Después de 32 años, un reencuentro para no olvidar

2017. Café Gijón en Paseo de Recoletos, en Madrid con un sol tímido.

Habían pasado 32 años y la vida me dio otra oportunidad de compartir una copa de vino con uno de los grandes poetas de España.
Antonio Hernández Ramírez, un maestro de las letras, periodista agudo, novelista tardío pero bueno como vino añejo.

Fue en la casa de él, en 1985, cuando probé por primera vez ese manjar andaluz que es el gazpacho. Luego escribí un cuento que el inefable Manolo Lafuente lo leyó un domingo por los micrófonos de Radio Universidad de Córdoba.
Después los caminos se bifurcaron, él fue Premio Nacional de Literatura  y  yo regresé a mi lugar en el mundo para fundar El Diario de Carlos Paz. Así fue que en el reencuentro mixturamos los recuerdos para no perder tiempo, o mejor dicho para recuperar los días que pasaron. Nos pusimos a la hora de este Madrid o de aquel, pero en el mismo lugar: el Gijón.
Luego de dos o tres copas, caminamos unas calles y le agradecí por recordarme que España está viva sin negar el sur horizonte, el sur nuevo, el sur de los mares del continente.

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