Festival 2020: El Cosquín anecdótico

lunes, 27 de enero de 2020 · 10:46

Cosquín.- A lo largo de seis décadas de vida, el festival de folklore más importante del país, ha logrado escribir en páginas doradas infinidades de anécdotas que ya forman parte de la historia de Cosquín. Su plaza mayor, sus calles, las peñas y fogones han sido testigos de encuentros y desencuentros de famosos y quienes aspiraban a serlo. De todas formas, esas anécdotas han formado parte de la tradición oral y en algunos casos, escritas por fanáticos periodistas que vivían cada luna aferrados a la pasión de quienes aman el sentir nacional.

Curiosas, divertidas, pocas creíbles, tendenciosas, arbitrarias y sospechosa, forman el tándem del anecdotario escrito entre zambas y pingüinos de un cuarto de litro con poca soda. Todas ellas o al menos la mayoría, involucran a los próceres del cancionero popular desplegado de norte a sur a lo largo de las nueve lunas. 

Una de ellas, reza sin puntos ni comas, que en la década del 60, cuando el festival gateaba entre improvisaciones y anhelos, Félix Luna y el poeta César Perdiguero, acorralados por un tsunami de buenos tragos que había arrasado el contenido de sus bolsillos flacos, se dirigieron con los primeros rayos de sol a la sucursal del Banco de Córdoba a pedir un préstamo de un millón de pesos de la época para seguir con la fiesta. Pero no lo hicieron de cualquier manera. Escribieron en una servilleta- un poema que decía: Nos, los poetas peregrinos, venimos señor gerente a pedir humildemente un crédito para vino. No es que sea desatino tirar una manga así, pues en nuestro frenesí no hay vino que nos alcance. Y por eso en este trance, venimos señor aquí.  Papel en mano Luna, Perdiguero y un grupo numeroso y escandaloso se presentaron al banco. Consiguieron la entrevista con el gerente, pero el préstamo nunca llegó. "El pobre hombre -recuerda el autor de Alfonsina y el mar- no sabía dónde meterse. Éramos unos 20 borrachines. Fueron años muy lindos". Recordó alguna vez. 

"Era un viejo muy canalla, muy criollo". Así lo calificó en una oportunidad Marcelo Simón a Don Ata. Aseguran que  Atahualpa Yupanqui estaba tomando vino, tranquilo, en una peña., cuando se le acercó Daniel Toro y le preguntó qué le parecía la versión que había hecho de Indiecito dormido. Don Ata le dio un sorbo al tinto y fue lapidario: "Si usted sigue gritando así, va a despertar al indiecito". "Era un viejo muy canalla, muy criollo", lo recuerda Marcelo Simón, periodista, libretista y presentador histórico del festival.

Sin Cordobazo. En 1972, el  actor Luís Medina Castro, el bailarín Santiago Ayala y Marcelo Simón prepararon un show sobre el Cordobazo, en el que se nombraba a los muertos durante la protesta del 69. Minutos antes de comenzar, la policía anunció que si la obra se representaba iban a retirar la custodia. Nunca se hizo. Años después, en 1978, se representó algo más acorde a los gustos castrenses: el Cruce de Los Andes, bajo el título Padre nuestro que estás en el bronce. Los libretos fueron supervisados por el Instituto Sarmantiniano.

"No huyan Cobardes"  I. "Pasó en los '60 -recuerda Julio Mahárbiz, presentador durante 40 años- pero no recuerdo el año. Horacio Guarany era un ídolo con una fuerza extraordinaria. Al anunciarlo, dije: "Con ustedes, el cantor de los festivales: Horacio Guarany". Apenas pronuncié su nombre se desató una tormenta terrible y la gente comenzó a refugiarse. Horacio salió con la guitarra en alto y gritó: "No huyan, cobardes". Lo dijo de una forma tan contundente y graciosa que la gente quedó paralizada y escuchó el concierto bajo la lluvia.

"No huyan cobardes" II. Los Carabajal tuvieron menos suerte que Guarany. En una edición de los '80, los santiagueños actuaron a las siete de la mañana. "Era de día -cuenta Peteco - y no había más de 100 personas. Los periodistas se habían ido hace rato". Apenas salieron comenzó a llover. Todo el público se subió al escenario y ubicó detrás de los artistas, abajo del techo. "Tocamos ante una plaza vacía, con 100 locos saltando a nuestras espaldas. Fue inolvidable".

Consejo chalchalero. Más que una anécdota, esta es una advertencia de Juan Carlos Saravia. "Nunca hay que comer nada pesado antes de subir a un escenario. Alguna vez, en Cosquín, pasó lo peor en medio de la actuación. Y tuve que retirarme marcha atrás, de cara al público, porque los trajes de Los Chalchaleros eran muy blancos".

Con esas pilchas te van a putear: Víctor Heredia tenía 20 años cuando fue a Cosquín como turista. En una de las peñas, apareció una guitarra y comenzó a tocar. Cuando terminó una canción, el presidente del festival se acercó y lo felicitó. El hombre terminó cantando en el escenario mayor y llevándose el Premio Revelación en 1967. "Me preguntó si tenía ropa adecuada y yo le dije que sí. Llevaba un vaquero, sandalias y un pulóver amarillo. Antes de tocar, se me acercó Ernesto Cabeza, de Los Chalchaleros, y me dijo: '¿Usted piensa subir con esa pinta? Lo van a matar, pibe'. Y me prestó su poncho. Salí vestido de gaucho y con sandalias de hippie".

Debut con presión. Julio Paz, del Dúo Coplanacu, recuerda la primera vez. "Fue en los '80. Eramos ilustres desconocidos. Atrás del escenario, vimos en un rincón, abrazado a la guitarra, a don Ata. Estaba aturdido por el ruido. Después de él, nos tocaba a nosotros. ¡Imagínate la presión! Al otro día, Clarín tituló: 'Yupanqui y Coplanacu fueron los grandes números de la noche'. Creo que compré unos 45 ejemplares del diario".

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