Miguel Rollón en su tiempo

sábado, 30 de noviembre de 2019 · 14:33

En tiempos donde las crónicas no reflejan la vida de los de a pié, y los periódicos son parte del agobio, la historia pone el faro y nos hace volver a sitios donde nunca nos habíamos ido, y como un puñetazo bien dado en la mandíbula, la poesía te despierta. 

Te despierta, te cambia de meridiano, te hace ver el mundo desde la calle, desde el dolor, desde lo cotidiano, desde las carencias, desde el amor desde la vida misma. 

Son expresiones que siempre estuvieron y estarán con el hombre en todas las latitudes, sin embargo, con bellezas distintas. 

La poesía es el pulso del hombre en un lugar y en un instante. Nada igual ni imitable. Y los paisajes, y las calles, y el amanecer y el ocaso, tienen sus versos. Por eso, Madrid tiene quién le escribe, quién le canta, quién la sufre, quién la ama. A esa tribu pertenece Miguel Rollón. Un poeta, compositor, actor que nació en 1963 en Navatalgordo, Ávila, y que describe la ansiedad, con el frío del frío y define la melancolía con los calores de los versos:  "Ahora que sé cómo eres,/ que sé que los labios/ en la noche mienten,/ volveremos a vernos/nuestros encuentros/serán de día. De noche/ me da miedo llamarte.

El poeta afirma en su libro "Los días que no queremos" que estamos de paso. Claro que estamos de paso, y lo explica con belleza el poeta de mil copas; y en cada estación, -que bien podría ser de cualquier línea de metro, o de Chamartín, o Atocha-, donde van y vienen miles de rostros de ese Madrid misterioso,  de aquel otro, o del "Madrid que duerme en un cuarto de pensión sin ventanas..."

Pero las palabras de Rollón no se circunscriben a esa maravillosa ciudad española, sino sitia un trozo de mundo para referenciar la existencia del amor y la finitud, "Etiqueté en mi corazón/ala niña/que cortó el tallo de la luna./Y en el alféizar de las ventanas/florecieron/margaritas con pestañas." Para sitiar la búsqueda universal de esa palabra que venza lo inevitable. "Se busca una palabra/para cuando deje de latir/un corazón.

Es necesario notar lo escrito por Fernando Valverde  en la contracubierta del libro, "la voz de Miguel Rollón está del lado de los que sienten, que podrán encontrar en el latido de estos poemas un reflejo y también un rescate." Más vigente que nunca hoy que las búsquedas manipuladas a veces se orientan hacia otros géneros mediáticos dirigidos por algorritmos saqueadores.

"La verdadera poesía nos cura, nos salva y nos une incluso (sobre todo) en los peores momentos," señala Valverde y Rollón lo demuestra.

 

Estados de ánimo erráticos

 

Los días que no queremos, (Ediciones Valparaíso, Granada, 2018), es un nítido muestrario de los estados de ánimo que vive el hombre cuando camina con el peso de su ser en cualquier ciudad en tiempos de desconcierto. Puede ser Buenos Aires, Caracas, París, Madrid o Berlín. Son los ánimos que viajan con nosotros cuando despertamos en los diversos planos de este sugestivo y vicioso riesgo de compartir, alimentar y consumir la existencia. Así nos reflejamos en imágenes, en personalidades, en despedidas y en bienvenidas y los versos no hacen ver que el movimiento no cesará hasta encontrar las palabras que se preguntó Patti Smith "¿Por qué no puedo escribir algo que resucite a los muertos? 

Sin embargo, Rollón logra abrir un atajo para quienes se aferran a los sueños para atravesar las ciénagas. "No recuerdo la primera vez que te vi/Recuerdo, sin embargo, la primera vez que te imaginé."

 

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