El sueño obrero de Carlos Paz

Una historia que quedó grabada a fuego en el imaginario de los carlospacenses, los días en que Carlos Paz no sólo vivía del turismo y su estacionalidad y tenía su propia producción.
viernes, 14 de septiembre de 2018 · 09:00

Carlos Paz. La vieja fábrica textil de Carlos Paz fue un símbolo del Carlos Paz industrial y obrero que nació a mediados de la década del sesenta y murió con la implementación del neoliberalismo al país, el gigantesco edificio ubicado en el corazón del barrio Miguel Muñoz B alberga historias de trabajo, lucha y sueños colectivos. El desarrollo de la provincia de Córdoba como un polo manufacturero impulsó el nacimiento de una serie de empresas, el intendente socialista Juan García aprobó una ordenanza que eximía del pago de tasas municipales a las industrias que se radicaran en la ciudad y eso derivó en la instalación de al menos seis grandes fábricas que motorizaron la economía local.

Fue el inicio de una historia que quedó grabada a fuego en el imaginario de los carlospacenses, los días en que Carlos Paz no sólo vivía del turismo y su estacionalidad y tenía su propia producción.

La Fábrica Textil Punilla comenzó a funcionar en 1964 por iniciativa de los hermanos Eduardo, Simón y León Ponieman (oriundos de Buenos Aires y dueños de grandes estancias en el sur del país donde criaban a las ovejas que proveían la lana). Se contrataron ingenieros italianos para montar la maquinaria Siemmens que permitiría, con el correr de los años, enviar hilos a varios puntos del país y se levantó el edificio ubicado en Brasil y Uspallata. Miguel García y su esposa Nelly, Lisandro Quinteros, Irineo Boldo, Yolanda Gallardo, Héctor Salgado y Stella Maris López fueron algunos de los trabajadores que pasaron por el predio y aportaron su testimonio para configurar un cuadro de situación, comprender el proceso de deterioro y el cierre de la fábrica.

La dictadura militar devastó la industria nacional y en un intento por seguir aprovechando los beneficios otorgados por la Municipalidad, se decidió cambiar el nombre a Textil Sierras de Córdoba en el año 1978 y comenzó un proceso de reducción de la fábrica que llevó a ir quitando turnos y personal, hasta que cerró sus puertas en 1980 y se trasladaron las máquinas a Trelew.

Durante su época de mayor crecimiento, la Fábrica Textil de Carlos Paz contaba con alrededor de trescientos empleados y nunca detenía su funcionamiento. Se trabajaba en tres turnos de ocho horas y era un motor para el desarrollo de la zona sur de Punilla, ya que muchos de los obreros provenían de localidades vecinas como San Antonio de Arredondo, Tanti, Icho Cruz y Malagueño.

Amanda López comenzó a trabajar cuando tenía 17 años y se desempeñó en la fábrica hasta el año 1978, cuando se cerraron sus puertas. «Había tres turnos, a la mañana era mixto y entraban a las seis y salían a las dos de la tarde. El turno tarde (que también era mixto) era de dos de la tarde a ocho de la noche y el último, donde sólo trabajaban hombres, era de diez de la noche a seis de la mañana. Funcionaba muy bien en aquel entonces y se ganaba muy bien, como decir ahora 40 o 50 mil pesos y cobrábamos por quincena. Teníamos posibilidad de hacer horas extra y todo en regla, marcábamos tarjeta. Fue una época muy buena en mi vida, el pago de una quincena se la daba a mis padres y el resto era para mí. Yo había llegado a Carlos Paz con 16 años, nosotros veníamos de Brinkmann y recuerdo que iba a la mañana al colegio, al Instituto Remedios de Escalada de San Martín, y a la tarde, a la fábrica. Vivíamos en la calle Entre Ríos con mis padres y con mi hermana, comíamos un sandwich de milanesa y nos íbamos hasta la parada de colectivos frente a la Iglesia del Carmen. Mi papá nos llevaba siempre a la fábrica porque era chofer del Serranito»; recordó.

