Sus cuentos fueron presentados en Argentina

Piedad Santiago y el año que no hubo primavera

La escritora granadina que integra la Colección Iberletras fue entrevistada por José María Chema Cotarelo Asturias para la Feria Iberoamericana del libro Chaco 2021.
domingo, 17 de octubre de 2021 · 11:32

Por José María Chema Cotarelo Asturias

(Especial. Granada, España)

 

La obra de la escritora española Piedad Santiago es un camino que tiene mojones concretos inherentes a la vida cotidiana. Desde su origen, en la mítica Guadix, en provincia de Granada, cuna que compartió con Pedro de Mendoza y Pedro Antonio de Alarcón, hasta su quehacer en el Hospital Universitario granadino Virgen de las Nieves.

Autora de novelas como “Cuando habla el alma” (Editorial Dauro, 2013); o; “Ese culo me suena” (Editorial Liberman, 2015) donde se perciben reflejos de su alimento literario de joven, sobre todo de Alarcón y Álvaro de La Iglesia y sus relatos costumbristas, donde se describían los lugares y momentos vividos en su infancia.

Fue su padre, maestro, quien le inoculó el interés por la lectura de cuentos infantiles. Se caracterizó durante su niñez por ser una lectora ávida de conocimiento, leyendo todo aquello que caía en sus manos y tal como ella dice muchas veces, “hasta los recortes de periódico de los envoltorios”. Se apropió de los títulos creados por Andersen o los hermanos Grimm y convirtió a sus hermanas, más pequeñas, en las protagonistas de los mismos.

Su vocación de médico no le ha limitado en el ejercicio de la escritura, antes bien, la ha motivado a ello siendo autora de algunos artículos de importante relevancia científica publicados en revistas médicas de alto impacto. No obstante, su vena literaria la lleva a escribir de forma regular relatos cortos caracterizados por un humor explosivo en el que detalla experiencias vividas directamente o expresadas por aquellos que bien la conocen y que transcribe de forma amena al espacio vacío de su pantalla de ordenador. Estos relatos han sido publicados en Internet (yoescribo.com) y en otras revistas. Se ha atrevido, inclusive, con el relato erótico.

Piedad, ¿Qué significa para ti integrar la colección Iberletras con autores, argentinos, mexicanos, españoles, colombianos, uruguayos, y cubanos?

Mi opinión puede ser parcelada para desgreñarla en diferentes puntos de vista. El primero, quizá el más importante: la universalidad de la lengua española, de ese castellano que ha llenado de literatura el mundo desde diferentes geografías, culturas, sociedades y peculiaridades, le permite aunar esfuerzos literarios con el fin de convertirse en un medio de comunicación magnífico, donde se engloban culturas dispares pero con una misma forma de expresar.

Por otro lado, el contacto con diferentes pueblos de habla hispana enriquecerá el vocabulario, ya de por sí rico de nuestro diccionario. Es una manera de conciliar la tan ansiada paz entre los pueblos. A través de la literatura integrada en todos estos países en un cogollo común, podremos hacer prosa, verso, periodismo, ensayo… lo que nuestra pluma dicte a cada instante, pero siempre reflejando sentimientos, emociones, hechos históricos, cualquier situación que permite un baño de información tan necesario en un mundo globalizado como el actual. Para mí, personalmente, es un orgullo poder formar parte, con mi sencilla aportación, de esta familia literaria. Esto engrandece mi currículo pero sobre todo motiva mi ansia para seguir escribiendo, contando historias.  

 

¡Qué hermoso eso que has dicho de que tengamos un abrazo común que es el idioma! Cuando viajo a Hispanoamérica con mis hermanos de historia es un placer poder compartir con ellos sentimientos y emociones y podernos entender en un idioma común. ¿Por qué titulaste a este conjunto de relatos magníficos “El año en que no hubo primavera?

