25 de Mayo...La patria aún espera por nosotros

Por Néstor Pérez

(Escritor y periodista)

 

Estimulados por la independencia de los EEUU resuelta en el mismo año 1776 de la creación del virreinato del Río de la Plata. Respaldados por las acciones militares de 1806 y 1807 cuando españoles y americanos rechazaron a los ingleses en su intento de ganar mercados por las armas. Y rendida a la espada de Napoleón Bonaparte la Junta de Sevilla, los jóvenes iluministas porteños se lanzaron a tumbar el régimen colonial impuesto a sangre y fuego casi tres siglos antes. Los inflama la letra del Contrato Social, los cobija intelectualmente La Enciclopedia, los empuja su ilimitada convicción de que los tiempos regios deben terminar por las malas.


Un año antes, con solo 19 años de edad, Bernardo de Monteagudo tomaba parte de la rebelión de Chuquisaca contra los abusos de la corona, diciendo: “Hemos visto con indiferencia por más de tres siglos inmolada nuestra primitiva libertad al despotismo y tiranía de un usurpador injusto (…) Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez”. Sofocado ese levantamiento popular, será gérmen del 25 de Mayo de 1810.

Instalada la Primera Junta, dos facciones entraron en tensión, la Morenista, jacobina, decididamente revolucionaria; y la del potosino Saavedra, conservadora y encaminada a sustituir españoles por americanos con la misma matriz de sumisión y atraso.
José Ingenieros en “Evolución de las ideas argentinas”,
señala tres actos claves en esos días, en los ordenes político y civil.


. La deportación del Virrey y cinco miembros de la Real Audiencia
. La destitución del Cabildo “por los repetidos ultrajes inferidos a pueblo”, enfatizaba la disposición.
. El desconocimiento de las autoridades peninsulares (España)

El mismo día 25 la Junta, donde destacaban la inteligencia y visión política de Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Juan José Castelli, envìa misiones militares al interior para desmontar el aparato español y sumar voluntades a la revolución porteña. Pero ese interior, con la sobresaliente y reaccionaria Córdoba, no tenía intenciones de desembarazarse de la corona, cómodo como estaba con el comercio monopólico con España y sus privilegios de clase.
En la provincia mediterránea un clérigo adherente a la revolución y que también había leído y discutido a Rousseau, se sobresalta por el círculo de conducción cerrada que pretenden los abogados porteños. Es el Deán Gregorio Funes quién será traicionado por un amigo, Pedro Vicente Cañete, cuando lo delata ante el Intendente Saez, el que lo informará al Gobernador: “Hasta aquí habíamos tenido un gran concepto al Deán Funes (…) se ve que está metido en una revolución que se fragua en Buenos Aires, por lo que hay que velar sus pasos”.
El religioso, hombre ilustrado en la teoría política, quiere un reverso de la centralidad morenista, una representación de mayorías, nacionalizar el poder y así lo dirá: “Todo gobierno que no tenga bases firmes y permanentes será siempre juguete de los hombres”.

De esa disputa por la legitimidad nacerá la Junta Grande, y Moreno marchará a su muerte en alta mar.

El abogado, cuya tesis doctoral había versado sobre el indio y su trabajo esclavo en el inframundo minero, había diseñado una hoja de ruta para no extraviar el rumbo de la revolución. Un programa de gobierno donde se abraza la idea del proteccionismo, pero al mismo tiempo se reservan inmejorables posibilidades para Inglaterra y sus manufacturas. No falta ni el control del tipo de cambio: “Es necesario que se prohíba absolutamente que ningún particular trabaje en las minas de plata o de oro, imponiendo pena capital y confiscación de bienes”. Oro y plata, metales para acuñar moneda. Recursos para el Estado embrionario. Es el Plan de Operaciones, fechado el 30 de agosto del año X. Al que tampoco le falta el recurso de la violencia para sofocar, reprimir o convencer. Contra los enemigos declarados y conocidos, ordena adoptar una conducta “cruel y sanguinaria”.

Al evocar ese tiempo de pariciones prodigiosas, hay que situar en el escenario de las ideas a un Belgrano fulgurante. El economista doctorado en Valladolid elogia a la industria: “El modo más ventajoso de exportar las producciones superfluas de la tierra es ponerlas antes en obras o manufacturas”; y propicia el desarrollo del mercado interno, “la importación de las mercancías que impiden el consumo de las del país, o que perjudican el progreso de las manufacturas, llevan tras de sí la ruina de una nación”. No pasaría mucho tiempo para que la división internacional del trabajo demoliera esa pretensión de autonomía. El esquema agroexportador nos hizo ver que corríamos cuando nos habían amputado las piernas.

Antes de abandonar la inaugural Primer Junta, diremos que en esos días crepitantes nacía la Biblioteca Nacional, se fomentaba la educación primaria, y se creaba La Gazeta de Buenos Ayres, primer órgano de propaganda.
Con el correr del tiempo, aquellos intereses encontrados deslucirán el rumbo y afectarán los propósitos revolucionarios. Los conservadores nunca cedieron (trazo perdurable a través de los tiempos).
La revolución volverá a sus fuentes en la Asamblea del año XIII, con una legislación sin precedentes.
El 24 de marzo: “Queda desde este día absolutamente extinguida la autoridad del Tribunal de la Inquisición”. 166 años después, otro 24 de marzo tendrá a su cargo recuperar “la facultad de velar sobre la pureza de creencia”... Será la que restaure la mazmorra abolida, como lo hiciera con la esclavitud, aquella magna herramienta revolucionaria.
Poco tiempo después, la nación se hundirá en el desencuentro, en ancas de dos tendencias que siguen pugnando hasta nuestros días.
El cronista no consigue eludir la celada que tienden las ocurrencias históricas...Año 1776, libertad para un pueblo, cadenas para otro. 24 de marzo, fin y restauración de la Inquisición, siglo y medio de por medio...Ahora será el año 20. Solo, pobre y de hidropesía morirá el creador de la bandera. En ese año de 1820 comenzarán también las luchas intestinas por un modelo de nación. ¿A favor de los intereses británicos o a favor de un país por hacer? ¿Federal o Unitario? ¿La barbarie de Sarmiento o la civilización de Alberdi? ¿Agroexportador o industrialista? ¿Librecambista o proteccionista?...¿Libres de España, cautivos de Bs. As?...Un debate donde se cruzaron los mejores esgrimistas de la palabra provistos por estas tierras, con obras de notable agudeza y mejor estilo.


Corrió mucha sangre desde entonces. El propio constitucionalismo, la quintaesencia del pensamiento constructor, no estuvo al márgen de la efusión en el desarrollo de su arquitectura. ¿Somo libres después de Mayo?...la legitimidad de la pregunta hunde raíz en nuestras sucesivas derrotas colectivas. Los 30 mil desaparecidos. La deuda externa. La funesta pobreza estructural. Este persistente tironeo por salvar la ropa doctrinaria, aún a costa de tanta víctima.


Esta patria es la que seguimos escribiendo, porque aquellos hombres de mayo aún esperan por nosotros.

 

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