Causas y consecuencias de «Clics Modernos» (no venderse a fioruchi)

Por Alejandro Frias (Escritor y periodista)
sábado, 26 de septiembre de 2020 · 00:00

Por Alejandro Frias

(Escritor y periodista)

 

Por muchas cosas, la de periodista es una buena profesión. Por muchas otras cosas, es una profesión compleja. Pero, a pesar de unas y otras, o tal vez justamente por eso, también tenemos la famosa “deformación profesional”, y esta nos lleva a que estemos siempre con las antenas alertas a la aparición de una buena historia.

 

No hay reunión, viaje, caminata en la que no estemos mirando y escuchando a la espera (ya inconsciente) de “esa” historia que hay que contar, y cuando la encontramos somos, por unos instantes, los seres más felices sobre el planeta. Y ni les cuento si esa historia, encima, es tan buena que atraviesa tiempos y espacios.

Por eso, cuando escuché esto que quiero relatarles, la felicidad me invadió. Por muchos motivos. Porque involucra uno de los discos más importantes de nuestra música, a un poeta de esos que se nos hicieron necesarios en la vida, a un amigo artista y porque, además, tendría el privilegio de contarlo.

Pero esta historia de la que me enteré fue una suerte de cierre de una concatenación azarosa (y, por qué no, cortazariana) de hechos. Una concatenación que se da más o menos así:

Me llega la nueva novela de Marina Arias, titulada «Fioruchi». Antes de leerla, suena en mi cabeza “él se cansó de hacer canciones de protesta y se vendió a Fiorucci”, frase de  la canción «Dos cero uno (transas)», del disco de  Charly García «Clics Modernos».

Para el cierre de la columna de literatura que hago los viernes por radio “La Mosquitera” elijo «Piu avanti», una canción creada a partir del poema de Almafuerte, musicalizada y cantada por el muy pero muy grosso artista, escritor, músico Iñaki Rojas.

Leo la novela y, oh sorpresa (o no tanto conociendo a Marina y su literatura), hace referencia a eso de “venderse a fiorucci”, en relación a aquella canción de Charly.

Unos días después de la columna que cierra con «Piu avanti» y de leer «Fioruchi», me llama Iñaki Rojas para contarme algo que le pasó con esa versión de la canción.

«Clics Modernos» y «Piu avanti» se aúnan en una hermosa historia que atraviesa los tiempos y los espacios.

 

Todo empieza con una foto

En noviembre de 1983, Charly García publicó su segundo disco solista y uno de los mejores de la historia del rock nacional: «Clics Modernos».

Portada de Clics Modernos 

Eran nueve canciones que marcaron la época, entre ellas, «Los dinosaurios». “Los amigos del barrio pueden desaparecer, pero los dinosaurios van a desaparecer”, cantaba toda una generación que nacía y renacía a menos de un mes de que la democracia se reinstaurara en nuestro país.

Si bien el disco contiene ocho temas más, entre ellos, «Nos siguen pegando abajo (pecado mortal)», «No me dejan salir» y «Plateado sobre plateado (huellas en el mar)», nos detendremos en  dos de ellos: «Los dinosaurios» y «No soy un extraño», porque en la primera canción Charly repudia a esos dinosaurios que ensombrecieron el país, mientras que en la segunda, una alegoría del retorno de quienes se habían tenido que ir, escuchamos eso de “los carceleros de la humanidad no me atraparán dos veces con la misma red”.

Y es justamente una de las consecuencias de la dictadura lo que mueve a Charly a tomarse una foto junto a una sombra humana pintada en una pared de Nueva York, porque, como él mismo declaró en algún momento, esa imagen le recordaba las que se hacían en paredes de Argentina para hacer conocer la existencia de desaparecidos.

Esa foto no sólo se transformó en la imagen de portada del nuevo disco de Charly, sino que también aportó el nombre del álbum, pues en esa pared, junto a esa sombra, se lee “Modern Clix”, entonces, el disco que iba a llamarse «Nuevos trapos» pasó a titularse con el ya inmortal «Clics Modernos».

 

 Tapa del disco Clics Modernos. 

