El escritor fueguino Roberto Santana pasó por Villa Carlos Paz

Por Aldo Parfeniuk (Escritor y ensayista)
sábado, 30 de julio de 2022 · 13:18

Por Aldo Parfeniuk

(Escritor y ensayista)

 

Pasó fugazmente por Carlos Paz el escritor y docente fueguino Roberto Santana. Nativo de Ushuaia.  lo mismo que el poeta recientemente fallecido Julio Leite, es compañero –entre otros-  de escritores como Nicolás Romano en la ilustre y bohemia cofradía isleña “ Los Vitivinilos”.

El poeta fueguino junto a Silvia Coggiola y Ado Parfeniuk

Santana es un celoso guardián de la memoria fueguina, registrada en estudios y ensayos como “Literatura de Tierra del Fuego 1975-1995” y narrativa como “Pulgar 09”, cuentos cortos galardonados en el Concurso de 2012 (libros publicados por editorial Medrano).

Tiene en su haber el haber formado en lengua muy literatura( en todos los niveles) a varias generaciones de isleños y es un profundo conocedor y divulgador de la historia de Tierra del Fuego: sobre todo de la historia no oficial, la que oye atentamente los latidos del pulso popular y cultural de su región.

 Sus conocimientos y vocación docente y divulgadora lo llevaron –aparte del trabajo áulico e investigativo formal- a ilustrar a vecinos y visitantes en el Museo de Ushuaia, lo mismo que en la Biblioteca Sarmiento, próxima a cumplir cien años y que lo eligió para escribir la historia de la ya legendaria institución.

Roberto Santana. Me permito intentar visibilizarlos mejor con fragmentos de un poema, nacido de sus confidencias, y que publique en mi libro del 2014 “Un poema no debe hablar”

 

Poema del tiempo en que no se moría nadie

 

Oscuramente aúlla

en la memoria

el  agorero perro  

de la noche naciente

en lunada invernal

de la lagunita enhielada

en los altos de Ushuaia

Alguien diría:

“anuncia la muerte próxima y segura”

de alguno de los chicos aquí presentes

de la barra del Club

de los Trineos Veloces.

Y nadie dormiría aquella noche

esperando volver (o no volver jamás)

a la noche siguiente:

para ver quien era el que faltaba

a la cita de los Carros Voladores.

Pero ni un pariente lejano se nos moría

a ninguno. Ni esa noche

ni la siguiente, ni la  sucesiva….

Y así, por meses y años:

nadie se moría.

No se moría nadie.

Yo soy de aquél tiempo

en que no se moría nadie.

(………………)                    

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