Un poema no debe hablar; por Julio Salgado

miércoles, 6 de noviembre de 2019 · 13:54

 

Por Julio Salgado

(Poeta y pintor)

Fotografías: Luis Hernán López

 

Siete u ocho años atrás conocí al amigo Aldo Parfeniuk a través de aquel notable ensayo titulado BICENTENARIO: Cultura y Nación. Tanto me gustó leerlo, descubrir la calidad del texto, que de allí quedé pendiente del Señor Parfeniuk.

Al fin hace pocos meses he descubierto personalmente al poeta y un libro con el sugerente título de: UN POEMA NO DEBE HABLAR. En ocasiones y muy particularmente, sintetizando nos dice – creo entenderlo así- de alguna manera que el poema está oculto en el silencio y aquí me gustaría recordar el último verso de un bello y famoso poema de Rimbaud titulado “Después del diluvio” que siempre me acompaña: “y la Reina, la hechicera, que enciende su brasa en el tarro de arcilla, nunca nos contará lo que ella sabe y nosotros ignoramos”. ¿Se trata de esa misma carencia que menciona Rimbaud? ¿A la imposibilidad de hablar transformada en fracaso o el reinventar un nuevo porvenir del habla?...

Me uno a esa corriente de una idéntica sangre, a la composición orgánica de las mismas o similares pulsiones que enlazan nuestros cuerpos con las apariciones, a ese silencio que se vuelve atávico refugio. ¿Acaso también, no incluye breve fosforescencia? ¿Y esa fosforescencia no es promesa, hilo para la trama, palabra, significado?... No estoy diciendo nada nuevo, Parfeniuk está enterado de las incertidumbres, de las claramente identificables oscuridades aprendidas en el  largo camino de un rabdomante. En realidad, no es un secreto que el acceso a la Poesía no es un acontecimiento común en el estar cotidiano de las personas. Muchas de ellas transcurren sin la sospecha de que existen ciertos objetos  construidos con palabras que nos confunden, llevándonos a otros espacios de la realidad. Tengo la certidumbre que la lectura de la obra de Parfeniuk transforma la vida, que invita a pensar que hay una Poesía por renacer a cada instante.

Somos devotos de la obra de Parfeniuk, de sus convicciones y apreciaciones, porqué no, de sus desazones ante implacables realidades, a su necesidad de inquietar a su apasionado silencio con el lenguaje. De manera que aquí estamos acompañando  un merecido homenaje a quien representa valores tan estimados, contagiados también por el encuentro con la amistad y el reconocimiento a la buena Poesía, tan merecido, que hoy le brinda a nuestro autor la Ciudad de Carlos Paz.

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