vientos políticos, ideológicos y sociales que soplaban en el mundo de entonces maduraba desde hacía unos 35 años. Segundo, que fue el grito inicial de un largo y doloroso proceso de emancipación. Tercero, que con la Primera Junta constituida el 25 de mayo de 1810 se inició la historia de la grieta política argentina, que sigue hasta hoy.

 

¿Cuáles fueron esos vientos ideológicos y sociales?

 

Primeramente,  la revolución norteamericana que terminó independizando a las colonias inglesas el 4 de julio de 1776. Después, la Revolución Francesa del año 1789 con sus declaraciones de los derechos del hombre y del ciudadano que traducidas al español llegaron a estas tierras. Seguidamente, las hazañas de los rechazos de las invasiones inglesas de 1806 y 1807 que dieron lugar a la teoría de “la salvación del pueblo por el pueblo mismo”. Finalmente, la invasión napoleónica que dejó huérfana de autoridad a España porque Napoleón se llevó como prisioneros tanto al rey Carlos IV como a su hijo Fernando.

 

¿Fue la invasión a España la gota que colmó el vaso?

 

Sí, fue el golpe final en materia de antecedentes porque llevó a “la parte principal y más sana del vecindario”, es decir a las elites criollas y españolas del ámbito porteño a empezar a reunirse para debatir qué hacer. Dichos debates dieron lugar a lo que hoy conocemos como la Semana de Mayo.

 

¿Cuál era el tema o cuestión central a discutir?

 

El debate estuvo centrado en un principio denominado de retroversión, según el cual “en caso de faltar autoridad legítima por cualquier motivo el pueblo tiene derecho a darse sus propias autoridades”. Eso se discutió el 22 de mayo en el marco de una acalorada sesión en la que abundaron los insultos y excesos verbales. La discusión de ese día terminó así: por simple mayoría de votos echaron al virrey Cisneros y entregaron el gobierno a una Junta presidida por Cornelio Saavedra e integrada por abogados, sacerdotes, militares y comerciantes criollos y españoles.

 

¿Entonces hubo otra Junta antes de la Primera Junta constituida el 25 de mayo?

 

Si, porque al día siguiente, 23, los vocales y oidores, que eran pro españoles, maniobrando entre gallo y medianoche cambiaron el resultado del voto. Designaron al depuesto virrey Cisneros como presidente de la Junta en lugar de Saavedra. Enfurecidos, la noche del 24 Saavedra y Castelli presentaron sus renuncias y precipitaron los acontecimientos del día 25.

 

¿Qué papel desempeñó la Iglesia en ese proceso?

 

Muchos sacerdotes apoyaban el movimiento emancipador, aquí y en toda América, pero a título personal. Como institución, la Iglesia se oponía férreamente. Desde los tiempos de la conquista el Vaticano era socia política y comercial de España. Esa era la razón por la que, comenzando por el Papa, a la Iglesia Católica le repugnaba todo cuanto oliera a rebelión emancipadora.

 

¿Qué obispos, en Argentina, se opusieron al gobierno patrio?

 

El obispo Lué de Buenos Aires, Orellana de Córdoba y Videla de Salta. Lué murió dos años después en circunstancias no debidamente aclaradas como se diría ahora. Orellana estuvo a punto de ser fusilado en Córdoba, junto con Liniers y otros. Lo salvó su investidura sacerdotal. Videla, en Salta, fue procesado y destituido.

 

¿Es cierto que el 25 de mayo la gente se movilizó en la actual Plaza de Mayo para “saber de qué se trata”?

 

Es cierto. Ese día clave la gente quería saber qué decisión tomarían los que estaban debatiendo dentro del Cabildo. Lo que no es verdad es que French y Berutti anduvieran repartiendo escarapelas celestes y blancas. Repartían cintas rojas y blancas. Las rojas querían decir que correría sangre si no se conformaba un nuevo gobierno; las blancas simbolizaban paz si los votos eran positivos.

 

¿Fue un gobierno auténticamente patrio lo que se constituyó ese día 25 de mayo?

