Abel Pintos cantó bajo la lluvia frente a una plaza colmada
Nahuel Pennisi entregó otro de los momentos destacados de la noche.Por Pao de Senzi
Fotos: Paul Amiune
Cosquín.- En una noche signada por la lluvia (amenazó temprano y se desató al final), la cuarta luna de la edición 59 del festival de Cosquin arrojó algunas certezas, y posibles resultados sobre el consagrado.
Es que apenas la conductora Nathalie Allende nombró la ciudad en la que nació Nahuel Pennisi, la plaza, que estaba casi colmada, estalló en una ovación.
Seguro sobre el escenario, con esa voz llena de matices que emociona desde la profundidad de la interpretación, el cantante y guitarrista arrancó con “Yo tengo tantos hermanos” y “Chacarera de las Piedras”, prometiendo folklore para la noche. “Mi amor por este festival empezó hace mucho tiempo, cuando lo escuchaba por radio y televisión” dijo, y anunció que cantaría una canción necesaria para estos tiempos: “Yo vengo a ofrecer mi corazón”. Siguió con “Balderrama” y “Agitando Pañuelos”, y cerró con “Ser Feliz”, uno de los cortes de su primer disco.
Nahuel Pennisi tiene todo para ser un artista completo. Y también tiene a partir de la última canción que cantó sobre el escenario de Cosquin, toda una plaza a sus pies. Las palabras de Claudio Juárez, al despedirlo del escenario, dejaron entrever un deseo, o una realidad: “Se cumplen diez años desde que Nahuel participó del Pre Cosquin, y ahora llega a la plaza como un consagrado”, dijo el presentador, que seguramente vio lo que vieron todos.
Más temprano, el Ballet Camin abrió la noche bailando el Himno a Cosquin junto a los directores del histórico ballet Brandsen, Mabel Pimentel y Oscar Murillo. Invitar a referentes de la danza, es una buena costumbre que se repite en todas las lunas
En “la noche de Abel Pintos” -como dijo el violinista Leandro Lovato en la apertura-, hubo de todo y esa extraña sensación de querer intentar, ya sea con una dosis de demagogia, o formatos trillados, el aplauso de la gente. Lovato, cuya presentación puso bien arriba a la platea que se iba colmando de a poco, agradeció varias veces al público, a la comisión y hasta a Abel Pintos, por coincidir en la misma noche. Fabricio Rodriguez, virtuoso armonicista que comenzó su carrera cerca de León Gieco, al parecer pierde el rumbo cuando quiere congraciarse con el público interpretando géneros que no encajan con su impronta. Maite (quienes invitaron a Facundo toro, su productor) y Ceibo, con buenas voces y arreglos, pero formatos trillados, no aportan nada nuevo. En cambio, la santafesina Patricia Gómez, aprovechó sus 35 años de carrera y los minutos que le dieron, para celebrar sobre el escenario y entregar un bello pasaje musical que recorrió con algunas canciones de su disco Jaaukanigás, Gente de Agua su último disco.
Las delegaciones de Tierra del Fuego y Santiago del Estero, mostraron la identidad de sus regiones y ganaron adeptos y buenas críticas: la primera, con Ushuaia 4', la Sinfónica Kayén, el Ballet de la Antártida y veteranos de Malvinas. homenajeó a los tripulantes del Ara San Juan en la voz de cantores
locales, y presentó un espectáculo imponente, con diferentes cuadros que representan las distintas regiones que conforman la provincia, su historia y su paisaje. Santiago, por su parte abordó el tema de la identidad a través del título “Santiago Corazón de Bombo”y de sus cantores y artesanos. Aportaron con sus voces, Peteco Carabajal y Orellana Lucca, mientras el Indio Froilán González, uno de los históricos luthiers santiagueños, construyó un bombo en vivo
Los elegidos del pre Cosquin y sus talentos: Primero, lo mostró la pareja de baile tradicional, de la sede Entre Ríos, Jaqueline Saucedo y German Moreno, y luego (justo antes del concierto de cierre, con la plaza dispuesta a celebrar lo que sea arriba del escenario), el conjunto de Malambo la huella, de la sede San Juan.
Pocos minutos después de las dos de la madrugada, los tres presentadores del festival anunciaban la presencia inmediata de Abel Pintos. Las ráfagas de viento que precedían a la lluvia, ya se había instalado en Cosquin, pero en la Próspero Molina, la historia era otra. Abel Pintos cautivaba a una plaza repleta solo con su presencia y eso era una curiosidad entre los periodistas. Los fenómenos son difíciles de explicar, y Pintos no es la excepción. Lo que genera esa histeria en la platea, aún es un misterio. Lo cierto es que la voz de Pintos se fundió con el coro de la platea, que aguantó el temporal, incondicionalmente cantando Alelí, Pájaro cantor, El beso, y Oncemil entre otras