Vidal Mario

La campaña armamentista de López preocupa al Brasil y a la Argentina

domingo, 26 de febrero de 2023 · 11:29

(SEGUNDA NOTA)

En 1864, Francisco Solano López estableció en Cerro León un campamento donde 30.000 hombres de 16 a 50 años recibían entrenamiento militar. Se instalaron campos similares en Encarnación, Humaitá, Concepción y Asunción.

Ese mes de marzo contaba con un ejército de 28.000 hombres, y para agosto ya eran 80.000. Todos descalzos y listos para la lucha tras meses de rigurosa instrucción militar.

Habrían sido más, pero durante esos meses de intensivo entrenamiento habían muerto por lo menos 6.000, víctimas de fatiga, diarrea, disentería, viruela y sarampión.

Esto preocupaba al Brasil, que solamente tenía un ejército de 25.000 hombres.

Al principio, estos preparativos bélicos no alarmaron a la Argentina, que ni siquiera tenía ejército. En éste país el servicio militar obligatorio se instituyó recién el 16 de junio de 1896, veintiséis años después del fin de la guerra.

A Argentina no le preocupaba aquello. Entendía que la cosa era solamente entre el Paraguay y el Brasil debido a que, por tradiciones y raíces comunes, Paraguay siempre había sido considerado por los argentinos un aliado natural.

La alarma argentina recién comenzó cuando se recibió una nota de los paraguayos pidiendo “explicaciones” por la fortificación de la isla Martín García, isla geográficamente perteneciente al Uruguay, pero en poder de la Argentina.

¿Qué peligro podía entrañar para el Paraguay la fortificación de una isla ubicada a 1.500 kilómetros de distancia de Asunción?

Tan sin sentido e inconsistente era la protesta de López que el gobierno argentino ni se molestó en contestar dos notas que por ese tema se le envió desde Asunción.

Había preocupación en Buenos Aires por la razón apuntada de que Argentina no tenía ejército, y el Paraguay tenía 80.000 hombres, 64.000 de ellos listos para entrar en acción.

Campaña armamentista

Los aprestos bélicos paraguayos no cesaban. Incluso, López gestionó en Europa la compra de modernos armamentos.

En mayo de 1864, el mismo había designado embajador de Paraguay en Inglaterra y Francia a su sobrino Cándido Bareiro, a quien dio instrucciones claras y concretas de comprar armamentos.

Uno de esas instrucciones consistía en comprar a Prusia 36 cañones sistema Krup para ser emplazados en las estratégicas baterías de Itapirú, Curupaity, Humaitá, Timbó y Angostura.

Bareiro también recibió de parte de su tío la orden de mandar construir dos acorazados de guerra “de primera clase, capaces de abrirse paso en los ríos Paraná y Paraguay”.

El 6 de mayo de 1864, López envió a su embajador una lista de más armas a comprar: “Dos mil quinientos rifles mosquetes Enfield Pattera, calibre 577 para 1.200 yardas, con espoletas, tapón, etc., de la mejor calidad, y mil carabinas rifles de caballería Enfield Pattera calibre 577 para 300 yardas, con espoletas, etc, todo de fábrica inglesa y según las muestras presentadas por la casa Blyth”.

Para comprar dichos armamentos y la construcción de los dos acorazados, Bareiro fue autorizado a usar un crédito de 25 millones de pesos fuertes que la casa Blyth le había otorgado al Paraguay.

Sin embargo, por todas aquellas compras el Paraguay perdió para siempre una colosal fortuna, porque a Asunción jamás llegó ni un cuchillo.

Ya en plena guerra, los acorazados que en Francia se estaban construyendo para el Paraguay pasaron a poder del Brasil, y verdaderas montañas de armas compradas por López quedaron depositadas en galpones de Nantes, Havre y Liverpool.

Lo usos y costumbres diplomáticos de entonces impedían armar a un país agresor. Y el Paraguay de López era considerado agresor.

Brasil amenaza al Uruguay

 

El 4 de agosto de 1864, justo cuando en el Paraguay se completaban los entrenamientos militares, Brasil empezó a amenazar al Uruguay, reclamando “reparaciones” por supuestos malos tratos a sus súbditos allí radicados.

El gobierno uruguayo pidió auxilio a López, quien instruyó a su canciller José Bergés para enviar una nota de protesta a Brasil “por la amenaza de represalia hecha contra la Banda Oriental”.

El 1º de septiembre, el canciller brasileño en Paraguay, Vianna de Lima, rechazó la protesta.: “Mi gobierno no será detenido, por consideración alguna, en el cumplimiento del sagrado deber de proteger las vidas e intereses de sus súbditos”, respondió.

Sólo cuarenta y ocho horas tardó el gobierno paraguayo en replicar. Lo hizo el 3 de septiembre diciéndole al embajador que, si Brasil atacaba al Uruguay, Paraguay tomaría represalias contra el Brasil.

Todos con López

Los grandes personajes de Asunción acudieron a la Casa de Gobierno para expresar su apoyo a López. Hubo una gran manifestación, desfile de soldados, izamiento de la bandera nacional, y salvas de 21 cañonazos en la plaza central de la ciudad.

La gente hacía fiesta por las calles y la caña corría a raudales. Asunción era un carnaval.

Todos estaban obligados a participar de esas manifestaciones de adhesión, para no entrar en la categoría de sospechoso de traición, lo cual significaba cárcel para los hombres, y para las mujeres confinamiento en la selva como “destinadas”.

A lo largo y ancho del país, se distribuyeron manifiestos que debían ser firmados por todos los paraguayos, incluso niños y ancianas. Decían que, en nombre de la causa, el firmante ofrecía al gobierno sus bienes y hasta la vida si fuese necesario.

En un acto público, entregaron la manifestación firmada por los habitantes de Asunción a López. Éste elogió la “explosión de patriotismo” del pueblo paraguayo.

En su discurso, dijo que el Paraguay no iba a tolerar por más tiempo que se la tenga de menos en el concierto de las naciones. Que ya era hora de “hacer oír la voz de la patria”.

En ese mismo discurso advirtió que en caso que Brasil hiciere oídos sordos a la protesta paraguaya, “apelaré a vuestro concurso”. Dijo estar muy seguro de contar “con vuestra patriótica decisión”, en caso de adoptarse medidas contra el Imperio.

Burlas de la prensa argentina

La prensa argentina se burlaba de esas incendiarias expresiones de López, y como la megalomanía de éste dictador era patológica, eso lo mortificaba tremendamente.

“¿Quién designó a López conquistador de las libertades de otros pueblos?”, preguntó un diario porteño. “¿Quién lo nombró protector del equilibrio del Río de la Plata?”, preguntó otro. “¿Por qué se entromete López en una cuestión que no involucra a su país, y que le es del todo extraña?”, se preguntó un tercero.

Todo eso caló muy hondo en el ánimo y el espíritu del presidente paraguayo.

Tiempo después, uno de sus colaboradores afirmó que esas burlas periodísticas que lo ridiculizaban “fueron la principal causa de la declaración de guerra a la República Argentina”.

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