A propósito de la celebración de los inocentes (que no ingenuos)

martes, 28 de diciembre de 2021 · 10:33

Carlos Alfredo Matallana

Inspira al inhalar, llenando  los pulmones de oxígeno y libera al exhalar, flexionando el tronco y vaciando por completo tu cuerpo.
Ábrete al Dharma, para asumir con honestidad el Kharma y trascenderlo.

Lo que lanzamos regresa a nosotros y podríamos asignarle la denominación de ley del boomerang...aunque por convención se le conoce como de causa-efecto.

¿Qué significa esto para la vida? Sencillamente que cada acción produce una reacción y, que en la superficie los acontecimientos derivan de unas intenciones...

A través del análisis y comprensión de la realidad que logramos observar, de acuerdo al nivel de conciencia alcanzado en lo sensitivo, sabemos que lo emitido previamente por nuestro deseo es resultado de los niveles de gozo y serenidad internos. Así las cosas, en el presente tenemos lo que hay, como fruto de lo sembrado en el camino. Sin embargo, podemos modificar el futuro, cambiando nuestros motivaciones actuales...

El sentir, las palabras y los actos, son semillas que sembramos cada día.

Esta afirmación no conlleva poder controlar nuestra vida, ni que nos tengamos que sentir culpables porque las cosas no vayan acordes con lo anhelado.

El que va con una canoa por el río, utiliza toda su pericia con los remos y la embarcación, pero sigue estando a merced de las inmensas fuerzas del agua.

Todos tenemos dos instrumentos para el avance, al igual que la justicia tiene en una mano una balanza y, en la otra, una espada...

A través de la razón, del aprendizaje y de la modificación de nuestras acciones, podemos desarrollar cierta habilidad para fluir con los acontecimientos, pero también tenemos que aplicar la confianza y la capacidad de adaptación sin resistencia al cambio.

Nunca podremos manejar todos los hilos del tejido existencial, pues es la VIDA LA QUE SABE MÁS que nosotros, y a pesar de los esfuerzos que realicemos, nos continuará ofreciendo variables impensadas, para recordarnos lo que está más allá de nuestro control.

Así las cosas, el Guerrero Espiritual, hace todo lo que puede: se corrige, aprende, modifica sus estrategias, cambia internamente, se hace más humilde y sencillo, se adapta, acepta y asume...

Adicionalmente, vuelve a empezar y vuelve a trabajar con más eficiencia, procurando no repetir los viejos comportamientos,
en la certeza que existe una fuerza superior que lo guía.

La balanza nos indica siempre que tenemos dos platillos que mantener en equilibrio, y no una sola cosa...
Nuestra verdad siempre es sólo una parte, luego, está la verdad de los otros: en la que nos probamos: la realidad, los acontecimientos...

Hay que buscar entonces el término medio, sin quedarnos en actitudes elusivas...

Y, como si fuera poco, a veces incluso, para avanzar, debemos renunciar al equilibrio.

Por todo esto, actuemos desde la Inocencia del que no enjuicia, clasifica o pretende ir por delante de los demás. Mirar con ojos de pureza hace que el paisaje y cuánto sucede en el medio sea un deleite.

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