Vicisitudes de la geo economía argentina

jueves, 7 de noviembre de 2019 · 21:33

Por Ezequiel Beer

(ALAI am)

 

En el periodo que abarca los últimos 70 años de la historia económica argentina la participación en el mercado mundial tuvo una denotada caída en términos porcentuales y regionales.

Para los guarismos del año 1948 se presentan un índice del 2.8 Por Ciento mientras que para los últimos años de esta década, nos encontramos que la Argentina solo representa el 0.3 Por Ciento del comercio mundial.

Es decir, una involución profunda de la cual todavía hoy no se ha podido superar.

Por otra parte – y fruto también de políticas exógenas al país – los destinos se han regionalizado perdiendo presencia en el Viejo Continente apenas sopesado por el albur asiático que fuese al compás de una continua re primarización de la cartera exportadora fruto del diseño político sellado desde el Proceso de Reorganización Nacional cuya matriz no ha sido modificada aun a nuestros días.

La imperiosa necesidad de obtener divisas – tanto para aplacar los apetitos del endeudamiento externo como para capitalizar las arcas públicas – debe obrar sobre la creatividad en los mecanismos de colocación de la producción interna.

Variados países de exitoso desempeño exportador han utilizado la figura del traider inserto en los mercados externos que permite aligerar los vaivenes de la moneda local además de asegurar la colocación de bienes siendo el país un provechoso productor no solo de bienes intermedios sino de productos primarios con valor agregado que dada su calidad productiva se distinguen en el extranjero.

Para ello, es necesario -o casi sin ecuanon- el entrenamiento profesional y lingüístico de nuestros productores a fin de poder dar lugar a dicha demanda.

Ya las distancias – gracias a la revolución del transporte y la tecnología – dejan de lado antiguas barreras geográficas que impedían o encarecían el fenómeno del comercio mundial.

Si bien existen todavía barreras arancelarias en los países centrales, una estratégica política exterior permitirá alivianarlas, pero en un mundo de ascenso de sectores medios en las nuevas geopotencias asiáticas se constituyen casi en el destino natural de la colocación de nuestros distinguidos productos.

De esa manera se podría generar producción y trabajo genuino local distribuido a lo largo del territorio y que además puede operar como un pívot atrayente de mano de obra de los distintos puntos del país descomprimiendo la macrocefalia bonaerense de manera paulatina.

Varios países de la región tienen producción similar a la argentina por lo tanto la competencia está presente en todas sus formas.

Para ello, no solo bastará con la ventaja en el tipo de cambio, sino que se deberá considerar factores relacionados con la productividad, los costes internos de transporte y la política fiscal.

Nos aproximamos – en breve – a una nueva crisis financiera mundial que afectará los flujos comerciales, pero para que su impacto no sea tan ostensible debemos precavernos y establecer una política externa clara y sostenida en el tiempo que no corra con vaivenes coyunturales que pongan en riesgo los mercados conseguidos dado que su proceso inverso – es decir – su generación tiene un tiempo largo de demora.

Equilibrar nuestro comercio, incorporar divisas a la capitalización del país permitirá en el mediano plazo – también – evitar las recurrentes caídas en la obtención/generación de dólares con el consecuente efecto financiero y cambiario.

La situación del país es crítica pero quizás desde sus cimientos podamos construir la casa que albergue a todos los argentinos y argentinas.

De nada servirán medidas paliativas o coyunturales para remediar una larga y declinante situación.

Debemos dar una respuesta clara y concisa ante esta nueva oportunidad política que se presenta.

Obremos en función.

 

Ezequiel Beer

Geógrafo UBA

Analista político

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