El peso no lo es todo, pero importa
Cómo bajar de peso sin caer en soluciones mágicas: hábitos reales que sí funcionan
Aprender a bajar de peso de forma sana, gradual y realista es clave para cuidar la salud.Después de la pandemia o de haber sufrido cambios de salud, muchos hemos empezado a mirar el bienestar desde otra perspectiva. Dormir bien, tener energía para el día a día, moverse sin dolor o cansancio… todo eso pesa más que un número en la balanza. Pero la realidad es que, cuando hay sobrepeso u obesidad, bajarlo también es una forma de mejorar la calidad de vida.
El problema es que, entre influencers, dietas «detox» y promesas rápidas, lo difícil es encontrar algo que se pueda sostener en el tiempo. Acá te proponemos un enfoque distinto: hábitos reales, sin sufrimiento ni culpa.
Alimentación consciente: el primer paso sin prohibiciones
Olvídate de contar calorías o vivir a base de pechuga con ensalada. Comer bien no significa comer poco, sino mejor. Y sobre todo, con atención. Escuchar el cuerpo, saber cuándo hay hambre real o solo ganas de picar algo porque estamos estresados.
En Argentina tenemos alimentos accesibles y nutritivos que ayudan muchísimo. La espinaca, por ejemplo, es versátil y llena de hierro. La manzana calma el hambre entre comidas. El mate, además de tradición, ayuda a sentir saciedad.
¿Ideas fáciles y económicas? Ensalada de lentejas con tomate, cebolla y huevo duro. Tortilla de verduras. O una tarta casera con masa integral. Sano, rico y sin gastar una fortuna.
Moverse sin volverse loco: todo cuenta
No hace falta pagar una cuota en el gimnasio o correr 10 km todos los días. Lo importante es moverse como se pueda. Subir escaleras, caminar unas cuadras más, sacar a pasear al perro o incluso bailar un rato mientras limpiás la casa. Cada paso cuenta.
Para arrancar, alcanzan 10 o 15 minutos al día. Y cuando se hace hábito, el cuerpo empieza a pedir más. No es cuestión de hacer todo perfecto, sino de empezar de a poco.
Hambre emocional: la parte que casi nadie menciona
Muchas veces no comemos por hambre. Comemos por ansiedad, tristeza, aburrimiento o incluso por costumbre. Y ahí es donde el trabajo emocional se vuelve clave.
Pequeños hábitos como escribir en un cuaderno, salir a tomar aire o meditar cinco minutos pueden ayudar a bajar las revoluciones. No se trata de dejar de comer, sino de entender qué está detrás de ese impulso.
Pedir ayuda no es debilidad. Al contrario, es una forma de cuidarse de verdad.
¿Y si necesitás un empujón médico?
Hay personas que ya lo intentaron todo: planes, nutricionistas, ejercicios... y nada termina de funcionar. En esos casos, existen herramientas médicas que pueden acompañar el cambio sin recurrir a la cirugía.
Una de ellas es el balón gástrico ajustable Spatz3. Una opción no invasiva y no quirúrgica en Argentina, que se coloca por endoscopia y ayuda a reducir la cantidad de comida que se necesita para sentirse satisfecho. Lo mejor: el único balón intragástrico que se ajusta según la evolución del paciente y puede retirarse si se necesita. No es una solución mágica, pero sí un gran apoyo cuando los hábitos solos no alcanzan.
Mitos que hay que derribar para siempre
"Hay que dejar los carbohidratos" Falso. El cuerpo necesita energía, y los carbohidratos (como la papa, la avena o el arroz integral) son clave. Lo importante es la calidad, no la eliminación.
"Cuanto menos comas, más bajás" Comer muy poco hace que el cuerpo se ponga en modo ahorro. Además, aumenta el riesgo de atracones. Lo ideal es comer lo suficiente y de manera equilibrada.
"Si no sufrís, no sirve" El cambio no tiene que doler. Al contrario, cuando algo se sostiene en el tiempo es porque se disfruta, no porque se sufre.
No hay atajos ni fórmulas mágicas para bajar de peso. Pero sí hay caminos más reales, más amables y más efectivos. Comer con atención, moverse un poco cada día, entender lo emocional y, si hace falta, buscar apoyo médico.
Porque el objetivo no es solo verse bien. Es sentirse mejor, vivir con más energía y recuperar la confianza en uno mismo.