Hans Ulrich Rudel fue autorizado por Perón a viajar el 15 de agosto de 1953

El héroe de la aviación nazi que vivió en Carlos Paz y trabajó para la Fuerza Aérea  

 Por Vidal Mario. *(Autor del libro “¡Heil Edén!”, la conexión argentina con la Alemania nazi)
domingo, 15 de agosto de 2021 · 16:21

El 15 de agosto de 1953, Desde Hannover, el partido de extrema derecha Deutsche Reichs Partei (DRP), envió un telegrama al presidente Perón pidiéndole que autorice al ex coronel de la Luftwaffe, Hans Ulrich Rudel, viajar para participar de las elecciones legislativas que se realizaría en Alemania en septiembre.

 

Ya en plena madurez, Hans Ulrich Rudel visitó a su ex protector y benefactor en Puerta de Hierro. El héroe de la aviación alemana tenía tanto prestigio que en su momento hasta llegó a ser proclamado “Führer” por una agrupación neonazi.

 

El telegrama estaba firmado por Adolf von Thadden, presidente de esa agrupación política neonazi, de la que el referido ex héroe de la aviación alemana era candidato a diputado. Perón concedió el permiso solicitado, Rudel llegó a Amsterdam el 27 de agosto, y esa misma noche se trasladó a Dusseldorf. Pero su candidatura a diputado terminó siendo vetada por las autoridades electorales de la referida región ¿Por qué desde Alemania le tenían que pedir permiso a Perón para que pueda participar de una campaña política en ese país?

Porque este piloto de la Fuerza Aérea de Hitler, que vivió en Villa Carlos Paz, en un chalet en Villa del lago, en cuyo currículum figuraban 2.530 misiones de combate, vivía en esa propiedad cerca de lago San Roque y a pocos kilómetros de la planta de investigaciones de Córdoba, y trabajaba como “instructor de vuelo”.

Tan notable continuaba siendo el prestigio y valoración de Rudel en Alemania que una organización neofascista lo proclamó “Führer” en Berlín, según lo informó el diario local Nacht-Express en su edición del 21 de noviembre de 1952. En otras palabras: Argentina tenía un “Führer” trabajando para el gobierno de Perón.

Durante la Segunda Guerra Mundial, había sido uno de los principales comandantes de “stukas”, y todavía seguía siendo oficial de la Legión Cóndor de España. Además, había sido condecorado con la Cruz de Hierro con espada, hojas de roble, de oro y brillantes, siendo el único que en Alemania había logrado semejante distinción militar. Perón, en la Argentina, y Stroessner, en el Paraguay, lo admiraban.

Respecto del dictador paraguayo, el periodista Cristian Nielsen recordó: “Cuando Hans Ulrich Rudel llegaba al Palacio de López, cualquier otra audiencia quedaba cancelada, y el piloto del Stukas de la II Guerra Mundial entraba al despacho de Stroessner sin demora alguna”. Se desempeñaba, también, como uno de los propagandistas del gobierno peronista. En este sentido, junto con los también alemanes Rulf Dangl y Karl Morghen el 31 de marzo de 1953 llegó a la cima del volcán Llullaillaco, en el límite argentino-chileno, donde depositó “un cofre conteniendo un mensaje para el presidente Perón, así como banderines con los colores de Argentina y Alemania”.

 

Más alemanes en Córdoba

 

Además de él, en Córdoba figuraban también como trabajadores del Instituto Aerotécnico y la Fábrica Militar de Aviones otros sesenta y dos técnicos e ingenieros alemanes.

Uno de ellos era director del Instituto Aerotécnico de Córdoba. Su nombre era Willy Kurt Tank, un destacado diseñador aeronáutico alemán durante la guerra, especialista en energía por reacción y ex ingeniero jefe de la fábrica de aviones Focke Wulff. Éste había sido traído al país como Karl Mathies, vivía en un chalet de Villa Carlos Paz. En una oportunidad, declaró que volvería a su país en caso que requiriesen sus servicios “para devolver su prestigio a las alas alemanas” Otro alemán que en Córdoba laboraba como “asesor de la Fuerza Aérea Argentina”, y que como los otros también había llegado con nombre falso (“J. Hermann”) era Adolf Galland. El semanario Der Stern de Hamburgo del 16 de enero de 1950 definió a éste último como “el general más joven de la aviación de Goering, y felicitado muchas veces por éste”. Dentro de lo que se denominó “cáncer de la penetración nazi en la Argentina”, Perón también trajo al científico alemán Ronald Richter, a quien instaló primero en Villa del Lago, cerca de Villa Carlos Paz, y después en una isla del lago Nahuel Huapi.

