Entrevista a Aldo Parfeniuk

En su día: La historia cultural de la ciudad

Hoy Villa Carlos Paz festeja su 107 años y el poeta y ensayista carlospacense describe en pocas líneas parte de la historia cultural de la ciudad que lo vio nacer, crecer y que recientemente le otorgara la Medalla del Centenario, el máximo galardón que entrega el municipio.

 

En esta ocasión me parece oportuno hablar sobre uno de los temas de la historia local que merece tratamiento detallado, nuestra historia cultural, a través de sus protagonistas. En este caso de uno de sus grandes poetas.

 

Me parece muy bien, porque es una buena manera de visibilizarlos y de homenajearlos. Además, se trata de una deuda pendiente: no le hemos dado la importancia y el trato que se merece (se hizo historia sobre política, turismo, deportes, etcétera, pero no sobre cultura y arte.)

Si tuviera que hablar de gente de la cultura local, puedo hacerlo con cierta propiedad por haber sido contemporáneo de muchos de ellos.  En general, personas que hicieron cosas a partir de 1955 y hasta la fecha. Son muchos años: quizás los más importantes de la Villa, por lo intensos y porque son los de la explosión de Carlos Paz; y de lo cual aquí apenas si puedo ofrecer un pantallazo.  Dije 1955 -cuando  apenas tenía 10 años- porque fue cuando conocí a un artista que me impactó: Atahualpa Yupanqui. Fue en la casa de los Capurro (suegros de Oscar Dreich) al final de la actual calle Catamarca, donde Yupanqui se había refugiado ( me contó Mirtha Makianich que Yupanqui también  estuvo  en la casa de Ismael Arguello, uno de los vecinos que habían gestionado su venida para participar en las actividades de la Quincena del Turismo.)

Después supe que el gran folklorista hacía poco que había renunciado al Partido Comunista, pero los peronistas de la época todavía lo perseguían como tal. Aquí, en aquella ocasión,  las autoridades de turno (que dejarían de ser tales en setiembre, por la Libertadora) no le permitieron actuar en el Cine Yolanda. Una noche me llevó mi hermano Miguel  y allí, en lo de Capurro, asistí al milagro de su música y su sabiduría y -entre otras cosas que recuerdo- al bautismo, por parte del gran artista, del dúo local “Los Serranos”, de García/Rosales.

También menciono la anécdota para hacer notar la importancia que los dirigentes de la época (eran vecinos que actuaban desde diferentes y pequeños grupos, ya que la Municipalidad recién comenzaba) le prestaban a los espectáculos y personalidades de jerarquía cultural.

A veces se trataba de vecinos aislados, como es el caso de (Jorge) Furt, o dueños de hoteles como el Yolanda que ya habían traído a la Villa compañías teatrales como la de Florencio Parravicini. Por cierto que el paisaje natural se prestaba para el ocio creativo  y los dos o tres grandes hoteles garantizaban calidad de servicios gastronómicos y algo de vida nocturna. El conjunto de atractivos fue determinante para que estuviésemos rodeados de artistas y escritores, algunos de los cuales establecieron en los alrededores sus chalets de veraneo.

Más en la intimidad de la Villa, y en cuanto a expresiones populares, hay que destacar el protagonismo que tuvieron las agrupaciones gauchas, las academias de danzas folklóricas y las peñas. Tanto las academias de los Mieres, López Díaz, Rotundo, Silva; las peñas La Calandria, Pago Alegre, Fogón Serrano, La Amistad, Los Creadores y las distintas agrupaciones gauchas, fueron semillero y escenario de figuras locales y artistas invitados que no solamente le pusieron música, arte y contenidos criollos a nuestras noches pueblerinas, sino que animaron inolvidables Fiestas Patronales que muchos extrañamos cada vez más.

 

¿Y qué antecedentes, qué referencias históricas se pueden mencionar?

 

En realidad, tanto Carlos Paz como sus alrededores desde hace casi ya cien años empezaron a recibir la visita de gente del arte y la cultura: a la Villa y zonas vecinas  se las puede imaginar como una suerte de San Marcos Sierras o Villa Las Rosas de aquella época. Por aquí se radicaron transitoriamente y crearon obras importantes grandes artistas, como los pintores Luis Cordiviola, Rogelio Yrurtia, Guillermo Butler, Egidio Cerrito; músicos como Manuel de Falla, Sigfrido Prager; escritores como Martín Furt, Ernesto Sábato, Enrique Wernicke, Pablo Rojas Paz, Ricardo Molinari, Leónidas Barletta , Edgar Bayley, Alejandro Nores Martínez, Alejandra Pizarnik; talentos del teatro y el cine como León Zárate.

