Falleció Ricardo Bofill en Barcelona
El arquitecto
Por Antonio Tello (Poeta y periodista)Por Antonio Tello
(Poeta y periodista)
-Material publicado en su facebook
Hoy ha muerto, a los 82 años y víctima del Covid, el arquitecto Ricardo Bofill. Fue un destacado partícipe de la llamada "gauche divine" de Barcelona, que solía reunirse en el Bocaccio a hacer la revolución y despotricar contra Franco whisky en mano. Allí se juntaban desde escritores y editores-Carlos Barral, Beatriz de Moura, Vázquez Montalbán, Vila-Matas- cantantes -Serrat, Guillermina Mota- modelos -Margit Kocsis, Francina- y actrices, como Serena Vergano, con quien se casó el arquitecto. Todos ellos formaban el submundo cosmopolita de gran efervescencia cultural al que bajarían, luego Vargas Llosa, García Márquez, Oscar Collazos, José Donoso, etc.
Por entonces, Bofill ya había dado algunas obras singulares por su originalidad constructiva que eran un trazo de frescura frente al aburrido monolitismo de la arquitectura franquista. Aún faltaban algunos años para que realizara el Teatro Nacional de Catalunya, el Palacio de Congresos de Madrid y la ampliación del Aeropuerto de Barcelona, que sería declarado "el mejor aeropuerto del sur de Europa". También estaban lejos las condecoraciones y reconocimientos internacionales.
El verano de 1980, con mi mujer embarazada del menor de nuestros hijos, decidimos pasar nuestras vacaciones cerca de Barcelona y así es que fuimos a parar a "El castell", una de las obras menores pero sin duda singulares de Bofill. Desde el primer momento, los Tello-Helbling supimos que ese era nuestro lugar. Un castillo levantado como las viejas fortalezas medievales, pero con estructuras cúbicas como esos que los niños arman con cubos plásticos. Su piscina trapezoidal, sus pasillos, sus jardines y las soberbias vistas al mar por un lado y al valle de Sant Pere de Ribes y sus viñedos por el otro era y es maravilloso. En los primeros años, era frecuente que autocares de turistas llegaran ante las escalinatas y sus pasajeros entraran en tromba a fotografiar el edificio por dentro y por fuera. A veces salíamos de nuestros departamentos y nos encontrábamos con una cámara y detrás de ella a un japonés, que sonreía y no dejaba de hacer click, click.
Aquí, la familia ha pasado -y sigue pasando- veranos inolvidables, con reuniones, comidas (infaltable el asado anual para la comunidad durante veinte años) y el allí nacido también lo ha elegido para pasar las vacaciones con sus hijos.
Pero hay algo más que, personalmente, me liga a ese lugar del arquitecto Bofill y fue que allí, un año, junto a su piscina pensando en qué me anulaba para seguir escribiendo encontré la razón que me devolvería la identidad que me definía como escritor. Encontrar el motivo del bloqueo fue una liberación que se concretó ese mismo verano, yendo cada mañana a Barcelona, para escribir, a partir de un cuento ya publicado y llamado "El arquitecto", una novela que titulé "El hijo del arquitecto", en uno de cuyos capítulos rindo homenaje al creador de "El castell", que en la ficción levanta una casa que responde a las formas del amor que le inspira su amada que ha perdido la cordura.