Sandro en Villa Carlos Paz

Por Edgardo Tántera
sábado, 25 de abril de 2020 · 08:00

Sandro de América, Sandro y los de fuego, ¿quién no escucho hablar de este gran cantautor en los últimos 50 años? El Gitano, así se lo conoció desde la época de rockero a Roberto Sánchez, el cantante que marcó una época y recorrió con sus éxitos toda América.vHijo de Nina Ocampo y su Padre, de apellido Sánchez, nació en Buenos Aires un 19 de agosto de 1945 y. Cuando se firmara el armisticio en Europa al finalizar la Segunda Guerra Mundial, nacía en un típico hogar argentino, aun cuando no había llegado la presidencia el coronel Juan Domingo Perón.

Con el tiempo y su ascendente carrera de cantante, comenzó a recorrer la Argentina y así frecuentó Villa Carlos Paz entre 1969 y 70, justamente con el compromiso de protagonizar una película en la Sierras de Córdoba (siempre te amaré).

Se lo veía pasar con un automóvil descapotable color rojo por las calles de la villa y como buen galán acostumbraba seguir alguna señorita, tratando de seducirla con su voz romántica y sonora.

Alquilaba un pequeño departamento, donde se alojaba su Madre Nina, que lo acompañaba cuando debía faltar de su hogar por varios meses.

Tenía una amistad con el empresario Malet, propietario del Hotel Mont Petit y allí fuimos invitados con mi amigo Aldo y conocimos a esta señora con buena disposición y alegría muy española y a pesar de tener un impedimento para caminar, se hacía conducir con un chófer contratado, don Antonio que la guiaba en su Torino.

Nunca lo conocí a Sandro, pero traté mucho a su madre y ella con orgullo narraba lo estudioso y creativo que era Roberto con su música. Vivía componiendo sus temas.

Así nació la oportunidad de acompañarla junto al chófer Antonio (en esa época yo trabajaba con mi padre y mi tío en la empresa de turismo) y pasamos un día a La Cumbrecita. Partimos bien temprano y recorrimos ese hermoso camino serrano hasta llegar a la villa que en esa época era muy pequeña y de difícil acceso.

Llegamos cerca del mediodía y visitamos la famosa cascada y todos los pequeños rincones de encantadores arroyos y helechos que nos hacían soñar con el paisaje europeo.

Volvimos reconfortados a la tarde de ese domingo, como si hubiéramos descubierto un pueblo encantado de Suiza. Nunca más he vuelto a ese lugar tan turístico, que se ha convertido en un pueblo peatonal y con mucha promoción para el turismo Internacional.

Antes más bien se decía que no se arreglaba los caminos, pues los alemanes no querían que llegara la gente masivamente a visitarlos. Sólo se realizaban algunos viajes por semana en excursiones que salían de Carlos Paz o de Córdoba.

Pasaron los años y no recuerdo ningún otro contacto con la Sra. Nina, que falleció hace mucho tiempo. También dejó de existir Malet, y Antonio que nos guió hasta La Cumbrecita, aquel día detenido en mi memoria, como algo especial que pasó por mi vida, dejándome una caricia de afecto, por compartir un día distinto.

Sigo admirando Sandro, éramos de la misma edad, por lo tanto, valoro su trayectoria y esa madre que tuvo y que él solía recordar en los recitales con tanto cariño. Una bella mujer espiritualmente.

Cuando fue distinguido en el Congreso con el diploma al mérito Domingo F. Sarmiento, pidió que dejaran dos sillas vacías junto a Daniel Scioli, y aprovechó para evocar a sus Padres Vicente Sánchez e Irma Ocampo, que desde el cielo estarían observando donde “había llegado su hijo”. Lo dijo con mucha emoción.

Hace poco se no fue Roberto Sánchez, después de un doble trasplante y muchas mujeres lloraron su pérdida y su muerte. Pero sigue permanentemente en la memoria ese “Muchacho” de 1970, con su sonrisa, su movimiento, su voz, para cantar los temas más esperados “Así”, “Rosa, rosa” o “Gitano”. Falleció el 5 de enero de 2010, camino al bicentenario de nuestro país. El último ídolo de la canción… seguirá ligado a nuestra ciudad.

 

Por Edgardo Tántera

Historiador y Artista Plástico

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