El libro de Javier Octavio Sosa que pone en aprietos al centralismo del puerto

Porteñocracia, 200 años de injusticia y dolor

Por Aldo Parfeniuk (Escritor y ensayista)

Por Aldo Parfeniuk

(Escritor y ensayista)

El solo hecho de que un hombre con experiencia en la vida y en la política elija escribir y publicar un libro para mi es importante.  Es  reconfortante y esperanzador porque nos dice que al elegir esto, se está eligiendo en los valores que todavía conserva y representa  la literatura y la palabra: la posibilidad de pensar y comunicarse con otros hombres al margen de la intrascendencia , la violencia y la intolerancia con que el mundo de lo cotidiano nos destruye y nos va robando la vida y los sueños. La de Sosa es una apuesta por valores que el hombre de esta época va dejando de lado a causa de un emparejamiento que liquida singularidades, identidades, para imponer un modelo, un modo de vivir, del que siempre sacarán partido unos pocos grupos de poderosos organizados para crear primero las necesidades y después los mercados que las satisfagan presentados como arquetipos  de cómo vivir, pensar y ser.

Y la historia de nuestro país es, lamentablemente, un ejemplo de ello. En algo más de doscientas páginas Sosa nos entrega  este tercer libro de su autoría con palabras bien fundadas y documentadas, en este volumen con un título que no demanda mayores explicaciones: “Porteñocracia- 200 años de injusticia y dolor” o, si se prefiere, la vida de los argentinos, del país, en los últimos doscientos años.

Lo que escribió Javier Sosa es un ajustado y riguroso compendio de la historia política Argentina de los últimos 200 años. Con una exhaustiva información describe los hechos y los personajes que protagonizaron  la formación y  la deformación del país.

Mucho se ha hablado de esto en nuestros libros de historia a favor y en contra del federalismo.  Como siempre –y lo digo sin rencor provinciano- prevaleció lo publicado en Buenos Aires en donde forzosamente terminaron recalando tanto los centros de documentación como los historiadores y editores que fuera de ese mercado prácticamente no tienen como construír y publicar sus trabajos.  En nuestro país es tan poderoso el centralismo porteño que, fuera de esas pocas manzanas cercanas al puerto, los recursos, posibilidades y facilidades para el resto casi no existen.

Destaco entonces este proyecto concretado en libro de Javier hecho en la Córdoba pensante y en la cual, como él bien nos recuerda, nació tanto pensamiento y capacidad dirigencial. En tal sentido, somos los representantes de ese otro país que comienza  donde termina la rica llanura y empieza a corcovear la tierra, y las palabras empiezan a cantar con acentos identitarios regionales que ya la metrópoli ha sacrificado. Curiosamente, Córdoba es la misma tierra donde el centralismo porteño terminó de imponer las reglas de juego que definirían a Buenos Aires no solamente como polo político sino social y cultural: los datos, las pruebas aportadas por Sosa en su libro; encadenadas ordenadamente en base a datos certeros y objetivos contribuyen a ilustrar y permiten comprender con total claridad los principales acontecimientos.

Para no hablar tan en el aire sobre algo que ustedes todavía no han leído, voy seleccionando yo, para leerles, algunos de los párrafos del libro: (P 62)

En las páginas siguientes se avanza  sintéticamente sobre vida y obra de nuestro grandes patriotas.  Sumados a San Martín, que es con quien comienza el trabajo, vendrán Estanislao López, José de Artigas, Facundo Quiroga, el Chacho Peñaloza, nuestro Juan Bautista Bustos a quienes siguen Dorrego, Alberdi, y el discutido Bartolomé Mitre.

A continuación el libro aborda un tema clave: el del Puerto de Bs. Aires, sobre lo cual se hace necesario leer algunos párrafos del libro(p.110):

Hoy debemos entender que voluntad dirigencial centralista es vincular al país y a su cultura casi exclusivamente con el sistema-mundo dominante y universalista, en lugar de definirlo y mostrarlo mediante las diferencias propias de lo singular ( algo que cuando excepcionalmente se lo hace, no deja de ser concedido como una cortesía en lugar de reconocerlo como un derecho ) En tal sentido seguimos siendo portadores y usuarios de una lamentable tradición de dependencia, que históricamente nos ha llevado a jactarnos de estar más cerca de Europa que de la Latinoamérica cobriza y con acento .

El hecho es que históricamente nuestros dirigentes construyeron significados que no representaban cabalmente la totalidad de nuestro país: ser argentino, en tal sentido, pareció el estar y el ser reconocido en los espacios y arquetipos de la cultura capitalina y citadina: por sus escenarios y sus rituales, a los cuales Sosa, de párrafo en párrafo, va desmistificando; y si ello no es totalmente posible, intentar al menos un contrapeso difundiendo esa(s) otra(s) imagen(es) de lo argentino, históricamente escamoteada(s) y que es su pertenencia a la comunidad de países latinomericanos: imagen de la cual la Reina del Plata siempre renegó: siendo que los grandes hombres de nuestro país (que Javier rescata y describe fielmente) fueron los que soñaron con una patria grande, hermanada solidariamente.

Finalmente. Al cabo de su repaso Sosa reivindica como solución posible de muchos de estos males el recordado y discutido sueño de Raúl Alfonsín de trasladar la Capital del país, si no en su totalidad al menos parcialmente (el Poder Legislativo por ejemplo) a l interior del país, apareciendo aquí –por su situación económica y su  ubicación geográfica y estratégica- una ciudad como la de Villa María, en nuestra provincia: (276)

En estos momentos de necesidad de cambios profundos para hacer que regresen al interior los provincianos que emigraron a la Capital, en busca de una mejor vida que finalmente no encontraron y que los mantiene hacinados lejos de la posibilidad de una vida digna, las ideas y los argumentos expuestos en este libro son más que oportunos.

                                                                        

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