Aguafuertes carlospacenses

La Villa, entre motores y trompadas.

Por Aldo Parfeniuk (Poeta, ensayista y periodista)

Por Aldo Parfeniuk

(Poeta, ensayista y periodista)

Fotos cedidas por el autor a El Diario de Carlos Paz.

 

En una nota anterior hablé sobre la vida deportiva en el Carlos Paz  de los años cuarenta- cincuenta,  dedicándole mayor  atención al fútbol  por ser el deporte más popular de la Villa. Como nací y pasé mis primeros años de la infancia en lo que hoy es la calle Cassafousth,   la cancha  que había en la Villa, que estaba en Pellegrini y Arruabarrena, me quedaba muy cerca, por lo que no me perdía partido. Además, cuando jugaba el Atlético Carlos Paz todo el barrio se enteraba porque Don Bernardo D’Elía –debajo de su piluso blanco y desde la galería de la hostería Villa Alicia- no ahorraba en detonar bombas de estruendo, sobre todo cuando hacían un gol  “los azules”.    En esa nota también mencioné que esta era una Villa deportiva, en la que, de manera amateur, se cultivaban muchas disciplinas. Ahora agrego  algo que ahí  omití: el juego de bochas, tan difundido  que todo hotel u hostería competía con tener las mejores canchas y se promocionaba poniéndolo en un lugar privilegiado entre los entretenimientos  ofrecidos.   

La segunda actividad con mayores seguidores en aquellos tiempos eran, si no me equivoco- los deportes mecánicos; sobre todo el automovilismo, que tuvo gran importancia para Carlos Paz hasta no hace mucho tiempo. Pero también se corría en moto, aunque eran pocos los que tenían una máquina para competir (Juan Bulher, Miguel Tarquino, Jorge Descote, Chichí Maculán, entre otros). En una foto de 1945 aparecen participantes de una competencia que contó con mucho público. La partida fue en Santa Rita, pasando por los dos puentes y al cabo de seis vueltas el ganador fue Jorge Descote. En otra imagen desvaída que acompaña esta nota, tomada en un puesto local de control de ruta del Gran Premio Internacional de 1936, aparecen, al medio, Clemente Carena; a su izquierda Mateo Villareal y de traje oscuro Domingo Velázquez.

En automovilismo, Carlos Paz, históricamente, fue paso obligado de grandes premios de turismo carretera , internacionales y nacionales. Teníamos nuestros ídolos personales (empezando por Marimón, y después los Gálvez, Menditeguy,  Castellani, Álzaga, Cabalén,  Ciani…y Descote)  que representábamos en competencias infantiles de autitos de plástico y masilla y a quienes de vez en cuando veíamos pasar , corriendo  etapas de  Grandes Premios; y a veces en los finales de etapa de la estación de servicio Descote-Bonzano (donde actualmente hay una YPF) Por supuesto: nuestro mayor ídolo y representante  era Jorge Descote (volveremos sobre él para hablar de sus actividades como hombre público). El otro crédito local era Francisco “Paco” Bentoso, dueño del bar y confitería “Río de la Plata”, en lo que hoy es Sarmiento y Arruabarrena.  Por aquellos años Tullio Riva –que luego sería el otro representante local- estaba terminando la primaria, pero ya se animaba con la chata de su padre carpintero, con taller en el “camino a Cabalango” como se conocía a la actual calle Roma. En la foto  reproducida también aparece su amigo el “Flaco” Heriberto Giorgi.

En otra imagen de esta nota aparece Descote ( como siempre, de anteojos oscuros) como centro de uno de los tantos  reconocimientos por sus méritos deportivos de la década del cuarenta.  Aprovecho para agregar que este es uno de los escasos registros que hay del maestro-pastelero, gran político de izquierda y eje de las reuniones multipartidarias de los viernes en la cuadra del “Lago Sierras”, Miguel García –de bigotes y anteojos, sentado en la mesa a la derecha-  Detrás de él, de saco oscuro, aparece mi hermano Miguel –El Ruso, que trabajaba con García- ; más allá Agapito Sotelo y otros recordados vecinos, seguidores de quien, además de sus lauros deportivos, a comienzos de los cincuenta sería la primera autoridad municipal de la Villa.

Un breve párrafo dedicado al boxeo, que entre nosotros no contó con figuras destacadas pero sí con entusiastas iniciados, conducidos por Agapito Sotelo –ex boxeador profesional y amigo de quien fuera continuador de la brillante trayectoria  de nuestro gran peso pesado, el “Toro” Miguel Ángel Firpo. Seguramente por esa amistad con Sotelo, y las bellezas del lugar, Cámpolo compró una hectárea y edificó una casa señorial –como residencia de verano- en “El Manantial” (hoy barrio Los Manantiales) cerquita de lo de Sotelo; y es en su homenaje que Agapito creó la escuela y club de boxeo “Victorino Cámpolo”, con exhibiciones públicas y campeonatos que se realizaban en la “pista bailable”  “La Luciérnaga” del “Gringo” Fossati (hoy Edificio “Melos”)

En el homenaje a Cámpolo de la foto, realizado en el Hotel “Yolanda”, aparece el grupo del Club: de izq. a der.: Vásquez, Vanini, Fossati, Sotelo, Cámpolo y Barletta (entre otros)

Conocí de cerca a muchas de los que he nombrado; y practiqué varios deportes, aunque lejos del Carlos Paz del centro, que es del único del que suele hablarse. Con actores anónimos de las periferias  que, aunque no se los nombre “oficialmente”, también se hizo este pueblo, construimos una modesta pero auténtica épica, no solo deportiva, sino también política y social .  El que me llevaba de la mano en esto, en aquellos días de mi infancia y adolescencia, era mi hermano mayor Miguel (o El Ruso, El Pastelero, El Perfe…) con aptitudes para varios deportes, aunque destacó en fútbol y atletismo.  Además, como músico, también intervino en el ambiente deportivo:  era el organizador de  barras y  cánticos en los clubes en los que jugó (con Chichí Manassero compusieron la marcha del Atlético Carlos Paz).

Recordar aquí a ese hermano mayor pretende ser un sencillo homenaje a su amor al deporte,  la familia,  la alegría y  la amistad: valores que nunca abandonó, lo mismo que la mayoría de sus compañeros de aquellos tiempos.

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