Vinos en busca de premios y medallas

lunes, 15 de octubre de 2018 · 14:24

 

La mejor manera de promover un vino siempre fue la participación en exposiciones. Así fue como la Exposición Universal de París celebrada en 1855, que duró de mayo a noviembre y estuvo dedicada exclusivamente a los productos de la agricultura (como el vino), la industria y las artes, marcó el vino para siempre, ya que fue donde se oficializó la clasificación de los vinos franceses de Burdeos, por pedido de Napoleón, y el mundo empezó a conocer los mejores vinos.

Cabe destacar que hoy en día (más de 150 años después) muchas de esas etiquetas continúan siendo reconocidas como las mejores a nivel internacional. Pero los afamados Grand Cru Classé franceses ya no suelen participar de las competencias vínicas, que se crearon con el fin de promover las etiquetas más salientes de cada región, seguramente para no perder el prestigio adquirido.

La Oficina Internacional de la Viña y el Vino (actualmente OIV) comenzó a pensarse luego que una plaga (la filoxera) devastara la mayoría de los viñedos europeos a fines del siglo XIX. Pero fue a mediados del siglo siguiente que la OIV comenzó a intervenir fuertemente para cumplir su misión como organismo intergubernamental de carácter científico y técnico, con una competencia reconocida en el campo de la viña, el vino, las bebidas a base de vino, las uvas de mesa, las uvas pasas y otros productos derivados de la vid.

Esto, entre otras cosas, derivó en la creación de varios concursos de vino alrededor del mundo, los cuales debían contar con el aval técnico de la OIV para ser tenidos en cuenta.

Al comienzo del nuevo milenio, los concursos de vino eran la estrategia promocional más elegida por las bodegas, sobre todo para ir a la conquista de los mercados internacionales. Al tiempo que el auge del vino permitió que vinotecas y supermercados se inundaran de botellas provenientes de todas las regiones vitivinícolas del mundo, y la competencia se fue complicando cada vez más. Allí, en ese campo de batalla comercial, había algo que hacía brillar más y eran sus medalleros y sus premios.

 

 

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