Argentina en el Otoño

viernes, 7 de diciembre de 2018 · 11:17

Once argentinos nos han explicado algo de la esencia del alma argentina cuando el Otoño Cultural Iberoamericano (OCIb) cumple once años. Como estandartes, si consideramos la etimología de esta palabra (del franco stand hard, mantente firme), traían a tres figuras irreemplazables: Jorge Cafrune, Atahualpa Yupanqui y Facundo Cabral. Hijos de los dos primeros, Yamila Cafrune y El Kolla, con Pedro Jorge Solans, el periodista al que Cabral confió el manuscrito del que había de ser su último libro, y el guitarrista y cantor Alberto Muñoz, llenaron de canciones, pero también de vida cálida, tres tardes lluviosas de Huelva en el bello escenario de Las Cocheras del Puerto.

De Cafrune conocíamos su gran labor por el folclore argentino, su oscura muerte a los 41 años en un crimen que la dictadura de Videla pretendió hacer pasar por accidente. También su generosidad, plasmada, por ejemplo, con la presentación en el célebre Festival de Cosquín de una desconocida Mercedes Sosa, contra la opinión de los organizadores (Galopeador contra el viento, les voy a ofrecer el canto de una mujer purísima, dijo). Yamila, una mujer entrañable y abierta, ha sido para nosotros otro descubrimiento. Su voz domina, cautiva y seduce.

Claudio Vegal dio vida a un Cabral plenamente convincente, cuyas canciones surgieron de la voz y la guitarra, tan conjuntadas como si ambas formaran un ente único, de Alberto Muñoz. La escena nos trasladó al verano de 2008 en Carlos Paz, la misma villa donde vivió su exilio Manuel de Falla, donde escuchamos al poeta, juglar, pensador y colaborador de la madre Teresa de Calcuta, que le reclamó cuando fallecieron en accidente su mujer y su hijo, con estas palabras: ¿Dónde vas a poner el amor que te va a sobrar? Facundo Cabral había de morir, también joven, en lo que oficialmente se calificó de asesinato por error, en atentado dirigido a un mafioso.

La sólida presencia de Roberto Kolla Chavero evocó a su padre Atahualpa Yupanqui contando su biografía engarzada en canciones, engranadas a la perfección con la producción propia. Melodías que hablan de la tierra, de la gente y del amor, pero recorridas todas ellas por un viento liberador más allá de la coyuntura política del lugar y el momento. Un público entregado dio fe de que, además de la lengua común, nos unen valores, como el arraigo a las tradiciones afines y, sobre todo, un irrenunciable amor a la libertad.

Agradecemos especialmente a: Jaime Vicente de Nuñez
Nota original: https://www.huelvainformacion.es/opinion/articulos/Argentina-Otono_0_1304269580.html

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