Por los adoquines otoñales del viejo Totoral

José M. Cotarelo Asturias

(Especial para El Diario)

 

La generosa tierra argentina, que siempre fue lugar de acogida de inmigrantes, auxilió también a muchos de los intelectuales de distintos países que huían de la guerra, la persecución o del hambre.

Un rincón del viejo Camino Real, con fondo de serranía cordobesa que llevaba al Alto Perú, “El Totoral”, fue lugar de paso y reposos de escritores de la talla de María Teresa León, Rafael Alberti, o Pablo Neruda.

Están muy documentadas la estancia del poeta español y de su esposa en los años 40, donde pudo terminar “el clavel y la espada, y el homenaje a Machado “De los álamos y los sauces”, “siempre tendrá tu sueño la gloria necesaria:/ álamos españoles hay fuera de Castilla…” Rafael, se traía la pena de su amigo Federico García Lorca, fusilado, “venid los que nunca fuisteis a Granada”, Miguel Hernández muerto en la cárcel, y unos cuantos amigos escritores más diseminados.  

“Nos retuvo el campo de Córdoba, un pueblo de totoras –o cañas– como flechas, El Totoral, con su río pequeño, nos retuvo casi un año junto a las alamedas de un grande y nuevo amigo, Rodolfo Aráoz Alfaro”.

“La casa roja” que heredara Rodolfo Aráoz de su padre, era llamada el pequeño Kremlin. Rodolfo llegó a ser secretario general del Partido Comunista para toda América Latina.

“El arco de Neruda” que diseñó para la entrada de la estancia me recibió el pasado domingo 31 de marzo, aún con los ecos del VIII Congreso Internacional de la Lengua Española retumbando por los vientos y el cielo cordobés. Aquí el premio Nóbel escribió varias Odas, como la célebre Oda a las tormentas de Córdoba: “Espada de oro/de pronto/ cae un trueno/ como una/ piedra/ sobre un tambor de cuero rojo…”  Aquí fue detenido y encarcelado en el año 1957.  Neruda no pudo recibir a Alberti en Chile, como le había prometido. El Poeta le escribe estos versos en los que se refiere a Lorca: “Iremos, Rafael, adonde yace/ aquel que con sus manos y las tuyas/ la cintura de España sostenía. / El muerto que no pudo morir, aquel a quien tu/ guardas, / porque sólo tu existencia lo defiende.”

Otros visitantes ilustres fueron León Felipe, Atahualpa Yupanqui, Jorge Cafrune, Joan Miró, Tejeda, Mercedes Sosa…

Hoy, al pasear por sus viejos adoquines, así de pronto, se me pianta un lagrimón.

Comentarios