La razón es bien simple: comencé a compilar los relatos en mayo del 2020, justo en plena pandemia y tras el fallecimiento de mi padre. Terminé de revisarlos tras la muerte de mi marido en noviembre del 2020 a causa de la infección por COVID. Para mí, 2020 no tuvo primavera, fue un año de muerte, dolor, apocalipsis, oscuro, negro como la pena que inundó mi corazón tras todos esos acontecimientos. Yermo de luz y color. No había flores, ni había consuelo para mí y mi familia. Estuvimos sin salir a la calle todo el mes de marzo y salimos en mayo con lo cual nos perdimos la primavera. ¿Dónde estaba la primavera? Mi padre se fue a buscarla al campo y allí nos dimos cuenta que había llegado su final. Es una razón muy simple y a la vez muy compleja.

 

Me imagino lo que sientes, y a través de las páginas del libro comprobarán ustedes que Piedad literalmente se desnuda y exterioriza su alma y sus sentimientos. Se ha dicho alguna vez que un escritor transcribe aquello de lo que se nutre de lo que lee y a mí me gustaría saber cuánto influye en tus relatos tu profesión de médico.

A los médicos nos enseñan desde jóvenes a escribir historias. Desde aquella primera historia hipocrática donde preguntábamos al paciente en la anamnesis por órganos y aparatos desde el cerebro hasta el sistema genitourinario, no se nos escapaba ningún síntoma, ningún signo en la exploración porque lo buscábamos todo…hasta la nueva historia clínica actual, carente absolutamente de todo adorno han pasado apenas 30 años. Y fíjate que la historia de la medicina con Avicena, Galeno, Hipócrates siglos atrás…siempre había sido igual ¿qué le duele, qué le pasa, qué sucede? Ahora nos hemos limitado a buscar qué pasa al paciente para ponerle un nombre limitándonos a algo demasiado banal, sencillo. A veces obtenemos información innecesaria con las pruebas complementarias y así la historia clínica actual ha perdido el ritmo, la musicalidad, ese cierto grado de literatura médica que había escrito en las historias clínicas de papel. Bueno, pues a mí me gustaría seguir escribiendo historias clínicas; pero claro, los protocolos consensuados por las diferentes sociedades científicas me obligan a seguirlos.

Según mi marido, yo no soy escritora, soy una cuentista. Añado ciertos adornos a historias reales convirtiéndolas en historias con cierto cariz de literatura. Es por ello que mi vida diaria está preñada de episodios muy interesantes que merecen la pena relatarlos. Muchos de ellos contienen una enseñanza otros, simplemente son divertidos. Digamos que ser médico me ha abierto los ojos para escudriñar más allá de la carcasa que constituye el cuerpo humano. Y en la consulta es cierto que obtengo informaciones muy simpáticas que merecen la pena ser contadas como por ejemplo “el desperdicio del sistema” o “una incorporación obligada” que hablan de las dificultades profesionales a las que nos enfrentamos los médicos en Andalucía.

Gracias a mi profesión he conocido gente muy interesante: poetas, músicos, pintores…y eso me ha enriquecido mucho. Tengo algún que otro poema por aquí de algún paciente mío ¿quieres que lo lea?

 

Adelante

 

Con un libro entre mis manos

Veo, veo, veo fantasía

Entre la realidad del tiempo

que desprende melancolía.

Como lo hace un plano

Desde la tierra al cielo.

Y se oirán voces en sinfonía

En lugares del pensamiento

Con caídas de luceros

Y sus colas, que lucían

El mejor comportamiento…

Pero lo que admiro es la capacidad que tienen de esforzarse por hacer algo bonito y la valentía que muestran por exponerse al público en certámenes literarios.

 

Piedad es una humanista en el sentido amplio de la palabra desde el punto de vista no solo médico sino personal y literarioElla nació en Guadix donde uno de nuestros mayores cronistas, D. Pedro Antonio de Alarcón; y mencionábamos también a Álvaro de La Iglesia que te han influido mucho en tu orden literario y me gustaría que lo contaras a nuestros amigos.

