2 de abril, día de quienes lucharon por recuperar nuestras Islas

Por Candelaria Sosa Parodi (Estudiante del Instituto San José de Tanti)

 

Por Candelaria Sosa Parodi  (Estudiante del Instituto San José de Tanti)

 

2 de abril, es una fecha que para muchos es un día más, un día en donde la gente sale a trabajar, donde la única preocupación de los jóvenes es vestirse bien con las mejores zapatillas de marca que pudo conseguir, fijarse en las visitas que tienen las publicaciones en las redes sociales o que el dinero le alcance para las salidas del fin de semana. Pero años atrás, para ser exactos 42 años, todo era completamente diferente, los jóvenes se alistaban para una guerra, y no cualquiera, si no, una en donde se debía defender la patria verdaderamente "hasta la muerte", firmando un papel que los mandaba a un mundo completamente desconocido. Lo hacían con miedo, si, pero sobre todo con orgullo. El  sueño patriótico le recorrían las venas y el coraje se les veía en los ojos. Años atrás la preocupación de los jóvenes era volver a casa con la misión cumplida, recuperar parte de nuestra tierra, usurpadas desde hace más de 200 años, volver a abrazar con sus familias, con el pecho henchido de honor y orgullo, abrazar a aquellos seres queridos que esperaron con incertidumbre noticias de sus hijos, de sus nietos, de sus hermanos o de sus amigos. 

Eran simplemente adolescentes que habían tomado las armas en vez de estar jugando al fútbol, estar charlando en una esquina o riéndose, o enamorándose de la chica que pasaba a esa hora exacta. Pero no, no fue así. Eran soldados y no de juguetes, y comenzaron a vivir las tinieblas de la guerra, en suelo helado, asustados ante los estallidos de bombas; tableteos de ráfagas.

Sus vidas cambiaron para siempre, tan de golpe, tan violentamente, que el pensar en cómo se sentían era innecesario.

Al bajar de los aviones, cuando el aire del sur los golpeó fuerte y sorpresivamente, el miedo quedó congelado en sus pieles; el frío era un puñal que atravesaba sus huesos todas las noches, y el abrazo ya no era de amor sino una forma de sobrevivencia para que sus cuerpos no se transformaran en estalactitas. Eran los recuerdos extendidos de sus seres queridos que los querían resguardar, abrigar, al menos, para que el frío desapareciera unos instantes. 

Eran momentos en los que se permitían ser frágiles, momentos de debilidad prohibida en momentos así, sin embargo, era lo único que los motivaba a seguir luchando, pese al temor y la incertidumbre que sentían al abrir los ojos. Rezar, antes de mirar, para no encontrarse a ningún compañero muerto en el suelo, porque era el paisaje de todos los días.

Siempre, el 2 de abril se conmemora “el día de las Malvinas”, aunque en verdad debería ser el día de los jóvenes que se enfrentaron a una guerra  para dejar de vivir. No es el día de las Islas, si no de quienes lucharon por ella.

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