Distancia cero, libro de microrrelatos publicado por editorial Desde la gente

Susana Szwarc y la belleza de la síntesis

domingo, 8 de noviembre de 2020 · 20:20

Fotografía: Gentileza Gabriela Salomone.

 

La escritora Susana Szwarc conocida por sus poesías y nouvelles nos sorprende en este tiempo de pandemia con un libro de microrrelatos.

Tras haber publicado hace dos años sus cuentos reunidos con el nombre de La Resolana irrumpe con Distancia cero de editorial Desde la gente, un trabajo donde saca a relucir su finura y su poder de síntesis para contar historias con la belleza a que nos tiene acostumbrados con su poesía. 

El prólogo del crítico literario español Fernando Valls es una presentación tan simple como la belleza de los textos del libro y encaja a la perfección como si hubiese sido necesario, diría indispensable para saborear los relatos. 

En su texto Valls señala, "Susana Szwarc ha llegado al microrrelato, a veces compuesto solo por una o dos líneas, procedente de la poesía y del cuento brevísimo, tras condensar sus elementos y mantener el lirismo y la narratividad, así como potenciando los juegos con el lenguaje para sacarle partido a algunos de los motivos habituales de lo fantástico. Es decir, cultivando la idea de que “la realidad muchas veces es así: irreal”, como se lee en “Blanco, blando, volador”. En suma, me atrevo a pronosticar que la autora ha recalado en el microrrelato para enriquecer una ya riquísima tradición que se alimenta de situaciones, personajes y un lenguaje que provienen de una estirpe de literatura culta, pero también de la propia vida en los pueblos del interior del país, como Quitilipi o, según le confiesa a Rolando Revagliatti en una entrevista, de un mundo en el que habitan “personajes siempre marginales, siempre en `la frontera´, sobrevivientes (lo que no implica solo un `aire de tristeza´, sino la alegría de descubrir, de conocer y de estar viviendo –que también hay- en estas situaciones)”. De esa hibridez, entre sus orígenes judíos europeos, el cosmopolitismo de Buenos Aires, y el mundo del Chaco, con su propia mezcla de culturas y lenguas, los qoms, los wichis y los guaraníes, me parece que proviene la literatura de nuestra autora.

              Nuestra autora  pasa a formar parte de una fértil tradición que se ha ido gestando en la literatura hispanoamericana, y más en concreto en la Argentina, que cuenta con grandes cultivadores y estudiosos. Entre los primeros, tenemos muy presente a Macedonio Fernández, Borges y Bioy Casares, quienes en sus Cuentos breves y extraordinarios (1955) llamaron la atención sobre las posibilidades literarias de las formas narrativas breves, Julio Cortázar, Enrique Anderson Imbert, Marco Denevi, Luisa Valenzuela, Eugenio Mandrini, Raúl Brasca o Ana María Shua…”

            El humor y la tragedia pueden encontrarse en una misma línea, como el maltrato y la ternura, lo cursi y lo siniestro.  Su estilo es sugestivo, polisémico, de tonos sutiles e imágenes que nos envuelven. Cada palabra tiene el peso de las palabras. Y tiene el peso del silencio.

Susana Szwarc nació en Quitilipi, Chaco en 1954. Reside en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y posee una larga trayectoria literaria, entre sus libros se pueden  mencionar su primera novela “Trenzas” (Legasa, 1991), “El artista del sueño y otros cuentos” (Tres Tiempos, 1981), “El azar cruje” (Catálogos, 2006), “Una felicidad liviana” (Ediciones Ross, 2007); en el género poesía “En lo separado” (Último Reino, 1988), “Bailen las estepas” (De la Flor, 1999), “Bárbara dice” (Alción, 2004), “Aves de paso” (Ed. Cilc, 2009); y en literatura infantil “Había una vez una gota”, “Había una vez un circo”, “Salirse del camino y otros cuentos”, “Tres gatos locos”, entre 1996 y 2010. 

Desde 1985 coordina seminarios y talleres de lectura y escritura en instituciones públicas y privadas, en varias provincias de su país y en España. Entre los reconocimientos recibidos destacan el Primer Premio Nacional Iniciación de Poesía (1987), el Premio Unesco (Buenos Aires, 1984), Premio Antorchas a la Creación Artística (1990), Premio Único de Poesía de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (1998).

 

Algunas microficciones en Distancia cero:

 

Tempo

Salió el sol.

Es de día y parece de día.

Nos sentamos sobre el mostrador, balanceamos las piernas.

Atardece, la luna es blanca, después amarilla fuerte, casi como la naranja que chupamos entre todos.

Se nota que es de noche.

***

Blanco, blando, volador

Cada uno viaja como puede. Yo había encontrado un burro blanco.

—Ya te dije, no un caballo blanco sino un burro blanco (blando). Además, era un burro volador.

 Me daba gracia viajar de este modo, como en un sueño, pero la realidad muchas  veces es así: irreal. Aquí el pero es una afirmación y me pongo a explicar qué significa esto mientras voy montada en el vuelo. Es difícil dar una  explicación que conforme a todos.

De pronto grito porque en lugar de ir cayendo en picada, sigo y me encuentro con otros en el viaje.

—Ey!, tenemos el mismo código —me grita una mujer que, más que entrada en años, está adentro de su bufanda.

Alguien dice que sí, que a veces es así.

—De esta forma, vaya a saber adónde iremos a parar.

Al hablar de este modo, no se puede evitar un poco de saliva que sale entre los labios y eso produce el ruido festivo.

—¿Lo estás escuchando?

***

Fiesta de verano

—¿Te acordás? En el bar Rayo estaba el aire a todo lo que da. Split, slip, sleep, shpil. Jugabas mientras crecían los escalofríos, la piel de gallina, las manos pidiendo una moneda, una monedita, una más. A veces sí que daban monedas o se sacaban la medialuna de la boca. A veces te tocaba,  te relamías. Lo mejor de esas tardes era el frescor,

lejos de las chapas de la casa.

—Pero volvíamos.

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