Yo aprendí a leer, literatura de mayores con Pedro Antonio y con Álvaro de la Iglesia porque mi padre compró una colección de editorial Planeta donde la mayoría de los títulos pertenecían a este segundo autor. Empecé a leerme sus libros en torno a los 12 años y me reía muchísimo, es más releí esos libros varias veces con títulos como “solo se mueren los tontos”, “todos los ombligos son redondos” o “qué bien huelen las señoras”. Pedro Antonio lo leí en la escuela pues me crie en un pueblo que se llama Lanteira que pertenece a la comarca del Marquesado del Zenete y en la escuela leíamos a los autores locales. Pero me impresionó muchísimo la forma de describir en “El sombrero de tres picos” la realidad sociopolítica de la época, el ambiente, y uno a uno a los personajes. No sé si recuerdas cómo describía al tío Lucas: El tío Lucas era más feo que Picio. Lo había sido toda su vida, y ya tenía cerca de cuarenta años. Sin embargo, pocos hombres tan simpáticos y agradables habrá echado Dios al mundo…luego describía a la señora Frasquita, etc. Yo pensaba “yo también quiero escribir así, quiero parecerme a él”. Y con al…pensaba lo mismo “pero si a mí me ocurren historias tan graciosas como éstas ¿por qué no lo voy a escribir yo? Si son cosas que dan mucha risa. Tengo relatos muy graciosos en relación a esto como por ejemplo “ovulo y no meo” que tiene mucho que ver con mi especialidad; o también “como dar placer sin ser una puta”; ese humor fino, irónico, satírico y que también denuncia una realidad política en un momento concreto de nuestra historia yo creo que es fabuloso y además con la risa de por medio. Son dos autores que han influido mucho en mi forma de relatar. De Alarcón me lo leí casi todo: el escándalo, capitán veneno, el clavo…etc. me ha impresionado la capacidad descriptora costumbrista de ambos. Y a mí ese rollo me va.

 

Para aquellos que no hayan leído a Pedro Antonio de Alarcón, no se olviden de descubrir a este autor. Cuando visiten España conocer esa tierra maravillosa de la provincia de Granada, cercana a Sierra Nevada y donde se conservan costumbres ancestrales.

Hablando de nuestro tema comentaba tus coqueteos con la poesía durante la juventud ¿sigues escribiendo o lo has dejado abandonado?

Igualmente, la poesía empecé a leerla en el colegio con García Lorca, era poesía para niños como “el lagarto y la lagarta” … En mi época no estaba Gloria Fuertes de moda, yo ya soy muy mayor. En la época de mis hermanas quizá sí. Pero no cuando yo era niña. Realmente los autores que me impresionaron fueron los escritores barrocos como Calderón de la Barca con aquellos versos que decían:

¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.” Y Quevedo me encanta ¿Cómo se pueden decir con esas palabras tantas cosas y tan graciosas en verso? Por ejemplo:

Érase un hombre a una nariz pegado,

érase una nariz superlativa,

érase una nariz sayón y escriba,

érase un peje espada muy barbado.

Érase un reloj de sol mal encarado,

érase una alquitara pensativa,

érase un elefante boca arriba,

era Ovidio Nasón más narizado.

Es por ello que esos dos literatos me marcaron mucho; me obligaron a leer a Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz pero eran autores que de joven, no me llamaban la atención y de adulta, me siguen emocionando. No quiero dejar pasar un hecho que me pareció extraño:   en el colegio donde yo me eduqué en el bachiller, era un colegio de monjas y la profesora de literatura era una mujer muy conservadora, pero, sin embargo, nos habló de Alfonsina Estorni; una poetisa argentina y que no sé si la recuerdo más por su terrible historia personal que por sus versos. En aquella época, donde apenas tenía catorce o quince años, yo no pensaba ni en orientación política ni en filosofía feminista (yo estaba dedicada a estudiar y sacar buenas notas para poder acceder a la facultad de medicina) pero sí que la poesía de esta mujer me dejó marcada de tal forma que aún la recuerdo. Buscando en los recovecos de mi memoria he dado con el poema que más llamó mi atención, duele un poco cuando se lee:

Tú me quieres alba,

me quieres de espumas,

me quieres de nácar.

