En el día mundial de la poesía

Quedémonos en casa

Por Aldo Parfeniuk Escritor, poeta y periodista
viernes, 20 de marzo de 2020 · 16:33

Por Aldo Parfeniuk

Escritor, poeta y periodista      

 

Y este final de marzo también viene con recuerdos de acontecimientos que estos días de virus y encierros obligatorios permiten revalorizar -como contrapartida a tanta desgracia- haciendo prevalecer parte de lo importante que cotidiana y permanentemente habíamos postergado por lo urgente. Por ejemplo lo ambiental. Y lo mejor de lo humano: nuestra espiritualidad. Y en tren de recordar y de atar hilos, me permito referir en primera persona la hermosa locura de la que fui partícipe en marzo del año 2001, cuando en un fogonazo de audacia y lucidez, al gobierno nacional se le ocurrió sembrar en nuestro país Casas de la Poesía, comenzando por el Sur, bajo la cuidadosa curaduría de la poeta Susana Villalba y en consonancia con lo hecho por la Unesco un par de años antes, cuando se le ocurrió despedir el milenio declarando –en 1999- al 21 de marzo  el Día Mundial de la Poesía..

El diario Clarín del momento comentaba:  “ Debido a la huelga de hoy, en la Argentina la sede en la Patagonia de la Casa Nacional de la Poesía será inaugurada el jueves, dijo su directora, Susana Villalba. Ese día se iniciará en la ciudad de Neuquén una gira de los poetas Irene Gruss, Tono Martínez, Aldo Parfeniuk y Reynaldo Castro, quienes leerán sus textos. La gira seguirá en General Roca, Comodoro Rivadavia y Río Grande, Tierra del Fuego”. Y allí fuimos, con nuestros poemas, leídos y comentados ante ávidos pares y público generoso y atento, sorprendidos todos de contar en cada una de esas ciudades con un espacio generado y subvencionado por el gobierno nacional. Aunque (por las noticias que con el tiempo fui recibiendo) progresivamente fueron enmudeciendo las Casas. En nuestra visita también dejábamos libros de poetas argentinos y latinoamericanos y materiales varios relacionados con el fortalecimiento de una red nacional y continental, para que los poetas de diferentes lugares pudieran establecer contactos productivos; además, por supuesto, para estimular la creación local y los vínculos entre lugares apartados y  grandes centros culturales. Pero muy pronto cambiaron en el país los aires de aquella política y se perdió  la oportunidad de darle a la poesía moradas estables en cada rincón de la Argentina, para que los poetas tuviéramos cobijo y comida cada vez que nuestras hambres líricas y fraternales lo demandaran. Ya de regreso, intenté organizar una de esas Casas en la ciudad de Córdoba. Se realizaron algunas reuniones con poetas locales y se logró realizar un acto de homenaje –con recital incluido- al gran Joaquín Gianuzzi, que nos honró con su presencia en la Facultad de Lenguas; pero pronto cambiaron los tiempos propicios, sobrevino el desastre en el país, y el proyecto naufragó; en Córdoba y en el resto del país.

De cualquier manera, el 21 de marzo, desde entonces, es el Día de la Poesía. La Unesco lo instituyó en ocasión de la llegada de la primavera en el hemisferio Norte (¡cuándo no!), el último año del milenio pasado,  para proteger una de las formas de expresión humanas en serios riesgos de desaparición: consecuencia de la maquinización del mundo, la globalización, el incendio ambiental, la salida del hombre hacia el espacio, etcétera; consecuencias del querer saber, no del querer ser. Hoy el hombre tiene que volver a su casa y ponerse a hablar consigo mismo, retomando  la abandonada posibilidad que, como poeta, siempre tuvo, más allá de que la pusiera  en práctica o no. Quizás sea verdad, como desde la filosofía lo decía Heidegger, que por su relación con la palabra (la casa que habita el ser) el hombre está comprometido a cuidarla y a pensarse desde ella. Y que todos los días, cuidándola, poniéndola en acto hacia la verdad, reencuentre en ella su verdadera morada. Como en la casa en la cual, en estos tiempos de penuria, debemos quedarnos, para volver a ser.

En este fin de marzo que no se irá fácilmente de la memoria, un amigo riojano que le habla y le canta al hombre universal -Pancho Cabral- escribió  palabras para quedarse en casa que, con su permiso, repetimos aquí, para cerrar la nota:

“Si el sol llega a tu patio y abraza tu

 cintura, quédate en casa.

Si pasa sobre tu viña y besa tus

sentidos, quédate en casa.

Si esta mañana una hebra de luz y

un pedazo del día entraron por tu

ventana, quédate en casa.

Si esa luz se asienta sobre tu

piano, tu guitarra, tu cocina, por favor

te suplico, quédate en casa.

Pues, ya lo dijo un niño: si el virus

no nos encuentra por la calle,

se va a quedar solito, muerto

de aburrimiento, y va a disparar

a su morada, al infierno de su casa.

Por favor te ruego, te suplico:

¡quédate en casa!.”       

                                             PANCHO CABRAL

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