Tormenta al acecho

viernes, 30 de agosto de 2024 · 17:41

por Jorge Felippa (Escritor)

El gris del cielo anuncia la tormenta de Santa Rosa.

Si pasamos agosto, nos decían y ahora repetimos, la parca tendrá que seguir esperando por nosotros. Pero septiembre a veces nos sorprende con alguna nevada. Y los brotes ingenuos, adelantados, pagarán su atrevimiento.

¿Enseñanzas o presagios? Dos bibliotecas y cien verdades a medias. Voces que resuenan desde el más allá, para acotarnos el más acá. Descenso a los achaques y nostalgia de lo que ya es arena entre los dedos.

Relojes, almanaques, cuentas vencidas o a vencer. El día a día con demandas abiertas o soterradas. Para que la culpa nos desvele y el ahorro sea un recuerdo de la niñez.

Nombres como números y contraseñas, encapsuladas en una prótesis omnipresente y luminosa. Identidad que regalamos apurados por urgencias ajenas. “La soledad es mala consejera”. Y en la vereda del frente, mil frases para decir lo contrario.

Hay demasiados motivos o excusas para enredarnos en rencillas menores: disputas por un minuto de reconocimiento. Bravuconadas callejeras o en la fila del supermercado. Y los hermanos que eran unidos, se desconocen por lo que fue de toda la familia. ¿No era que el amor es más fuerte? Canción coreada por millones y cenizas a la hora del reparto.

Es más brillante un viaje a Miami que la mirada de un chico en la calle. Cuatro cubiertas nuevas son más atractivas y ejemplares que el salario de la mujer que limpia tus desechos. Quizás ya sea muy tarde cuando descubramos que descartables somos todos. Tanto el noble o el villano, como Serrat ya lo cantó para la eternidad.

Y se aparecen los poetas que nos enseñaron a mirar el mundo por sus ojos. Allá lejos y hace tiempo Lorca, González Tuñón, Pedroni, Vallejo, Eluard, Neruda, Gelman, Machado, Benedetti. Palabras que nos trajeron a ese lugar donde creímos que “nunca más estaríamos solos”. Y porque desde entonces, “en la calle, codo a codo, somos mucho más que dos”.

Con ella, la que ahora camina conmigo, con lágrimas en los ojos y los puños llenos de preguntas, queremos que el deseo nos colme los sueños. Y que nuestros retoños, siembren sus semillas en los cielos que puedan vislumbrar.

 

Comentarios