Detrás del cineasta Federico Valle -y según bien lo hace notar en su último libro Pedro Solans - no solamente llegaron intelectuales y escritores, sino que se rodaron películas (en alguna de ellas trabajó Eva Duarte) que hoy forman parte de la época de oro del cine argentino –la precursora “Flor de durazno”, o después  “Del Cerro al Valle”- ; épocas de Artistas Argentinos Asociados y Argentina Sono Films, cooperativas que honran a la cultura nacional: por supuesto, sin olvidar lo que protagonizaron posteriormente  artistas como Mercedes Carreras, Osvaldo Miranda, Enzo Viena o Sandro; sumando luego toda la movida teatral no solamente de temporada – que es cuando Rodolfo Bolognani, de Turismo, empieza a invitar a Angel Magaña, Guillermo Bredeston, Ricardo Bauleo y otros, y que llega hasta nuestros días- sino lo que se puso localmente, como la primera Compañía Carlos Paz (Grimberg, Luchelli, Bonessi, Press…) , la Troupe Los Calaveras, la Escuela de Teatro Barletta, o el grupo de Oscar Brico .

Mención aparte merece la elección como subsede, por aquellos años, de varias ediciones del Festival Internacional de Teatro de Córdoba, que nos permitió, por ejemplo, conocer el Teatro de la Pobreza de Grotowski o al Grupo Rajatable, en las épocas de Paco Giménez, Dante Cena y otros.

Más allá de lo teatral hay que mencionar a una agrupación también relevante, según fue Amigos del Arte y sus múltiples actividades en plástica, literatura y música, como cuando organizó el concierto de Witold Malcuzynski. Lo mismo puede decirse de los Festivales y Encuentros de Coros nacionales e internacionales, y de la sostenida labor cultural-educativa de instituciones como el Centro Italiano y la histórica Biblioteca José H. Porto.

En síntesis, aquí funcionó una pequeña pero importante colonia artística y numerosos proyectos y realizaciones que vale la pena investigar y poner en valor: es una de las tantas tareas historiográficas ordenadas que nos debemos y es uno de los componentes identitarios fuertes de Carlos Paz que hay que recuperar. En esta charla solamente –y a modo de homenaje, repito- solo cabe hacer un recorrido panorámico e incompleto.

 

Aquí no hubo un trabajo sistemático ni orgánico de rescate y estudio de la historia, sino más bien trabajos parciales de compilación de noticias, datos, etcétera: ¿se trata de un problema que hay que resolver?

 

Aquí se fue haciendo lo que se podía en cada momento, en cada etapa. Si bien hubo –y hay- mucho trabajo de rescate más bien periodístico y poco riguroso, eso es mejor a que no haya nada; ni siquiera interés por el pasado. En tal sentido, es preciso que el lector sepa que en los trabajos periodísticos y literarios de por ejemplo de Pedro Solans   hay importantes y bien documentados aportes a la cuestión;  en ese sentido su reciente  El Pantanillo de Ernesto Sábato es un buen ejemplo.

Volviendo al tema de hoy. A mí lo cultural me resultó siempre un tema muy familiar debido a mis actividades en la literatura, la música, la historia –incluyendo mi trabajo en Patrimonio Cultural municipal- la docencia y el periodismo cultural, algo que durante muchos años hemos compartido con vecinas y vecinos entrañables y que aquí no quisiera dejar de recordar, entre otros:  Ana Rosa Domenella, Marina Capriz, Yolanda Bonessi, Carmen Cena, Rosa Capella, Francina Acuña,  Anita Levinstein, Olga Frizotti, Silvia Zerbini, Magdalena Urbani, Adriana Ramponi, Lía Avancini, Yolanda Dethou, Laura Russo, Norma Minardi, Nelly Antokoletz, Silvia Coggiola, Coqui Simonella, Amapola Campanini, Isabel Lagger, Alicia Bergamín, Edgardo Tántera, Cacho Castronuovo, Pepe Berraquero, Kelito Romero, Guillermo Aguilar, Nicolás Caprio, León Zárate, Nardo Spinelli, Sergio Silva, Emilio Pacher, Alejandro Odasso, Pepe Melchior, Oscar Salas, los hermanos Zechín, Raúl Rodríguez Periér, Perico Murúa, Aldo Capello, Diego López Escobar, Jose Canevari, Jomer Villa, León Barsky, Pepe Mieres, José Luis Pinczinger, Ricardo Baqué, Raúl Hamsa, Chacho Boggio, Roberto Acosta, Rodolfo Candi, Antonio Biasizzo, Gustavo Avila Paz, José Oviedo… Pido disculpas por las omisiones que pueda haber, que son involuntarias; de cualquier manera los nombres que menciono  representan a todos; por otra parte estoy nombrando a los compañeros de proyectos y actividades. La gente de Cultura actual -en todos los órdenes- es numerosa, diversificada, y trabaja muy bien por supuesto.

Queda para otra ocasión continuar con la enumeración (y recreación) de nombres y hechos –por ejemplo los periodistas o los historiadores…- que hicieron la mayor parte de lo que tenemos como  historia cultural y artística de esta querida Ciudad-Villa en la que algunos nacimos, otros se criaron y muchos más vinieron a darle color y vida en una elección que nos honra a todos.

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