Leslie Nielsen, el actor que llegó al éxito superando una discapacidad

martes, 2 de junio de 2020 · 00:29

EE.UU. Tenemos muchas, muchísimas cosas que agradecerle al cine, pero, sin duda, entre las primeras de la lista está él, Leslie Nielsen, ese actor de pelo blanco, cara seria y humor absurdo que nos arrancó las carcajadas de cuajo gracias a clásicos ochenteros como «Y dónde está el piloto? (1980) o «La pistola desnuda» (1988). Bautizado por los críticos como el Laurence Oliver de las parodias, la risa y el humor no fueron precisamente la nota predominante de su vida personal. El actor canadiense, fallecido hace una década cuando tenía 84 años, tuvo que lidiar con un padre muy estricto que rozaba lo abusivo, y una discapacidad, la sordera.

Sin embargo, ni una cosa ni la otra le limitaron en su vida ni le arrebataron esa vis cómica que le convertiría en un icono eterno de la comedia. Un clarísimo ejemplo de que los obstáculos están hechos para superarse y, como es su caso, para tender la mano a los demás.

Jamás se nos habría pasado por la cabeza que ese hombre que nos hacía desternillarnos de la risa en las surrealistas escenas de sus películas padecía una discapacidad. Pues sí, y no precisamente leve, ya que la mayor parte de su vida estuvo marcada por ese problema que le obligó a llevar audífonos para siempre. Curiosidades del destino, el descenso de su audición coincidió con el boom de su carrera como actor de comedia, allá por los 80 que supuso un antes y un después en su trayectoria profesional. Una segunda oportunidad que nos hizo descubrir su talento arrollador como comediante.

Y es que aunque el protagonista de «Drácula, un muerto muy contento y feliz» (1995) se inició en esto del cine siendo apenas un apuesto joven, su currículum como actor está dividido en dos etapas: la dramática y la cómica. La primera pertenece a sus comienzos donde su cara seria y de pocos amigos le encasilló en cierta manera en películas con un tono más gris y dramático como son «Planeta prohibido» o «La aventura del Poseidón». Historias que no hicieron mucho ruido y le hicieron pasar bastante de puntillas por esto del cine. El tan ansiado estrellato le llegaría ya entradito en los 50 y gracias al trío formado por los cineastas Jim Abrahams y los hermanos Jerry y David Zucker, a quienes debemos la mítica «Y dónde está el piloto?».

Querían un actor poco previsible, con cara de póker y cuyos gestos no nos hicieran reír nada más verle. Todo lo contrario a lo que nos producen Steve Martin o Jim Carrey, quienes con solo una mirada ya nos tienen partidos de la risa. Eso era justo lo que evitaban, y lo encontraron en Nielsen. La cinta se convirtió en todo un hito del cine de lo absurdo y la reina del surrealismo con un sinfín de gags, sketches y bromas sin sentido que nos mantienen pegados al asiento de principio a fin. Fue así como el actor ya madurito se metió en el bolsillo al público de todas las edades y lugares, pues el humor no discrimina.

Más vale tarde que nunca, dicen por ahí. Tardó en conocerse su vena humorística pero cuando llegó lo hizo por la puerta grande. El humor siempre fue un aliado para Nielsen. Siendo apenas un niño lo utilizaba para hacer frente al mal humor de su padre, un hombre de carácter fuerte que tenía a su madre y sus hermanos firmes. Su progenitor, Ingvard Nielsen, era integrante de la fuerza policial de Canadá y tenía la mano muy larga, razón por la que el actor solía mentirle más de la cuenta para evitar la golpiza de turno. Ese ambiente tan desagradable y tóxico fue lo que le empujó a escapar de casa a los 17 años para ingresar en las fuerzas aéreas canadienses, y lo logró a pesar de ser “legalmente sordo”. Se entrenó como artillero para la Segunda Guerra Mundial pero en realidad nunca viajó a Europa debido a su corta edad.

Afortunadamente lo de los aviones fue algo momentáneo, su instinto curioso y siempre en la búsqueda de cosas nuevas le llevó a la radio, de ahí a la televisión y finalmente aterrizó en el Actor’s Studio de Nueva York donde se cocinaron a fuego lento grandes de la escena como Marlon Brandon, Marilyn Monroe y Robert DeNiro. Entre sus primeros papeles destaca su participación en un episodio de la famosa serie televisiva Studio one, donde compartió créditos nada más y nada menos que con Charlton Heston. Su experiencia de ‘guerra’ hizo que los directores contaran con él como consejero para que les asesorase en el desarrollo de la historia sobre la batalla del Mar de Bismarck durante la guerra de la que él tenía un vasto conocimiento.

Una cosa le llevó a la otra y así fue que nació como estrella de las alfombras rojas, un título que jamás se creyó a pesar de ganarse la suya en el Paseo de la Fama de Hollywood. Las fama tardía y las duras experiencias de la vida impidieron que la popularidad se le subiera a la cabeza, al contrario. Nielsen empleó gran parte de su reconocimiento y renombre para ayudar a una causa que conocía muy de cerca, la sordera. A lo largo de su vida promovió el uso de los audífonos y colaboró con varias organizaciones como el Better Hearing Institute, campañas e incluso torneos de golf benéficos para recaudar fondos y dar visibilidad a este problema con el que lidiaba cada día.

Nielsen apoyaba públicamente el uso de audífonos ya que él pasó gran parte de su vida necesitándolos. “Sabes, es muy difícil ser actor y que la gente dependa de ti para decir la línea correcta, en el momento correcto pero no poder escuchar sus señales. No puedo decirte cuántas veces habría tenido que haber dicho “¿Qué?” si no tuviera mis audífonos” dijo en una ocasión.

"No tengo objetivos ni ambiciones. Hago lo que sea para mantener mi estatus de celebridad para que me continúen invitando a los torneos de golf”, dijo a un reportero con su sarcástico doble sentido. Estuvo trabajando hasta casi el final de su vida. Un año antes de morir tenía dos comedias en camino, Stan Helsing y Spanish movie de producción española. Para Nielsen el rejuvenecimiento de su carrera en los 80 fue un regalo del cielo del que siempre estuvo agradecido. No todo el mundo tiene una segunda oportunidad, él sí la tuvo y la supo aprovechar. “Finalmente estoy haciendo lo que siempre quise hacer”, dijo en una entrevista en 1988 con The New York Times.

Nacido un 11 de febrero de 1926, Leslie partió a los 84 años en noviembre de 2010 tras sufrir complicaciones por una neumonía, dejándonos de herencia un género cinematográfico insólito y único al que actores como Steve Carrell o Ricky Gervais han intentado acercarse pero sin igualarle. Lo que hizo Nielsen es irrepetible, lo puedes entender más o menos, pero lo que es innegable es que revolucionó el celuloide con un estilo innovador que marcó toda una generación. Nos quedamos con míticas escenas como las que protagonizó con Priscilla Presley en Agárralo como puedas 2 en la que ambos parodian el momento erótico de alfarería en Ghost o la del piano de Casablanca, y de las que todavía nos estamos riendo. Escenas que serán eternas y estarán siempre vivas en nuestro recuerdo, como él.

Comentarios