En la fábrica, hacíamos todos los procesos, sacábamos el hilo y lo mandábamos a Buenos Aires y allá hacían las telas. Usábamos motores de diesel para que funcionaran todas las máquinas de hilandería, nos traían los fardos en un camión gigante desde Trelew (Chubut) y nosotros los procesábamos. Lavado, teñido y armado de bobinas de ovillos. Las cargaban en los camiones y se las llevaban y se hacían cosas de gran calidad»; aseguró Amanda, quien tiene 64 años y asegura haber vivido momentos inolvidables en la fábrica. «Tenía compañeros de toda la región, porque venían a trabajar a Carlos Paz por las oportunidades. Atrás de la fábrica vivían los encargados, Adolfo Metch y Alberto García, y había una casa que la ocupaban los dueños cuando venían. Ellos se manejaban con los encargados y nosotros no los veíamos nunca, pero cada 1 de mayo, el dueño compraba una vaquillona (que asaban los compañeros en la fábrica) y comíamos todos juntos. Otra cosa que no me olvidaré fue el temblor de San Juan, se movían las paredes; reveló la mujer.

Como sucedió con muchas empresas y fábricas argentinas, la crisis del país terminó por obligarlas a cerrar sus puertas. «En tres etapas se hizo el cierre, la industria nacional estaba en caída libre y pasó de ser Fábrica Textil a Textil Sierras de Córdoba y en esa época, los dueños eran Ponieman Hermanos (que tenían fábricas en otras partes del país) y fue se cerraron las puertas, fue una pérdida de trabajo muy importante. Muchos compañeros fueron dejando el trabajo porque se trabajaba cada vez menos, yo me quedé hasta el final»; contó Amanda, quien completó: «Después trabajé en la estación Mosconi y me jubilé hace cuatro años. Al tiempo que cerró la fábrica, nos llamaron y nos preguntaron si volveríamos a trabajar y dijimos que sí, pero no llamaron más. Me casé, me separé, tuve a mis hijos Juan Marcelo y María Belén) y tres nietos, pero es una etapa que recuerdo con mucho cariño. Me tocó vivir cosas muy lindas y algunos momentos feos también».



El sueño de una ciudad industrial

«Por aquel entonces, Carlos Paz tenía muchas fábricas. Además de la Textil, estaba la fábrica de tabaco, otra que hacía papel higiénico y dos o tres fábricas de muebles bien grandes. Todas en la zona industrial y con muchísimos trabajadores, todo es murió y con ellas, la oportunidad de generar otro tipo de ingresos a la ciudad y mover la economía. Había quienes decían que las fábricas no debían estar en lugares turísticos, algo insensato, porque en todos lados hay fábricas. Con dos meses de temporada, nadie puede subsistir. Las fábricas generaban empleo y ninguna afectaba al turismo, porque en esa zona no había muchas casas en ese momento»; dijo Amanda.


Los años de plomo

Cuando comenzó a vivirse el proceso de precarización y ajuste, los trabajadores decidieron hacer frente a una situación que perfilaba el final que tendría la fábrica. Se decidió tomar el edificio porque los rumores de cierre eran cada vez más fuertes. Durante una semana, los obreros ocuparon el predio con apoyo de la Asociación Obrera Textil de Córdoba y no dejaban entrar a nadie, impidiendo que funcionara la fábrica con un grupo de empleados provenientes de Buenos Aires. La situación se vio agravada con la orden de desalojo de un juez y la intervención policial.


«La muñeca obrera»

En otro fragmento de la entrevista concedida a El Diario, Amanda sostuvo que cuando cumplió 18 años fue convocada por Rodolfo «Toti» Bolognani para protagonizar una publicidad oficial de la Municipalidad de Carlos Paz. «Hice esa película promocional de la luna de miel y me cargaban mis compañeros, me habían puesto el apodo de ´la muñeca´ y me piropeaban cuando llegaba a la fábrica. También hacía publicidades de boliches como Tempo y Zorba, así que era el centro de atención de cada jornada de trabajo. La pasábamos muy bien, salíamos todos a bailar con amigos, siempre íbamos a la confitería Carlos Paz a tomar algo y después al boliche»; rememoró la mujer.

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