Luaba de la lluvia

Carlos Garro Aguilar y una historia de amor que supera la realidad.

El libro donde del poeta Carlos Garro Aguilar pone a la poesía en forma magistral al servicio de una relación amorosa fue publicado por Narvaja Editor en el 2017
sábado, 10 de abril de 2021 · 14:28

"Y pienso que sí, que sí,/que el mundo es mágico y desolado,/implacable y ardiente/luminoso y cruel."  Con esa estrofa casi tanguera el poeta cerró el último poema Interludio de su libro Luaba de la lluvia (Vaca Narvaja editor, Córdoba 2017). 

El poeta Garro Aguilar autor de Luaba de la lluvia.

 

Carlos Garro Aguilar cerró la extraordinaria historia de amor entre dos seres diferentes, un mediterráneo y una isleña, pero tan diferentes como similares por transhumantes. El amor enfocado a la manera de Garro Aguilar y su poética supera el dilema si la historia fue real o no. Lo cierto que la belleza y la particularidad del libro atrapan y el lector va logrando en cada poema los elementos para seguir el itinerario de ese amor "maravilloso" a lo Alejo Carpentier, o "mágico" a lo Gabriel García Márquez.

Luaba no es la capital del Congo sino la conjunción perfecta de africanidad, europea y caribeña en la fascinación  de un enamorado que pasará por los estadios de un hombre que ve el mundo desde su perspectiva particular.

Y la lluvia no es solo la que cae para cumplir un ciclo geográfico o climático, o la que se describe para un paisaje; la lluvia en la obra de Garro Aguilar es eso y más, la que mantiene lo necesario para que los sentimientos, la imaginación y los sueños se mantengan vivos.   

Que un poeta de la Córdoba semiárida escriba sobre una experiencia en una isla del Caribe, al menos, se presenta interesante por los significados que se desprenden de esa distancia natural, pero si además, se agrega la poética madura de un escritor que le da aire a su historia sometiendo formas o detalles propios del idioma, el libro se vuelve fascinante.

 

Texto de "Luaba de la lluvia"

 

"La tormenta se desplomó con violencia sobre Puerto de la Lluvia, acompañando su salvajería torrencial con una fragancia de flores tropicales desconocidas, cuyo efluvio se internó hasta los últimos intersticios de la sangre. País extraño, calles exóticas flaqueadas por árboles de copas y alturas prodigiosas, y extraño, extranjero yo, bajando del viejo y pintoresco taxi, empapado, corriendo con mi valija y mi bolso hacia la posada colorida, donde mi amigo cordobés me aguardaba en la puerta, bajo la chorreante enredadera de enormes flores amarillas...Luego de los abrazos y de los apretones de manos, y reencontrarme con los ojos con Pablo y su voz cordial, una mirada a la sala acentuó aún más la sensación de extrañeza. Sillones de troncos y enormes almohadones pintados con extrañas figuras: dioses lúbricos y diosas aladas, acentuando las casi ominosas siluetas de las estatuillas míticas de las vitrinas y las repisas que se extendían en gran cantidad por el largo salón, apenas iluminado por la luz mortecina de algunas bombillas eléctricas que parecían agonizar en los brazos de las lámparas con formas de enormes aves...

Pablo señaló una puerta al fondo del largo aposento por donde una claridad apenas insinuada, indicaba que allí terminaba el salón que parecía extenderse a su vez en una extensa galería a cuyo costado izquierdo colgaban largas guías de una enredadera de hermosas flores azulvioláceas...

Al final de la galería, bajo el rumor de la lluvia que empezaba a declinar, dos siluetas femeninas, recostadas cómodamente en sus sillones, encendían la semi penumbra de la galería con sus vestidos naranjas y azules... Nos acercamos lentamente y Pablo, con su voz cordial, anunció con ternura: -"Ella es Herminia"-,señalando a la mujer mayor, de un rostro singular, luminoso bajo la piel tostada que denunciaba que al menos algunos de sus ancestros, eran negros. Sin embargo su pelo aunque rizado, era largo y se escurría tras sus hombros como una cascada tumultuosa, levemente azafranada... -"Y esta belleza- dijo Pablo, deletreando casi la palabra -"Luaba, su hija". Muchos años después recordaría, con renovada nitidez y dolor, el asombro instantáneo, la fascinación inesperada que ascendió por mi sangre encendiendo mis mejillas, mi frente, iluminando mis ojos con un fulgor creciente...

... Luaba extendió grácilmente su bella y fina mano, con aire de gacela, y me miró con sus ojos de miel salpicados de destellos grisáceos "-Hola, encantada, Pablo me habló de ti-" dijo con un tono de voz dulce y cálido, que encendió en mi conciencia un asombro que delataba la presencia de un ser absolutamente fascinante y hermoso...

Luaba, hija de Paul Delaveaux, cónsul en esta extraña isla, coleccionista de arte, referente de prestigio en la embajada francesa en Caracas, enviado allí, a este territorio singular, multicolor, pintoresco...  Luaba, hija de Herminia, hija a su vez de un próspero comerciante portugués y una nativa de Mali, Luaba, síntesis arrobadora de linajes distintos y singulares del planeta, ...

---Los minutos que siguieron, constituyen el prefacio existencial, mágico, del comienzo de mi historia en la isla, mi viaje con Luaba a Córdoba, ..."

 

Sobre el autor

Garro Aguilar y Aldo Parfeniuk en el Parque Estancia La Quinta de Villa Carlos Paz.

 

Carlos Piro Garro Aguilar codirige la prestigiosa revista Palabras de poeta. Nació en El Fortín, Córdoba. Tiene en su haber varios libros publicados y colaboró en diferentes medios nacionales e internacionales. 

Comentarios