Que sea azucena

Sobre todas, casta.

De perfume tenue.

Corola cerrada.

Ni un rayo de luna

filtrado me haya.

Ni una margarita

se diga mi hermana.

Tú me quieres nívea,

tú me quieres blanca,

tú me quieres alba…

Luego he descubierto a Gabriela Mistral, Mario Benedetti pero ya de mayor; los buscó a través de canales de internet y me agrada oírlos. No soy una gran lectora de poesía. Ahora leo los poemas que me envían mis amigos poetas como tú, Chema. Pero leo en voz alta, porque me gusta recitar y escucharlos más que leerlos.

 

Escuchar el sonido de las palabras ¿verdad? Qué agradable escuchar a una escritora que muestra esta sensibilidad especial para la poesía. Quisiera que me contaras algún relato que fuera el más representativo del libro, el que más te emocione a ti.

Lo cierto es que el libro contiene dos relatos fundamentales, el primero y el último. El primero se llama “primavera lejana” que habla de cómo nos conocimos mi marido y yo: fue de la manera más estúpida posible; un día de guardia: él de ginecología y yo en las urgencias del hospital. Una situación en absoluto romántica; el romanticismo nació más tarde. El último relato se titula “el sacrificio del héroe” que habla de los últimos días que pasó mi marido en la UCI. No pude ser testigo de aquello porque no me dejaron entrar en la a verlo. Escribí ese relato teniendo la esperanza de que pudiera sobrevivir y deseando que fuera un cuento de navidad con final feliz, pero no pudo ser así. Esos dos relatos son muy bonitos pero no los quiero leer porque todavía hace poco tiempo y me llevan al llanto. Sin embargo, hay un relato que es el que le da el título al libro y que es un panegírico dedicado a mi padre. Lo escribí conforme me fue saliendo del corazón tras el óbito. Lo compartí con mis hermanas y amigos íntimos. Era un hombre maravilloso, maestro de escuela. Fue él quien me inculcó el amor por la lectura. Me enseñó a leer muy chica. Me contaba cuentos durante las calurosas tardes estivales en la hora de la siesta. Yo tomé el relevo y se los contaba a mis hermanas.

 

¿Cómo involucrabas a tus hermanas en esos cuentos?

La diferencia de edad con mi hermana pequeña es casi de diez años. En aquella época compartíamos el dormitorio las cinco juntas. Para entretenerlas durante la siesta y que no dieran tormento, yo les contaba cuentos donde ellas eran las protagonistas. Un día se trataba de un viaje submarino en el que al final encontrábamos un tesoro. Otro día íbamos a un castillo y ellas eran las princesas del baile. Y así sucesivamente. Cada una tenía un rol fundamental en los cuentos. Algunas historias eran inventadas, otros estaban basadas en los cuentos conocidos de Andersen o los hermanos Grimm. Tengo que decir que casi siempre que nace un niño, les regalo a sus padres un libro de cuentos para que se lo vayan leyendo. Al final conseguía que mis hermanas se durmieran convertidas en princesas.

 

En la voz de Piedad, este relato tan cargado de poesía; dentro del libro hay otros relatos igual de emotivos y estremecedores; y yo antes de finalizar para no cansarles a ustedes y puedan disfrutar de ese día de feria que para ustedes es como un día de fiesta, te quiero preguntar ¿ Cómo definirías este libro. Con qué se va a encontrar el lector y las lectoras.

Se trata de un libro intimista, sincero, parcialmente autobiográfico, en muchos casos divertido y hasta picante; en otros, dramático. Fácil de leer. He dejado parte de mi corazón en cada página. Los relatos pueden parecer, a veces ñoños, a veces duros, y otras, las más, divertidos y propensos a provocar la risa. Van a encontrar un batiburrillo de emociones con las que creo que los lectores se pueden identificar. He intentado dejar reflejada la sensibilidad que no la sensiblería, aunque puede haber lectores que algún relato les pueda parecer cursi o aburrido. Espero que la mayoría guste

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