Aldo Parfeniuk, la herencia de un poeta
A sus 75 años, le escribió a sus nietos
Nietos
Por Aldo Parfeniuk
Yo los digo: Josefina, Jael, Maura, Nacho,
Nicolás, Joaquín, Gaspar… Nietos
de la sangre y de la vida,
que nombro bien adentro,
sin soltarles la mano.
Y si los canto,
o si los pongo en el poema,
lo hago con miedo de que se me salgan
del corazón,
y se me vayan, jugando,
patio afuera del alma.
Por eso,
déjenme habitarlos con mi acento,
al pie del viejo cerro
donde encontré la arteria
de tomarle el pulso
al mundo y a la vida.
Me prolongo en sus nombres.
Y con la abuela Silvia nos hacemos
pájaros, flores, yuyitos, insectos...
Historias con leones y elefantes.
Barriletes,
para vigilar la geografía de una nueva
realidad, tejida
con hilos de las mejores esperanzas.
Porque sé que así, juntos,
sostendremos la inconsciencia
de los que terminan inventándole
la inocente alegría que necesita el mundo .
No tengan miedo.
Se quedarán con nosotros
todas las noches:
mientras dure esta y cualquier otra
tormenta.
Tengo una última verdad
para decirles:
y es que solamente
seguirán despertando en mí los días
cuando en el sol aparezca,
-tras el cerro-
el rostro radiante
de cada uno de ustedes
en un patio ya sin tiempo,
-solo de nietos y de abuelos-
y todo lo demás sea como el cielo
de una luminosa y apacible
mañana de domingo.