Taramundi de luto. Dolor por la partida de César Calvin
La región asturiana de Taramundi está triste, se fue un gran vecino, un hombre que dignificó su vida con la cultura del trabajo y el apego a su tierra bendita. Hoy llora Taramundi, pero le queda el suspiro de la eternidad en el recuerdo, en sus amigos y familiares, en sus vecinos y en el fuego sagrado que tiene la nieve y el agua en sus corazones.
Su amigo entrañable, el poeta José María Chema Cotarelo se enteró de la partida de César Calvin, (59), en Córdoba, Argentina, y sólo sus lágrimas enjuagaron en vino y pan, y escribió:
"A mí amigo del Alma Cesar Calvin, porque yo fui pan de su trigo y por la lágrima que asoma tras su marcha, esta tarde de trigales doloridos."
Trigo
De la tierra pura
sutil, leve, surgido;
trigo.
Tierra hombre, tierra nada,
tierra verde limbo,
como si fuera estatua
de soledad o misterio erguido.
Trigo
Un muro de agua
que esconde sus lamentos
retorna ungido.
Sobre la piedra se empuja
lenta
la sangre blanca,
la herida honda
que llega al cielo
en su bramido.
Y ya todo es nada
entre las manos;
agua, piedra, maquila
salvado, rendija, madre:
trigo.
Y puños de ansia derrumbándose
y artesas y oraciones
y el crepitar de la leña
en el horno anochecido.
Trigo, silencio, escarcha
de siglos de hambre,
reloj sin tiempo,
hombre sin destino.
Por el aire, una abeja finísima
se posa sobre un retrato antiguo;
ay, pan de entonces,
ay, espejo crecido.
Trigo.
Un golpe de nostalgia
se refleja en el mar del abismo,
la luz resbala sobre el sueño
que ya se aleja enfurecido.
La masa está dispuesta,
se desborda el labio trémulo
y una lágrima asoma.
Somos pan de aquel trigo.
Y levantó una copa con el tinto de sus amores, un malbec de Mendoza, Angélica de Catena Zapata, para emular la última vez que se abrazaron en su casa en noviembre pasado. ¡Gracias César por lo que diste y dejaste!