Recorriendo imágenes de Villa Carlos Paz de antes

Por Aldo Parfeniuk (Poeta y ensayista)
domingo, 26 de diciembre de 2021 · 09:30

Por Aldo Parfeniuk
(Poeta y ensayista)

Aldo Parfeniuk nació en Villa Carlos Paz en 1945. Es licenciado en Filosofía y Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea, ensayista, crítico literario y docente-investigador universitario en la Facultad de Lenguas de la Universidad Nacional de Córdoba, en donde dictó clases de Antropología Cultural y de Teoría y Práctica de la Investigación. Autor de varios libros de poesía y de ensayos.

 

 

 

Me propuse recorrer imágenes de Carlos Paz cuando era una Villa. de Sobre todo imágenes en papel, fotos que ya son antiguas.  Y también imágenes de la memoria –no virtual, sino todavía humana- que a veces vuelven por capricho; o porque una palabra, un aroma, cualquier pequeña cosa las ha despertado. A veces pasa eso, uno recuerda y cuenta cosas.

 Sin garantizar la certeza, la fidelidad de lo que iré relatando; porque son cosas de hace mucho tiempo,  y algunos detalles y perfiles han cambiado; o directamente han desaparecido. Pero lo central no.  Por ser un pedazo de la vida de uno, se ha fijado en alguna parte del ser propio.

Y cuando uno recuerda así, y decide contarlo, también habla de lo que hubo antes de lo que ahora existe. Y para que lo de ahora exista, porque no salió de la nada.

El Carlos Paz de los años cincuenta era una más que tranquila aldea serrana haciendo su siesta entre la montaña y el lago.

Los niños y la gente joven, aparte de las escasas obligaciones educativas que tenía, se dedicaba mucho y vocacionalmente a diversas prácticas deportivas. Se hacía de todo un poco: ciclismo, atletismo, básquet, equitación, cuadreras, boxeo, natación, náutica, waterpolo, motociclismo, automovilismo…: todo amateur, por supuesto, aunque con diferencias económicas –es decir sociales- para sus prácticas

Pero toda competencia convocaba a todo el escaso vecindario, ya que no había demasiada oferta de entretenimientos, aparte de escuchar la radio, leer alguno de los escasos periódicos que llegaban desde Córdoba, o asistir a alguna esporádica función cinematográfica y, en verano, contados  bailables en alguno los dos o tres hoteles grandes (el Carlos Paz, el Yolanda, el Carena…) y, con perfil más popular , pistas como La vaca echada (y después La Luciérnaga, Ocean, Splendid, El Farol de los gauchos, Balalaika, Orfeo, Italia…)

Por eso cualquier evento congregaba a casi todos los parroquianos de la joven Villa que, cuando nací, en 1945, tendría con suerte unos dos mil vecinos estables. Había unos setenta abonados a la Unión Telefónica y las calles no tenían nombre (o no se los usaba): la panadería La Serrana estaba a metros del puente Viejo, la Hostería Bristol sobre la ruta Nacional (hoy Sarmiento y Roma) y así…

Por aquellos años estaba de moda el ciclismo; seguramente por el reciente trazado de una flamante ruta 38 que invitaba al pedaleo (hacer las curvas de Villa del Lago era un desafío frecuente)

En una foto del año cincuenta aparezco sobre los hombros de mi hermano Miguelito -el Ruso: músico, panadero, futbolista…- celebrando la performance, si no me equivoco, de Antonio Asti. También creo que uno de los Bordolini,  que ya tenía debilidad por las dos ruedas, es el que figura a la izquierda.

El hecho es que Carlos Paz dio buenos ciclistas, siendo quizás el más reconocido el Negro Bracamonte. Las bicicletas –atendidas en el taller de Luis Demarchi y más tarde en el de Arfini-  se usaban también para trabajar, como las de rueda delantera chica y canasto, que eran de reparto. En cierta ocasión  Kelito Romero  (con Salmo Saieg  trabajaban en el frigorífico Belgrano, de Temperini) volviendo de repartir carne en Tanti, se quedó sin frenos en los Cortes de Furt. Pero logró zafar: para suerte del fútbol (fue el primer jugador pago de Punilla)  y, por supuesto, de la poesía.

Pero la “pasión de multitudes” era el fútbol. Para todas las edades. A los diez años me tocó jugar al Baby Fútbol  de arquero en el equipo del Barrio Obrero Eva Perón  (con camisetas donadas por la Fundación Evita) y dirigido por Torres , uno de los tantos Torres  de barrio El Escondrijo – comandados por Don Venancio-  -  que hicieron a la historia del fútbol en Carlos Paz.  La final de aquél campeonato se jugó en el Club de Peca,  y ese verano de 1956 salimos campeones.

Al pie de la foto que acompaña esta nota aparecen los nombres de mis compañeros del Barrio Obrero , y detrás la barra grande de seguidores (que también seguían los partidos y campeonatos por las apuestas) entre los que alcanzo a reconocer  a Del Toro, Palacios, Soria, Miraglia, Saieg…

Pero el fútbol “mayor” que tuvo la Villa ya venía de unos años antes: entre otros  con el Club Barracas, con equipo dirigido por Zenarola; con el Bolívar, dirigido por Venancio Torres; el Atlético Carlos Paz, El Ciclón, San Martín, Villa Independencia, en el que jugaba José “Tito” Korein, que dejó el arco de la 1ra. de  Racing de Avellaneda para venirse y montar la Hostería La Carolina -el actual Hospital- (donde venía a hacer pre temporada Boca)

Las fotos de algunos de esos equipos ofrecen decenas de rostros bien conocidos por los vecinos antiguos – sobre todo los seguidores del fútbol- de aquél Carlos Paz de los años 40/50.

                                                                      

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