Chema Cotarelo presentó su Libro La Nieve y las Campanas

domingo, 31 de marzo de 2019 · 10:44

Córdoba.- José María “Chema” Cotarelo Asturias, poeta español nacido en Granada, conoció a José “Pepín” Bello en los últimos años de la vida de este hombre, cuya línea vital ha tenido un hito importante. Fue parte de la Generación del 27, que se aglutinó a Federico García Lorca, Salvador Dalí, Luis Buñuel, Rafael Alberti y el torero Sánchez Mejía.

Pepín guardó su historia para contársela a quien quisiera escucharla, y Chema fue una de esas personas que lo escuchó, y asombrado y halagado por ser uno de los elegidos, decidió dar a conocer la importancia de este estudiante de medicina que nunca aprobó una materia, pero que fue parte influyente en la edad de oro española.

Presentado por Pedro Solans, quien fue el encargado además de editar su libro de poemas, “La Nieve y las Campañas”, el poeta granadino disertó en la última jornada del Festival de la Palabra en el marco del Congreso de la Lengua.

“Pepín fue quien menos escribió de todos los poetas del 27”, –cuenta Chema, que recopiló una serie de textos que lo describen a Bello en su andar por la vida, mientras afuera del domo en que transcurre la presentación, cae una leve llovizna. Y continúa: “Pepín nació en Huesca en 1904 y murió en Madrid en 2008. Montó diversos negocios que acabaron en ruina. El contexto en que se movía, fue aquel de los conflictos que ya se iban vislumbrando en la España de la década del 20: Mataron a García Lorca, murió su amigo Sánchez Mejía, y perdió la España que soñó y por la que luchó. En el año 27, llega a Sevilla junto con el torero Sánchez Mejía, se alojan en la residencia estudiantil y conoce poetas como Federico, descubre a Dalí y se hace amigo de Buñuel. Es curioso como el germen de la generación del 27 son dos personas que no eran ni poetas ni escritores”, comenta Cotarelo.

“Pepín Bello fue un relator de una época que por la guerra, perdió a sus testigos. Fue el fotógrafo de la generación del 27; fue, por caso, el administrador de la orden de Toledo, un grupo de locos que se emborrachaban y recorrían las calles ebrios y vestidos con sabanas blancas; fue un enlace entre varias generaciones. Pepin fue quien descubrió a Dalí en la habitación de la residencia de estudiantes de Madrid y lo presentó a sus compañeros. Alrededor de él giraba la cultura de una época. Según Rafael Alberti, Pepin tenía una influencia muy grande sobre ellos. Las películas de Buñuel contaban entre sus imágenes, alguna anécdota de Bello, el poema de García Lorca dedicado a Sánchez Mejía, una vez muerto, fue idea de Pepín --relata Chema-. Escribió mucho pero no publicó nada. Aunque no fue un poeta, su vida fue un poema”, concluye.

Los Poemas de Chema

Si José Pepín Bello fue el nexo de la generación del 27, también lo fue en la tarde del sábado (bajo el pulso de las campanas de la catedral, que cumplen la misión diaria del toque celestial), entre su vida y la presentación de un poemario escrito por Chema Cotarelo Asturias y recopilado en Cuba, “La Nieve y las Campanas”, editado en Córdoba por Pedro Solans y El Diario de Carlos Paz.

El prólogo es del mismísimo Pepín Bello.

Algunos poemas incluyen dedicatorias a nuestra querida Yamila Cafrune y a Pepin, y fueron leídos en la tarde por su autor cuando las campanas de la catedral por fin reposaron y el silencio del domo fue cortado sólo por la llovizna, en reemplazo de la nieve que da nombre a su libro, dedicado a su pueblo natal, Taramundi.

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