Conmoción Mundial

Murió Diego Armando Maradona, hasta siempre Diez

Se fue el máximo ídolo argentino y una leyenda que dejó su marca en la historia, dentro y fuera de las canchas.
miércoles, 25 de noviembre de 2020 · 13:22

El máximo ídolo en la historia del fútbol, Diego Armando Maradona, falleció este miércoles a los 60 años de edad y luego de haber sufrido un paro cardiorrespiratorio en la casa de Tigre, en la que se había instalado luego de haber sido sometido a una intervención en la cabeza. La noticia causó conmoción mundial por tratarse de uno de los personajes más célebres en la historia de la humanidad, un símbolo, una leyenda, protagonista de una vida de película y excesos.

El llanto es mundial por la pérdida de una figura irreverente, única, genial, más allá de sus aciertos y errores que cualquiera conoce. Es una bisagra en la historia por el peso del difunto, el pibe de Villa Fiorito, el héroe nacional, el protagonista de la mano de Dios, el tipo que se la jugaba dentro y fuera de la cancha. El amigo de Fidel Castro, de Hugo Chávez, el que se le paró a la FIFA, el que nunca tuvo miedo de decir lo que pensaba.

Se fue un tipo que nos hizo emocionar, nos hizo gritar, nos hizo enojar, nos hizo vivir. Con cada gambeta, con cada quiebre de cintura que la hacía al rival o a la muerte, o a los dos.

Un poco loco, un poco cuerdo. Diego, Diegote, El Diez, Dios, Pelusa, hay un Maradona para cada momento de nuestras vidas, un Maradona para cada quien, un Maradona brillante y otro oscuro. 

Diego inventó el juego, no el fútbol (ese ya estaba inventado), creó el futbolista celebridad, la mega-estrella del deporte. A él nadie le dijo cómo había que jugar, salió de su humilde casa y terminó en la cima del mundo. Y como pudo fue haciéndose, codeándose con los que toman las decisiones, entrando sin pedir permiso, subiendo y cayendo, una y otra vez.

Fue todo lo que quiso ser y lo que no quiso también. De niño, Cebollita, de joven, jugador profesional de fútbol (de Argentinos Juniors primero, de Boca Juniors y Newell´s después y universal con Nápoli, Barcelona, Sevilla y su querida celeste y blanca, la Selección Argentina), padre y abuelo, a veces bien y a veces mal.

Amante del lujo, bailarín, cantante, conductor de televisión, tenista, futbolista disfrazado de gloria en el estadio Azteca y dibujando dos escenas imborrables en la historia de cualquier futbolero, entrenador (de Racing, de Mandiyú, de Dorados, en Dubai y en La Plata, en el banco del seleccionado argentino), padre de Dalma, Gianina, Diego Junior, Jana y Diego Fernando, esposo de Claudia Villafañe y pareja de Verónica Ojeda, abuelo de Benjamín, amigo de los amigos y enemigo furioso.

Diego murió en su ley, cuando quiso, no cuando todos decían que iba a morirse. El barrilete cósmico se fue volando, entre pelotas que no se manchan y tortugas que juegan a ser liebres, y esta vez no importa que le corten las piernas, porque tiene alas.

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