Zitto Segovia volvió a tener su luna coscoina

domingo, 3 de febrero de 2019 · 21:36
 
 
 
 
Por Pedro Jorge Solans

 Cosquín.- El cantautor chaqueño, Zitto Segovia volvió al festival de la mano de su hijo Lucas y fue en la octava luna de la edición rumbea a cumplir sesenta año de fragua en el cancionero popular.

Acompañaron a Lucas Segovia, el misionero Joselo Schuap, el chaqueño Coqui Ortíz y el jujeño Bruno Arias y entre todos celebraron la vigencia del ícono de la canción identitaria del noroeste. Fue una noche donde La luna coscoína entibió los cerros e iluminó el misterio segoviano que insinuaba más que un repaso de éxitos. Así fue que parecía encenderse las fogatas de la plaza España de la lejana Resistencia. Se encendía y acrecentaba la leyenda en otra plaza, la Próspero Molina que tan rigurosa como respetuosa siempre da sorpresas como la vida misma.

Esa Plaza maravillosa que se puso de pie con la Bruja Salguero minutos antes, le rindió uno de los mejores reconocimientos al que siempre está cuando hay una guitarra. Fue el halago más sensible y de aprobación que puede recibir un juglar litoraleño: Varias veces y sin pedido previo, esa Plaza lanzó “sapucays” al aire mientras Lucas Segovia y sus invitados hacían sonar un repertorio bien segoviano. Abrió con “El río va”, siguió con “Cacique Catán”,  “Tus nueve lunas”, “Las voces de mi gente,” "Cristo de los Villeros, y cerró con “Nocaut González."

Segovia visiblemente emocionado con cada canción recorría con la mirada el escenario que vio consagrarse a su padre y con la voz que parecía la voz del todo el Chaco arrancaba las canciones dibujando el mapa de los sentidos y de la fuerza de una tierra que necesita como nunca las canciones necesarias.

A 30 años de aquel enero consagratorio, la chaqueñeidad se asomó para que los duendes coscoínos celebren y compartan un mate, sientan el calor montaraz, se encandilen con el blanco algodonal y resistan las tormentas como los quebrachales.

La leyenda que empezó en Bella Vista cuando las aguas del río Paraná ahogaron voces y destinos seguirá sumando páginas.

Por eso, en este Cosquín también se tejieron hilos invisibles para que  Zitto y las fogatas de la amistad sigan encendiendo al Chaco.

Nadie vio llorar a Lucas, tal vez, lo hizo para adentro como para aplacar la nostalgia, tal vez lo hizo para que el corazón no se detenga, aunque en un bar cualquiera de la peatonal coscoina alcanzó a contar que el percusionista Juanjo Martínez, quien acompañó a Zitto con tan sólo 14 años se salvó de aquella tragedia de Bella Vista, -donde murieron los artistas- porque no le habían dado permiso para viajar. Sus padres estaban enojados porque le iba mal en el colegio.

Martínez iba a acompañar a Lucas Segovia en el homenaje pero días antes soñó que iba a sufrir un tornado y su hermana Laura también tuvo esa premonición y por eso no decidió venir a Cosquin.

Ni lo inexplicable que pasa en nuestra tierra a lo que  Alejo Carpentier llamó “lo real maravilloso” faltó para que la evocación sea completa.

 

 

 
 
 
 
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Cosquín.- El cantautor chaqueño, ícono de la canción identitaria del noroeste, Zitto Segovia recibió un merecido reconocimiento en el escenario mayor Atahualpa Yupanqui. La octava luna iluminó el misterio y su voz, recordó sus éxitos pero también encendió la fogata de la leyenda.

La plaza Próspero Molina siempre respetuosa y sensible le rindió uno de los mejores tributos que puede recibir un juglar litoraleño. Varias veces y sin pedido previo, la plaza lanzó sapucays al aire mientras el hijo del homenajeado, Lucas Segovia y sus invitados, el misionero Joselo Schuap, el jujeño Bruno Arias y el chaqueño Coqui Ortiz hacían sonar un repertorio bien segoviano con "Nocaut González" o "Cristo de los Villeros,."

A 30 años de la consagración de Zitto, la chaqueñeidad se asomó para que los duendes coscoínos beban un mate, sientan el calor montaraz, se encandilen con el blanco algodonal, resistan las tormentas como los quebrachales, y sepan que la historia que empezó cuando las aguas del río Paraná ahogara ahogaran voces y destinos nunca deja de sumar páginas. 

Y en este Cosquin también se tejieron hilos invisibles. El percusionista Juanjo Martínez que acompañaba a Zitto con tan sólo 14 años se salvó de la tragedia de Bella Vista donde perdieron la vida Zitto Segovia y otros artistas porque no le dieron permiso para viajar porque no había estudiado y le iba mal en el colegio. 

El sábado iba a acompañar a Lucas Segovia en el homenaje pero días antes soñó que iba a sufrir un tornado y su hermana Laura también tuvo esa premonición y por eso no decidió venir a Cosquin.

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