El lago y la literatura. Por Aldo Parfeniuk
Ilustración Silvia Coggiola
Lago robado
Ya no podremos decir
-como en la infancia-
que cuando se duerme el lago
despierta en su sueño
un niño.
Porque
cuando llenábamos de pesca
el cesto de mimbre
de la madre
poníamos también entre esos sueños
(como naranjas recién cortadas
de los árboles de la orilla)
la aventura del lago.
Nadie supo decirnos
qué vendría después.
O no quisieron.
Ni cómo acontecería el asesinato
del agua.
Simplemente dejaron fluír
los chalets, las suntuosas residencias
entre los dedos
del tiempo
y los intereses de los inversores
de las costas.
Lo cierto es que ni el lago
pudo salvar al niño del pantano
(lo mismo que a esa garza
que ahora lucha en vano
para que no la trague el barro)
ni nosotros rescatar
el sueño que justifique
la presencia
de un niño en el poema
que busca mirarse la vida
de frente y a los ojos
en el espejo trizado
de este lago,
al que le hemos robado
todo el lago.
Aldo Parfeniuk
Fotografías: Silvia Coggiola