Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana

Fina García Marruz, una poeta de la Patria de José Martí

Por Enrique Hernández-D’Jesús (Poeta, curandero y fotógrafo) Unión Libre

Por Enrique Hernández-D’Jesús

(Poeta, curandero y fotógrafo)

Unión Libre

 

FINA GARCÍA MARRUZ, es una de las poetas más importantes de la lengua española, nacida en la Patria de José Martí, su guía y su pasión por el conocimiento y la vida. La poeta ha establecido una relación que expresa la luminosidad de su isla, alumbrando el cuerpo del pensamiento, la realidad la hace presente bajo una forma sorprendente  y estética del pensar y del sentido oculto que busca la palabra en un descubrimiento semejante al misterio. Como lo dice Carmen Ruiz Barrionuevo: “se dirige de la intimidad del alma a la objetividad del espíritu” en EL SECRETO DEL ENCUENTRO cuando le fue otorgado el XX Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana

 

EL SECRETO DEL ENCUENTRO

Por Carmen Ruiz Barrionuevo

 

Con la concesión del XX Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, instituido por la Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional, a Fina García Marruz (La Habana 1923), se pone de relieve una de las obras poéticas más congruentes y sólidas del último panorama literario cubano. Perteneciente grupo de la revista Orígenes, -un conjunto de escritores que universalizaron su literatura insertándola en lugar más alto del conjunto de las literaturas en  lengua española- Fina García Marruz forma parte de los Diez poetas cubanos que Cintio Vitier antologó en 1948 junto con José Lezama Lima, Ángel Gaztelu, Virgilio Piñera, Justo Rodríguez Santos, Gastón Baquero, Eliseo Diego, Cintio Vitier, Octavio Smith y Lorenzo García Vega. María Zambrano, que vivió varios años en la isla, los consagró en su ensayo “La Cuba secreta”, que publicó en la misma Orígenes a raíz de la lectura del libro de Vitier. Son poetas marcados por un profundo, pero innovador, sesgo clásico, que Lezama Lima infunde al resto de los componentes desde ese noviembre de 1936 en que  Juan Ramón Jiménez se instaló en La Habana y empieza su andadura poética iniciando una serie de revistas que confluirían en la fundación de Orígenes en 1944. 

La obra poética de Fina García Marruz da comienzo al final de la década de los años treinta y desde entonces irá adquiriendo una sólida personalidad elaborando una poesía que “se dirige de la intimidad del alma a la objetividad del espíritu” en la búsqueda de  “lo exterior-desconocido, dentro y fuera de nosotros”, como apunta Cintio Vitier. Sus dos primeras entregas poéticas, Las miradas perdidas (1951) y Visitaciones (1970), recogen poemas de casi treinta años, algunos de cuales se gestan dentro de Orígenes. Se observa ya que su poesía se dirige al encuentro de lo ya desaparecido actuando sobre  la imagen con el auxilio siempre dinámico de la memoria, de tal manera que los planos temporales del pasado y del presente se superponen, modifican y confunden. En Visitaciones (1970) actúa sobre esas visitaciones temporales de lo que se va quedando atrás, y en Habana del centro (1997) continúa esa línea elaborando una summa o totalidad poética que recoge registros del pasado para llegar a consolidar nuevas formas creativas.

Poeta y prosista, ferviente martiana, dotada de una sobresaliente mirada crítica, ha realizado no sólo una personal obra poética, sino también una importante labor como ensayista y crítica literaria de la literatura en lengua española.

 

Poemas Fina García Marruz

¿DE QUÉ, SILENCIO, ERES TÚ SILENCIO?

 

¿De qué silencio eres tú silencio?
¿de qué voz, qué clamor, qué quién responde?
Abismo del azul, ¿qué hacemos en tu seno,
Hijos de la palabra como somos?
 

¿qué tienes tú que ver, di, con nosotros?
¿cómo si eres ajeno, así nos tientas?
¿habría sed de no haber agua cierta?
¿o quién vistióme de piedad los ojos?
 

¿puedo poseer, pequeña, don inmenso
Que faltase a los cielos y a las aguas?
Y él ¿podría morir, sobreviviendo
 

Menor que él, todo el fulgor del cielo,
Quedar la tierna luz indiferente
Al fuego que, irradiando, ha suscitado?

 

QUÉ CAPRICHOSA Y EXQUISITA MANO

 

¿Qué caprichosa y exquisita mano
trazó, eligió ese gesto perdurable,
lo sacó de su nada, como un dios,

para alumbrar por siempre otra alegría?

¿Participabas tú del dar eterno
que dejaste la mano humilde llena

del tesoro? En su feliz descuido
adolescente ¿derramaste el óleo?
¿Qué misterio fue el tuyo, instante puro,
silencioso elegido de los días?
Pues ellos van tornándose borrosos
y tú te quedas como estrella fija
con potencia mayor de eternidad.

 

HUÉSPED ME FUE PALABRA MISTERIOSA

 

¿No sentías que ardía tu corazón
cuando nos hablaba de las Escrituras?
Los peregrinos de Enmaús

Huésped me fue palabra misteriosa.
Huésped es el que viene de muy lejos,
de algún pueblo que nunca habremos visto.
Huésped es el que viene por la noche,
toca la aldaba de la puerta y todo
el umbral resplandece como nieve.
Huésped es quien se sienta a nuestra mesa
sólo por una noche, y no se acierta
sino ya a oír lo que su boca dijo.

Huésped es el que alegra con su rostro,
y alumbra con sus manos nuestro pan,
y no logramos recordar su nombre.
Huésped es el que ha de partir, al alba.

 

EL QUE SOLÍA VISITARNOS

 

El que solía visitarnos, el que era
  de todos más amado, suave vuelve
a la sala sencilla, cada día
más real y más leve, ya de humo.
¿Cuándo tocó la puerta? No podemos
recordarlo. Estaba allí, estaba!
Y no se irá jamás ni puede irse.
No nos trae la memoria las palabras
del adiós. Sólo podrá volverse
por la puerta de un ruido, de un llamado
de ese mundo que borra, ignora y vence.

 

CÓMO HA CAMBIADO EL TIEMPO

 

Amigo, el que yo más amaba,
venid a la luz del alba

Cómo ha cambiado el tiempo aquella fija
  mirada inteligente que una extraña
ternura, como un sol, desdibujaba!
  La música de lo posible rodeaba tu rostro,
como un ladrón el tiempo llevó sólo el despojo,
en nuestra fiel ternura te cumplías
como en lo ardido el fuego, y no en la lívida
ceniza, acaba. Y donde ven los otros
la arruga del escarnio, te tocamos
el traje adolescente, casi nieve
infantil a la mano, pues que sólo
nuestro fue el privilegio de mirarte
con el rostro de tu resurrección.

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