 

Necrológica del Hombre Sombra

Demos un salto temporal y espacial y trasladémonos a la Argentina en el año 2017. El 12 de noviembre de ese año, aparece en el diario «Página/12» un artículo de Martín Pérez titulado “Sombras y clics modernos”, que era un homenaje y obituario a Richard Hambleton, un artista callejero que nació en Canadá y que luego se trasladó para radicarse en Nueva York.

Hambleton pintaba figuras humanas en las calles neoyorkinas, y una de sus series más famosas fue la de aquellas siluetas negras por las que recibió el seudónimo de Shadowman.

Fue justo con una de esas siluetas con la que se topó Charly allá a principios de la década de 1980 y que le recordó a las que se pintaban en nuestro país. Por eso se tomó la foto allí.

Charly García y Uberto Sagramoso, su fotógrafo, buscaban capturar la imagen de lo que sería la tapa del nuevo disco, y como este nuevo disco se iba a llamar «Nuevos trapos», Charly grafiteaba paredes con esa leyenda para que luego Uberto tomara las instantáneas.

Pero apareció una pared con una de las imágenes creadas por Shadowman junto a la cual alguien había escrito “Modern Clix”, que era el nombre de una banda de rock de Brooklyn. Así fue como esa foto se transformó en el arte de tapa del segundo disco solista de Charly García.

Shadowman murió en el anonimato en 2017. Tan es así, que la noticia de su fallecimiento fue publicada recién una semana después en el «New York Times». Y, según relata Martín Pérez en su artículo, Richard Hambleton nunca supo que una de sus pinturas callejeras en Manhattan fue tapa de uno de los discos más importantes del siglo XX.

  Charly García junto a uno de los grafitis pintados por él.

 

Un grafiti no tan anónimo

Demos otro salto, esta vez sólo espacial, de Buenos Aires a Mendoza, donde el músico, actor y escritor Iñaki Rojas leyó el artículo de Martín Pérez sobre la muerte de Richard Hambleton.

Quienes pertenecemos a esa generación que allá por comienzos de los 80 abrimos los sentidos a lo que se estaba gestando y que luego explotaría con la denominada “primavera democrática” conocemos, mal que mal, la historia del arte de tapa de «Clics Modernos» y la del nombre del disco.

Iñaki Rojas es de esa generación, así que sabía que Charly se había sacado una foto junto a una silueta negra en Nueva York, que al lado de esa pintura callejera alguien había escrito el nombre de una banda de rock de Brooklyn y que ese grafiti le dio nombre al disco. Pero cuando leyó el obituario de Shadowman se hizo una muy buena pregunta: ¿quién fue la persona que escribió “Modern Clix” en esa pared de Manhattan en la cual Charly se fue a apoyar para mirar desafiante el lente de Uberto Sagramoso?

Así fue como, más de siete lustros después de tomada la foto, Iñaki se dio a una búsqueda que, con tanto tiempo de por medio, podría haber estado destinada al fracaso.

Pero, claro, ya saben, yo no estaría escribiendo esto si esa búsqueda hubiera sido infructuosa.

Iñaki Rojas, más de tres décadas y media después y a más ocho mil kilómetros de Nueva York, dio, vía redes sociales, con Fran Powers, integrante de la banda Modern Clix, y así la mano que pintó aquel grafiti dejó de ser anónima.

Promoción de un concierto de Morden Clix en 1982. De izquierda a derecha, Prince Jackson, Madonna Archer y Fran Powers.

 

Un neoyorkino en Japón

En 1983, mientras Charly García grababa su segundo disco solista, una de las bandas que agitaban el under neoyorkino era Modern Clix, integrada por Prince Jackson, Madonna Archer, Ratti Dread y Fran Powers.

Nacido en agosto de 1960, Fran Powers, además de músico, era “bomber”, es decir, grafitero, dedicándose a hacer esas pinturas callejeras típicas de los paisajes neoyorkinos. Y, por supuesto, Fran no iba a dejar la posibilidad de grafitear el nombre de su banda.

Así es como llegamos a tener aunados en el arte de tapa de un disco a Shadowman, Fran Powers y Charly García.

Años después, Fran se mudó a Okinawa, Japón, donde vive con su esposa, sin dejar nunca de hacer música. Y fue hace poco que un tal Iñaki Rojas, de Mendoza, una provincia de la austral Argentina, se comunicó con él. Y fue así como Fran se enteró de que un grafiti suyo era parte del arte de tapa de un disco de un tal Charly García y de que su banda llevó a que un álbum cambiara su nombre.

