Chaco: descubren una reliquia de la época de un trágico naufragio
Por Vidal Mario (Escritor, historiador y periodista)Por Vidal Mario
(Escritor, historiador y periodista)
Este martes, en acto que será presidido por el intendente Isaac Velozo, en la localidad chaqueña de Puerto Bermejo inaugurarán el monolito donde ha sido colocada una histórica reliquia encontrada en las barrancas del río Paraguay.
Se trata de una placa fechada el 8 de julio de 1952, con ésta inscripción: “Capitán, Oficiales y Tripulación del Vapor Bruselas, en homenaje a las víctimas de la tragedia de Puerto Bermejo”.
La tragedia que dicha placa menciona se trata del naufragio de una lancha de la Prefectura Marítima que transportaba a 35 personas hacia el barco de pasajeros “Ciudad de Corrientes”, anclado a unos cincuenta metros del muelle flotante.
Ocurrió la noche del 26 de mayo de 1952 en medio de una noche ya de por sí tenebrosa, alcanzó trascendencia nacional, y cubrió de luto a esa histórica población ribereña.
Cuando se hundió la lancha a la vista y desesperación de amigos y familiares que se habían acercado a la orilla a despedirlos, el río Paraguay se tragó a 11 personas.
Dos meses después, el viernes 6 de julio, en uno de los recorridos que hacía desde Buenos Aires a Asunción, el vapor “Bruselas” se detuvo en Puerto Bermejo.
Dos días después, el capitán Feliciano Duarte reunió en cubierta a toda la tripulación para rendir un emotivo homenaje a las infortunadas víctimas del accidente.
Todos los pasajeros de la nave, y centenares de bermejeños, asistieron al acto.
Antes de la entrega de la referida placa, hubo un minuto de silencio en memoria de las víctimas, y se pronunció un discurso sobre esa catástrofe de la cual el país todavía hablaba.
Un sobreviviente, presente
Los muertos, esa noche, fueron: Dora Elisa Rolón, 18 años; Froilán Correa, 40 años, empleado de Aduana; Eduardo César Rolón, 32 años, comisionado municipal del pueblo; “Chocha” Arrechea, 17 años, docente; Víctor Pérez, 21 años, empleado de la sucursal Barranqueras de Correos y Telecomunicaciones; Rolando Pérez, 19 años, empleado de la sucursal Puerto Bermejo de Correos y Telecomunicaciones; Micaela de Aráoz, 42 años; doctor Antonio A. Santos, 37 años, dentista de Puerto Bermejo; Aniceto Ojeda, guardia cárcel de la unidad penitenciaria de Sáenz Peña; señorita Elena Wriz, de General Vedia, y Alberto Caballero, 30 años, empleado del Ministerio de Obras Públicas de Corrientes.
La ceremonia a realizarse éste de martes en horas de la mañana contará con la presencia de quien, salvo datos en contrario, estimo es el último sobreviviente de la catástrofe.
Se trata del médico Rubén A. Rolón, hermano menor de aquel funcionario municipal muerto en la tragedia, quien entonces era un chico de solamente 15 años.
Aunque la corriente lo arrastró unos veinte kilómetros en medio de la oscuridad, el frío y la lluvia imperantes, logró mantenerse a flote. 70 años después, sigue recordando cómo un banco de arena fue elelemento que salvó su vida.
Años después del accidente, Rolón llegó a ser director de la escuela de su pueblo, presidente del Club Social, del Club Independiente de Puerto Bermejo, y prestó servicios en el hospital de su localidad y de la vecina General Vedia.
En mi libro Una tumba a orillas del Paraguay, figuran estas declaraciones suyas: “Dios, que sabe lo que hace, esa madrugada se llevó a mi hermano mayor y a mi prima hermana. A mí me dejó, tal vez porque tenía una misión para mí”.
Lugar histórico
Me parece propicia la ocasión para recordar que Puerto Bermejo fue fundado el 9 de octubre de 1884 por el general Manuel Victorica, a cuyo cargo estuvo el tramo final de la operación militar denominada “conquista del desierto verde”.
El 17 de diciembre de 1943, por decreto 16.482 fue declarado Lugar Histórico por haber aquilatado sobrados méritos para recibir dicha distinción.
Es que allí se había librado el 18 de julio de 1868 una de las batallas de la Guerra de la Triple Alianza, batalla que pasó a la historia con el nombre de “Combate de Timbó”.
En ese lugar estaba también una de las escuelas más antiguas del Chaco, así como el famoso Regimiento 12 de Caballería, e igualmente una importante fábrica de extracto de quebracho llamada “Compañía Industrial la Noruego Argentina”.
Era el puerto natural de las embarcaciones comerciales que navegaban por la región, y sede de los talleres del Ministerio de Obras Públicas de la Navegación del Río Bermejo.
Dichos talleres le hacían ganar anualmente al gobierno nacional más de cuatrocientos mil pesos de la época.
Cuando el pueblo desapareció tragado por el río Paraguay o por las malezas (como el Macondo de Cien años de Soledad) todo aquello pasó a ser sólo recuerdos de ancianos.
Un templo al fondo del río
Ya no está tampoco una iglesia construida en 1886, el cual era un monumento histórico, una de las reliquias más preciadas de la hoy desaparecida población.
Testigo de muchos episodios de la historia lugareña, también yace en el fondo del río Paraguay.
Esa parroquia albergó a generaciones de niños porque muchas veces ofició también de escuela, y en tiempos de inundaciones también era utilizada como improvisada oficina pública. Hasta llegó a ser Teatro Municipal, en cuyo escenario se presentaron obras como la comedia “Tu cuna fue un conventillo”.
En los años 70, ya se encontraba al borde de la barranca, a metros de la que sería su definitiva tumba. Hasta que también murió, como el pueblo. Indefensa, nadie pudo defenderla.
“La Petit Ciudad”
Al pueblo que hoy está sepultado bajo las aguas del río Paraguay la llamaban “La Petit Ciudad”.
Próspero y bullicioso, tenía casi seis mil habitantes y sus cuatro cuadras asfaltadas eran el centro comercial por excelencia.
Una cooperativa brindaba luz eléctrica desde las 18 hasta la 1 de la madrugada, en tanto que los días sábado y domingo sus pobladores se deleitaban viendo películas en un teatro que ofrecía, además, otros espectáculos.
Había dos canchas de fútbol, canchas de tenis, de básquetbol, aeroclub, tiro federal, el Club Social, las instalaciones del Club Independiente, y el cine “Splendid”.
Otra distracción de su gente era acercarse en familia a las orillas del río para ver los grandes paquebotes que, rumbo a Asunción, anclaban allí. Eran naves en las cuales muchos recién casados del lugar pasaron su luna de miel.
Los ancianos recuerdan también los coloridos desfiles cívico-militares y las fiestas de carnaval que ni las inundaciones suspendían. También las fiestas de San Juan, de Santa Catalina, de Santa Rosa de Lima, la tradicional Fiesta de la Cruz y, obviamente, las tradicionales celebraciones de Navidad y Año Nuevo.
De aquel Puerto Bermejo que era una fiesta hoy sólo quedan bellas historias contadas por los ancianos, y el recuerdo de aquellos viejos buenos tiempos.
Muchos de sus muertos siguen sepultados en el también desaparecido cementerio, cuyas tumbas, irónicamente, durante muchos años fueron las únicas sobrevivientes de aquellos años de esplendor.