Carlos Paz
José María Cotarelo presenta hoy «El Nombre de las Horas Perdidas»
El reconocido poeta español José María "Chema" Cotarelo Asturias, distinguido visitante ilustre de Villa Carlos Paz, presentará hoy a las 19:30 horas su cuarto libro editado en el país. Bajo el título "El Nombre de las Horas Perdidas" este poemario deslumbra con la belleza característica de la pluma del poeta, quien narra su niñez en la España profunda, específicamente en la villa Taramundi, en Asturias. Con sus recuerdos de joven campesino, Cotarelo logra conmover a los lectores argentinos, conectándolos con sus propias raíces y la historia de sus abuelos o padres.
El evento se llevará a cabo en la sala de Artes Mario Lange, ubicada en el hotel Amerian, Alvear y General Paz. Posteriormente, Cotarelo continuará su gira literaria en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, presentando su obra en el mítico Café de la Poesía en San Telmo el jueves 23 de noviembre.
Cabe destacar que Cotarelo, poeta asturiano afincado en Granada, ya ha dejado huella en Villa Carlos Paz al recibir el prestigioso Premio "Carlos de Oro". Su conexión con las sierras cordobesas lo convierte en uno de los escritores españoles más vinculados a este pintoresco entorno.
Sobre la obra
Fernando Mesquida Garrido, reconocido escritor nacido en Palma de Mallorca, ofrece una profunda explicación de la obra "El Nombre de las Horas Perdidas" de José María "Chema" Cotarelo. En su detallada revisión, Mesquida destaca la influencia del poeta Rainer María Rilke y su concepción de que el alma del poeta debe llenarse infinitamente para luego derramarse en la poesía, comparándolo con un odre que se llena del mejor vino de la lírica sentimentalidad de la Asturias natal de Cotarelo.
Mesquida subraya la conexión del poeta con la naturaleza, especialmente con la experiencia de su infancia en Taramundi, Asturias. Describe cómo los sonidos y aromas de esta naturaleza viva se convierten en uno de los principales motivos de su libro, impregnando sus versos con la riqueza de la tierra que habitó desde niño.
El escritor destaca la importancia del encuentro fortuito con el poeta argentino Leopoldo "Teuco" Castilla, quien animó a Cotarelo a explorar y poetizar sobre su niñez. A través de este proceso creativo, Cotarelo recuerda, trenza emociones y sentimientos, y teje una narrativa que transporta a los lectores a su infancia en Taramundi.
Los elementos de la naturaleza tienen un carácter epifánico, hasta el punto de querer fundirse con ellos en una suerte de sentimiento panteísta (“Ser/esa hoja/que mece en la superficie/un vaivén…) Se trata también de una naturaleza que, en un alma sensible, puede alumbrar los primeros sentimientos estéticos y la recreación en la belleza.
En cierto modo, ese elogio de la naturaleza y su vívida experiencia del poeta inmerso en ella, podría alinear el poemario de Chema Cotarelo con “Hojas de Hierba” de Walt Whitman, si bien teñido por la fugacidad que supone el temprano encuentro con la muerte.
Aquel niño cerraba sus ojos, soñaba y soñaba; su imaginación volaba con los pájaros hacia otros cielos, y comenzaba a crear de la nada mundos fascinantes (“ciudades enteras, mares fascinantes, castillos en el aire…”) Y en ello tenemos la primera revelación de una imaginación que más tarde se proyectaría en la creación poética, como una herramienta imprescindible para ella y que ya se alumbra y manifiesta con fuerza en los primeros años, en los que empieza a imaginar fantásticas historias a partir de los elementos de la naturaleza que le rodean, “....Del palo yerto, agitado al aire nacían tesoros…”
Hay también una reflexión poética sobre la identidad de la persona del propio poeta en “El nombre de las horas perdidas”, donde se reconoce como alguien en quien el tiempo le hace ver en su frágil identidad: que “camina y camina de atrás hacia adelante, que abre sendas y destinos….ahora sabe que está y no está”.
Hay momentos de intensa nostalgia por aquel paraíso perdido, porque ya es tan solo memoria: “un llanto, un espejismo, un sueño”, y no es posible volver a él. Pero aquel niño que no podía prever que aquel presente se convirtiese en pasado, se sorprende por los ancianos que acusan el paso del tiempo. Y todo ello nos lleva a la evidencia de la impermanencia de todo y a su finitud, atributos sobre los que el poeta parece tomar una temprana conciencia.
El prematuro encuentro con la muerte perfila un alma en la que se instala el peso por el niño del ataúd perfumado. Y llega todo lo que rodea la muerte a poblar los sueños de un niño que siente miedo en la noche. Y recuerda que “Su infancia estaba llena/de niños muertos”.
En efecto, aquellos primeros años nos muestran destellos dolorosos por la pérdida de un hermano muerto prematuramente, un tema recurrente en el discurrir poético de este libro, que ya fue desarrollado en otro poemario titulado “Poemas de Leonard Von Scotrodfinguer” y reseñado en un número de la revista “Letras Salvajes”. Hay una infancia marcada por esa otra identidad fraterna que es llorada y con la que se identifica: “fragmentos de otra memoria de otra vida, de otro cuerpo”. Un hermano nos dice que le precedió y murió sin llegar a conocerlo. Pero había también otros muertos menos entrañables y más tenebrosos de los que había que protegerse en aquellos miedos infantiles del poeta, difuntos que hacían crujir las maderas de la casa y eran acompañados por “un doblar de campanas perdidas en el desván de la casa”.
La conciencia del eterno ciclo de la vida es tratada con profundidad en los poemas de la tercera parte en los que el poeta se siente parte de la naturaleza y su continuo devenir, y “descubre su lugar en las melodiosas aguas de la poesía”. También parece atisbarse el descubrimiento de un incipiente amor, real o imaginado, que cobra forma en algunos versos.
En definitiva, nos encontramos ante una obra vertebrada por la reflexión sobre el paso del tiempo, la memoria, el encuentro con la muerte y la pérdida, la fusión con la naturaleza y que concluye con un reencuentro con la identidad pasada desde la perspectiva de un presente poblado por soledad e incertidumbres de lo que pudo haber sido. Una obra con la que nos reencontramos con las mejores esencias de un gran poeta.