 Fran Power hoy

 

El tesón del clavo enmohecido

Desde Mendoza, Iñaki Rojas comenzó a buscar información acerca de quién podía haber escrito “Modern Clix” junto a la silueta de Shadowman, o viceversa, en el 2018, a 35 años de aquella foto, lo que menos importa es qué fue primero.

Le costó trabajo, aunque no tanto. Gracias a las redes sociales llegó a Fran Powers, se presentó, le contó cuál era el motivo por el que lo había buscado y, por supuesto, se hicieron amigos.

Así, Iñaki comenzó a conocer más de la vida de Fran, quien desde Okinawa, donde vive con su esposa, sigue haciendo música, e incluso le envió a Iñaki, vía correo postal, el disco que estaba terminando de grabar cuando se conocieron. Ese disco es «Soundtrack to a Nightmare», de la banda en la que actualmente toca Fran, Little Old Ladies.

El polifacético artista mendocino Iñaki Rojas.

 

Pero Iñaki también descubrió de que, apenas unos años después de que pintara el nombre de su banda en una pared de Nueva York, Fran tuvo una aparición en la película «After hours»  (1985), de Martin Scorsese. Un primer plano que sería la envidia de cualquier extra. "¿Cómo te enteraste de eso? No suelo contarlo", le dijo Fran cuando supo que la pesquisa del mendocino había llegado a esos extremos.

Claro que si este encuentro, este recorrido espacio temporal desde Nueva York en 1983 hasta Mendoza en 2018, da tela para escribir un artículo, más la da para escribir un libro. Y a eso se abocó Iñaki Rojas.

Pero todavía no termina la historia, porque a esta odisea por las décadas le falta el broche final, que vendría a ser como el último eslabón de esta cadena…

Fran Powers, en una escena de «After hours», de Scorsese.

 

Pasame un tema tuyo

Fran e Iñaki se hicieron amigos, este último escribió una novela (que anda pidiendo pista editorial) cuyo leitmotiv es aquel grafiti de hace 38 años, Iñaki le ofreció sus instrumentos a Fran para cuando quiera venir a tocar a nuestro país, Fran se ha entusiasmado y prometió viajar cuando se pueda.

En alguna de esas charlas que ya son regulares entre ambos, Fran le contó a Iñaki que estaba pensando hacer un disco con temas de amigos, así que le pidió uno para incluirlo.

Por supuesto, Iñaki le mandó uno. Una versión de «Piu avanti». Pero lo que Iñaki no sabía era que lo que estaba pensando Fran no era reversionar las canciones de sus amigos, sino publicarlas cantadas por ellos.

Así es como que el nuevo disco de Fran Powers, «Relax - Songs for a sunday afternoon», abre con Iñaki Rojas interpretando la canción creada a partir de un poema de Almafuerte.

Es decir, hace poco salió un disco que abre con una canción de un mendocino y que fue grabado por un neoyorkino que vive en Japón, que es el mismo que a principios de los 80 escribió el nombre de su banda en la pared en la que Shadowman pintó una silueta que a un músico argentino le recordó a los desaparecidos en su país durante la dictadura y por eso se tomó una foto allí y a partir de eso decidió cambiar el nombre de su próximo disco, que terminaría siendo uno de los más importantes de la historia de la música.

Arte de «Relax - Songs for a sunday afternoon», con Iñaki Rojas encabezando la lista de temas.

 

Inyorfeiz, fioruchi

“Él se cansó de hacer canciones de protesta y se vendió a Fiorucci…”, cantaba Charly en «Clics Modernos».

“Él se cansó de andar haciendo apuestas y se puso a estudiar…”, cantábamos en los recitales y en los bailes.

Ya con más de cinco décadas encima y con  «Piu avanti», de Iñaki Rojas, y «Dos cero uno (transas)», de Charly, sonándome en la cabeza, llego al fin de este artículo, contando historias con las cuales termino de convencerme de lo inmortal de la sentencia de Almafuerte que conmina a que “¡Seas el que tú seas, ya lo sabes: a escrutar las rendijas de tu jaula!” y de que el secreto, o al menos uno de los secretos de la vida, es no venderse a fioruchi.

 

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