En Carlos Paz
El amor de una madre y la aventura de un niño en explorar su ciudad
Alguna vez hubo alguien que decidió descartar un cuadro de bicicleta estilo Ingles algo ya abandonado, y dos llantas con cubiertas y cámaras algo por demás desgastadas y eso llegó a mi casa. Y tuve la ilusión de llevarla alguna vez a una bicicletería y ponerla a funcionar. Llegó ese momento y fui a la calle H. Irigoyen, dónde estaba la bicicletería "La Veloz" y pude después de algunos días retirarla ya funcionando.
Fue mi primer herramienta de locomoción, con ella me atreví a visitar a mis compañeros de secundaria que vivían en barrios más próximos al centro , o me atreví a ir a ver los picados de fútbol en la canchita de la Hueca de Villa Domínguez dónde alguna que otra vez jugué al arco.
Me calzaba las zapatillas flecha, creo que así se llamaban y salía a desafiar las fronteras de mi barrio. Casi con la ñata contra el vidrio, me fui arrimando a tratar y conocer a quienes en ese momento estaban algo más integrados y tranquilos que yo en algunos ámbitos. Fui querido y rechazado, pero al fin aceptado en una sociedad en pleno crecimiento y cambio, y si alguna vez algo no me favoreció, lo supe soportar y supe esperar el momento para que eso cambie. Nada fue del todo determinante, sí el amor de mi madre.