Reunirse con amigos hace bien para la salud

lunes, 25 de junio de 2018 · 09:05

La mayoría de las personas lo sospecha íntimamente: la gripe y el resfrío no llegan sólo cuando se está viviendo una etapa de estrés.

El estrés crónico ataca el sistema inmunológico y se genera por distintas situaciones, una de las cuales tiene que ver con una vida social escasa. Y es que los amigos y la familia desempeñan un papel muy importante en el sistema inmunológico. Nos protegen de sobrecargas enfermantes y debilitantes y nos ayudan también a sanar. Son nuestra ancla.

El psiconeuroinmunólogo Christian Schubert de la clínica universitaria de Innsbuck, en Austria, investiga sobre los intercambios entre psiquis y sistema inmunológico. La inmunología clásica fue escéptica durante mucho tiempo. “Sin embargo, hoy en día manejamos datos duros que ya no se pueden ignorar”, explica.

El sistema inmunológico es condicionable. En el laboratorio se pueden observar bajo ciertas condiciones modificaciones hasta el núcleo celular del material genético. Y no son sólo las cargas psíquicas de corto plazo las que dan problemas. También lo son las crónicas, como una larga soledad. El entorno social nos brinda apoyo, confianza y un sentido de pertenencia. Si no contamos con esto, solemos sentirnos solos y amargados, lo que puede a su vez resultar en un estrés crónico que hace que las cargas externas se hagan aún más pesadas. En el peor de los casos enfermamos psíquica y físicamente.

Esto no quiere decir que haya que agenciarse un ejército de amigos y conocidos. El tamaño del círculo social tiene poca correlación con el grado de bienestar de una persona. Hay parejas que se sienten bien teniéndose el uno al otro. Y hay personas solteras que se sienten perfectamente así. El problema es que si uno se siente mal estando solo: ahí aumenta el riesgo de enfermarse.

Lo que está claro es que intervienen varios factores, los genéticos, la estructura de la personalidad y el ambiente social. Bajo determinadas circunstancias, uno se pesca un virus, otro desarrolla una alergia o una inflamación. Las personas que sufren de depresión tienen también un sistema inmunológico debilitado.

Por otra parte, una vida social animada tampoco es garantía de una salud psíquica y física perfecta. Además de la psiquis y la vida social influyen también el sueño y un estilo de vida sano.

Pero la vida social puede convertirse también en un factor de riesgo, sobre todo cuando no se sabe decir “no” y se está en permanente contacto con los demás. En esos casos aparece lo que se llama “estrés social”.

En resumen: un entorno social compuesto por más de una persona puede ser una ventaja, ya que si esa persona enferma, muere o uno se separa, hay una red para seguir adelante.

Si se vive retirado o lo más importante para uno es la propia pareja, Fydrich recomienda: “Vaya a clubes, emprenda actividades que involucren a otras personas”. Nada fuera de lo común. Juntarse una vez al mes a jugar a las cartas con otros puede ser suficiente. 

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