 

Una proclama difundida el 26, firmada entre otros por Saavedra, Belgrano, Castelli, Larrea y Juan José Paso, decía que la Primera Junta iba a “sostener la más constante fidelidad y adhesión a nuestro muy amado Rey y Señor Fernando VII y sus legítimos sucesores a la Corona de España”. Pero no era así, como se comprobó después. La Primera Junta marcó el fin del poder español.

 

¿Cómo comenzó, en esa Primera Junta, la grieta que usted mencionó?

 

El derechista Saavedra hablaba de gradualismoy el izquierdista Moreno hablaba de revolución total. Así que la colisión entre los esos dos dirigentes era inevitable. La ruptura definitiva entre ellos ocurrió el 5 de diciembre de 1810 cuando se festejaba el primer triunfo de las armas patriotas, en Suipacha.

 

¿Por qué esa calificación de Saavedra como conservador y de Moreno como extremista?

 

Porque Saavedra representaba a los moderados de la Primera Junta. Propiciaba el gradualismo, una revolución paso a paso. En cambio, Moreno era el extremista de la Revolución. Se lo tildaba de jacobino, por los jacobinos que implantaron el “Régimen del Terror” en la Revolución Francesa. Incluso, el 30 de agosto de 1810 lanzó un “Plan de Operaciones” donde decía que en una revolución no podía haber lugar “ni para la moderación ni para la tolerancia”. Los fusilamientos de esos tiempos fueron ordenados por Moreno y ejecutados por uno de sus seguidores, Juan José Castelli.

 

¿Se refiere a los fusilamientos de Liniers y otros?

 

Si, Moreno, que siempre fue implacable con los enemigos de la revolución, capturó, condenó y ejecutó al héroe de las invasiones inglesas y ex virrey Santiago de Liniers, entre otros, en Córdoba. Él actuaba conforme a su teoría de que “los cimientos de una nueva república nunca se han cimentado sino con el rigor y el castigo, mezclado con la sangre derramada por todos aquellos miembros que pudieron impedir su progreso”. Obró de acuerdo a ese pensamiento, hasta que para sacarlo del medio lo mandaron en misión diplomática a Inglaterra. Murió durante el viaje, supuestamente envenenado.

 

¿Qué consecuencias políticas tuvo su alejamiento de la Primera Junta?

 

Significó, como le dije, el inicio del primer enfrentamiento político en la historia argentina.

 

¿Podría resumir cómo fue ese inicio?

 

Heridos por la virtual destitución de su jefe, los morenistas armaron la Sociedad Patriótica, una fuerza de choque liderada por French que se reunía en el Café de Marco, que hasta hoy existe en la esquina de las calles Alsina y Bolívar. Los saavedristas contraatacaron con una gran movilización realizada los días 5 y 6 de abril de 1811 donde hoy es la Plaza Once. Participaron de esa movilización grupos denominados Arribeños, Pardos y Morenos, soldados del cuerpo de Patricios y otros manifestantes que vinieron de los barrios de las afueras, traídos por el intendente Tomás Grigera.

 

¿En qué terminó esa movilización saavedrista?

 

Una parte, compuesta por civiles y militares encabezada por el entonces coronel Martín Rodríguez, irrumpió violentamente en la sala del Cabildo donde deliberaba la Primera Junta y pidieron que se eche a los morenistas Nicolás Rodríguez Peña, Hipólito Vieytes, Miguel Azcuénaga y Juan Larrea. También exigieron el destierro de todos los dirigentes de la Sociedad Patriótica, comenzando por French. La Junta fue incapaz de aguantar la presión, expulsó a los cuatro cuestionados y mandó al destierro a otros. Como puede verse, en materia de grietas, discordias y divisiones no hay nada nuevo bajo el sol argentino.

 

¿Cómo le gustaría terminar esta entrevista?

 

Mencionando que en la movilización saavedrista a que hice referencia se dio otro fenómeno hasta entonces inédito: el de los “orilleros”. Gente pobre de los barrios que confluyeron masivamente sobre el centro de la ciudad. Muchos años después a esto se le daría el nombre de populismo, que algunos políticos usarían en otros sucesos trascendentales de la política argentina.


                                        

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