El Quijote, inmenso en las letras de todos los tiempos. Por Marta Rojas

El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, obra cumbre de las letras españolas, que escribiera Miguel de Cervantes y Saavedra, cuya muerte ha sido registrada el 23 de abril de 1616. Una buena razón para que en este día se celebre en el mundo el Día del Idioma español. 
sábado, 25 de abril de 2020 · 21:53

Por Marta Rojas

(Escritora y periodista) 

Ilustración. Obra Caballeros andantes, de Jesús Helguera.

 

Entre las expresiones que decimos y escribimos cuentan, por solo citar algunas: «Del dicho al hecho hay un gran trecho», «cuesta un ojo de la cara» o «lo he visto con mis propios ojos». Esas y muchas más se leen en El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, obra cumbre de las letras españolas, que escribiera Miguel de Cervantes y Saavedra, cuya muerte ha sido registrada el 23 de abril de 1616. Una buena razón para que en este día se celebre en el mundo el Día del Idioma español.

Todos los homenajes que se le rindan a este extraordinario escritor serán siempre pocos. Fue el creador de la novela social, de la histórica, de la novela dentro de la novela; el creador de la novela moderna.

Quien también fuera reconocido como el Manco de Lepanto, por haber sido un soldado español que perdió el uso de su mano izquierda en la guerra, no fue un hombre al que le sonreiría la suerte.

Sus grandes méritos como militar no fueron bien evaluados. España no podía ocuparse de cosas menudas de sus soldados. Ni siquiera de un genio como Cervantes, quien en su grandiosa novela escribiría: «No es hombre más que otro si no hace más que otro». Para Cervantes… «la sangre se hereda, la virtud se conquista». Él conquistó la virtud: describir en su singular obra a España, donde además todos los caracteres humanos están presentes.

Cervantes nació el 29 de septiembre de 1547 y moriría a los 68 años. Cuando vio la luz, España nacía en Europa y se extendía hasta un mundo totalmente nuevo: América, y era la dueña del mundo. Ya adulto Cervantes, su país eran muchos países, más un continente.

Pero Cervantes era un ex soldado en un país que solo vivía del boato y adonde habían llegado, casi por azar, las novelas de caballería que solo su genio pudo convertir en la verdadera historia del pueblo español.

Se aprovechó de su lengua y, con ella, hizo un arma poderosa que cruzó los océanos y prodigó la cultura española, por los siglos de los siglos. Cervantes, con su Quijote, supera a todos los literatos de todas las épocas. A Dulcinea la conoce el mundo, de ella se habla, aunque no existió. «Sin la admisión de Dulcinea, el hidalgo no tendría razón de ser», escribió Mirta Aguirre.

Cervantes comenzó convirtiendo la bacía de un barbero en la España «loca de riqueza», en yelmo dorado, y para el Quijote la bacía es yelmo. Si sabio fue el escritor de nuestra lengua, no lo fue menos su «ignorante» Sancho Panza, que deslumbró a su señor Don Quijote con una verdad sin límites. Le dijo Sancho un día: «A buena fe, señor, que no hay que fiar en la descarnada, digo en la muerte, la cual también come cordero como carnero; y a nuestro cura he oído decir que con igual pie pisaba las altas torres de los reyes como humildes chozas de los pobres. Tiene esta señora más de poder que de melindre; no es nada asquerosa: de todo come y a todo hace, y de toda suerte de gente, edades y preeminencias hincha sus alforjas. No es segador que duerme las siestas, que a todas horas siega…y aunque no tiene barriga, da a entender que está hidrópica y sedienta de beber a solas las vidas de cuantos viven, como quien se bebe un jarro de agua fría».

Y Don Quijote, impactado con las bellas y profundas palabras lo aplaude diciéndole que puede ir por «ese» mundo predicando… y que no comprende cómo es que puede saber tanto…

De pasajes hermosos y tristes, sorpresas, diálogos sagaces, giros imprevistos y estampas de la vida y de la España de entonces, está compuesta la mayor de las obras escritas en lengua española, El Quijote, dicho así para abreviar su nombre, inmenso en las letras de todos los tiempos. 

 

Comentarios