Richter prometió una bomba nuclear a corto plazo. En éste proyecto, denominado “Huemul”, se dilapidó la entonces formidable cantidad de 678 millones de dólares, porque resultó ser un fiasco.

 

Alemanes, en Buenos Aires

 

El 21 de julio de 1949, cinco diputados nacionales de la oposición elevaron un pedido de informe a Perón. Los solicitantes ya habían sido, durante el gobierno derrumbado por el golpe militar del 4 de junio de 1943, miembros de un grupo denominado Comisión Parlamentaria Investigadora de Actividades Anti-argentinas. Más concretamente, de actividades anti-nazis en la Argentina.

Ahora, esas mismas personas encabezadas por el radical Silvano Santander (que después debió huir a Montevideo) querían que Perón les informara sobre lo siguiente:

“Si el doctor H. Theiss, que desempeñara un cargo en el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI) sin poseer carta de ciudadanía, revista ahora como asesor de la Policía Federal. Si se trata del mismo doctor H. Theiss que durante el régimen nazi en Alemania desempeñó funciones técnicas en la Policía Secreta del Estado, “Gestapo”, de aquel país. Si actúan como colaboradores inmediatos del doctor Theis los doctores F. Adam, H. Richner y J. Paecht y, en éste caso, si han llenado el requisito legal para adquirir la carta de ciudadanía. Cuáles son las funciones técnicas que desempeñan estos asesores en la Policía Federal. Si el ciudadano alemán doctor Hans Koch también desempeña algún cargo en el IAPI. Si los ciudadanos alemanes citados, que llegaron al país a mediados del año 1947, desempeñan en el Ministerio de Transporte las funciones que aconsejara el doctor J. Hensath en nota del 28 de octubre de 1948.

A saber: Francisco Schulte y Walfart Schlicktin en la sección “A” de la Dirección Técnica; Ernesto Stamann, Guillermo Banike, Kurt Kunner y Egen Bonner en la sección “B”; Alberto Wuisner, Radu Bratesca Huber, Carlos Keller y Cristian Smith en la sección “C”; Guillermo Tigges, Karl Kallus, Wernes Jauhs, Eric Lipperheide, Eusebio Sticts y Enrique Guhelle en la sección “D”.

Del mismo modo, solicitamos informes de los nombres de ciudadanos alemanes que trabajan en las secciones E,F,G,H, I,J y K del Ministerio de Transporte de la Nación. Si desempeñan alguna función, dentro de las instituciones armadas: el coronel aviador alemán Hans Ulrich Rudel; Otto Skorzeny, general de los Guardias de Asalto de Alemania que rescatara a Mussolini de su prisión; ingeniero Willy Kurt Tank, especialista en aviación, y el ex general de la Lutfwaffe, Adolf Galland.

También, si se dio cumplimiento a la resolución del Poder Ejecutivo del 3 de junio de 1947 de expulsar del territorio del país al sacerdote italiano Eusebio Zapaterrini. Si tiene conocimiento que desembarcó en el puerto de la Capital Federal, del vapor “Andrea Gritti”, disfrazado de sacerdote, con pasaporte falso, el ex jefe nazi del gobierno croata, Antonio Pavelic. Igualmente, si es exacto que han retornado al país, en el vapor “Cantuaria”, los ciudadanos alemanes Paul Wuttkae y Kaethu Müller, expulsados el 13 de junio de 1946 por decreto del Poder Ejecutivo, por ejercer el espionaje nazi en la Argentina”. Obviamente, no obtuvieron respuesta. Pero era cierto: más de cien alemanes de notoria filiación nazi habían sido traídos por el gobierno peronista, casi todos con identidades falsas, y puestos a trabajar en distintos organismos del Estado argentino. La sociedad argentina profundizó el conocimiento de estos hechos cuando el 3 de febrero de 1992, el presidente Carlos Saúl Menem firmó un decreto poniendo fin al secreto de los archivos oficiales que registraron el ingreso de criminales de guerra alemanes. En esos documentos desclasificados constan los movimientos de ex referentes nazis que, huyendo de la Alemania derrotada en 1945, encontraron refugio y protección en la Argentina. Muchos años después de todo esto, en dialogo con los periodistas Torcuato Luca de Tena, Luís Calvo y Esteban Peicovich, Perón admitió que, efectivamente y “más que nada por un sentido de humanidad”, había recibido a “muchos alemanes útiles al país”.

*(Autor del libro “¡Heil Edén!”, la conexión argentina con la Alemania nazi)

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