Signos de estos tiempos
Por Pedro Jorge SolansPor Pedro Jorge Solans
El 12 de abril de 1993 se publicó la primera edición de El Diario de Carlos Paz.
A 27 años de aquel lunes, cuando un pequeño grupo habíamos amanecido con el sol en los bolsillos y la esperanza en los ojos, parece un signo de los tiempos que ese sueño hecho de realidad cumpla su aniversario en el día de la resurrección en plena pandemia del COVID-19 que azota el mundo.
Nada será igual, menos el periodismo; por eso como aquel día, volvemos a soñar pese a todo, y volvemos a prepararnos, de nuevo, sacando fuerza de nuestros corazones para ser elegidos de nuevo por ustedes que son nuestros lectores.
Vivir con pasión cada oficio no es vano, menos cuando hace vislumbrar que las cosas simples son las más importantes.
Por último, quiero hacer un homenaje a la casa Legany en Pellegrini 488 que cobijó la primera redacción y luego también la sala de impresión.
Casa Legany
Los ojos pastores
que guiaron a una viuda desesperada
salieron detrás de tus paredes blancas.
Casa que aún resiste momentos aciagos,
Legany emotiva.
Ahora que eres azul por fuera
y roja por dentro,
parece que rememoras aquel nido
donde una hembra amamantaba
sus cachorros desamparados
sin tradiciones.
¿Te acuerdas?
Con qué vigor lo hacía.
Con el de sus sueños,
y una luz que cincelaba en el pecho
una ilusión
Villa Carlos Paz a fuego.
Era la marca que lucía
en las yerras de los atardeceres
cubriendo la piel,
de esos días
de pan
picadillos
y vino.
Cómo no quererte tanto
con tus seres y tus fantasmas
casa arrulladora de esperanzas
inventadas
dibujadas
contorneadas
por el arquitecto
de los Art Decó,
Ángel Lo Celso,
rellenadas
por el constructor Tiboni,
y elaborada por la alquimia
de la distancia
y las perspectivas
del farmacéutico Márquez
y Guariglia su ingeniero,
con tejas francesas
y cemento de la lejana
Portland.
¡Ahí está, esbelta!
Con sus hosterías según los años,
en los 50, Jor Sil,
(Jorge y Silvia Santos)
en los 60, La Tirolesa
(de Nely Montini de Fornari)
y en el siglo 21, Blue
(de Patón Gurriere, hijo)
Y entre tantos,
el Diario de mi pueblo
sangre custodio
de un milagro.