Y floreció cerca de las dos Córdobas, la de Argentina y la de España.

¡Ha florecido un libro!

Por Miroslav Scheuba. (Poeta y dramaturgo)
miércoles, 10 de mayo de 2023 · 13:09

Por Miroslav Scheuba (Poeta y dramaturgo)

Especial.-

 

 

La Eco-Poesía argentina alcanza su cénit con varios poemas del libro El extraño si bemol color sepia de Pedro Jorge Solans, el poeta iluminado por los aromas y la música.

Pedro Solans, Alejandro Sánchez-Aizcorbe, Miroslav Scheuba y Marcela Valencia en el stand de Sudestada (126) de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.

 

     En un tono sepia o terracota, en la buena senda ecológica, más necesaria que nunca, y con inesperadas raíces geográficas, leemos Siga las barbas de chivo, el poema nacido para ser clásico y con la frescura de la verde eternidad. En el umbral del poema unas palabras liminares nos informan: “En 1993, fue declarada flor típica de Villa Carlos Paz, la primera ciudad en valorar su belleza. En la Argentina se esparce desde el norte de la Patagonia hasta la andina Jujuy y en cada región cambia de nombre: Flor de San Esteban, Pájaro del Paraíso, Lagaña de Perro, Algarrobillo, Barbón, Disciplina de Monja, Hedionda, Mal de Ojo, Pichana, o Piscaba.” ¡Vaya flor trashumante que tiene Carlos Paz para recibir a sus visitantes llegados desde distintos puntos del país! 

     Barbón (arbusto pampeano), poema con nota al pie que nos dice: “Este poema integra el Bosque de la Poesía enclavado en el Parque Ernesto Che Guevara de la ciudad de Maracena, Provincia de Granada, España. Con música de guitarra mora y gitana canta el poema como si lo cantara Federico García Lorca:

     Si en la geografía de tu sangre /

     no lo ves, / abre los ojos   abre tu alma /  

     el monte ya no está.

     La travesía necesitará el fresco / y

     la belleza / de ese barbón solitario /  

     que alumbra  / cuando oscurece el planeta.

 

     Cosquín, acaso el poema más serrano del libro, para decirlo con esa tonada cordobesa para ser recitado no sólo en Cosquín sino por todo el Valle de Punilla:

      La infusión de peperina / atrajo

      bacilos al fuego, / y Niní Bernardello aplaudía/

      el maldito en bicicleta. /  El que se suicidó /  

      traía colores para pintar trenes /   

      en los túneles de casa Bamba, /

      donde el Dique San Roque /  

      mantenía abierto sus brazos /

      para que bebieran sus años.

    

    El sembrado de su madre -dedicado a José M. Cotarelo Asturias- el mentor y poeta y ángel que sobrevuela incansable por los versos de este libro, especialmente estos:

    La mujer luchaba / contra el viento, /

   abrazada a sus semillas. /                                     

   La campesina de tierra fértil /   

   despertó   /

   una Asturias dormida.                                                                                                                                                                     …

  Las verduras de la pradera  /

  fueron las más sabrosas  / 

 del paraíso.

   

   Sin ir más lejos, en el capítulo ESPAÑA: historias para que nadie olvide, en el poema inicial Hasta siempre, Pedro nos recuerda sus raíces: Un abuelo desconocido / había dejado en tierra / un padre nuestro, / una madre soledad, / y una hermana pequeñísima  / gateando sobre las huellas de un hado. /

    Nadie supo por qué había elegido la pampa / detrás de muros inciertos / …

    Sazonan este sabroso libro los conjuros y la gracia, palabras que forman parte de los títulos de los poemas: Estrella de conjuros y La gracia del poeta. Por este vórtice otoñal que hace correr las hojas del libro que va soltando sus metáforas, la lectura de este si bemol requiere silencio y sosiego, y luego, si no sería mucho pedir, una melodía del Amor Brujo de Manuel de Falla, como para cerrar sus páginas con el poema El fin y el inicio. Es aquí, en la página 145, donde alumbran las luciérnagas de Pedro Jorge; es aquí, donde despiertan las cigarras cancioneras que nos evocan La cigarra de María Elena Walsh; y es aquí, a orillas del paisaje que se abre y que se abisma, donde el juglar Pedro Jorge Solans mira al cielo y encuentra la Cruz del Sur / para navegar / por las aguas marrones de las selvas.

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