Periodismo poético
La modista del pueblo San Onesíforo de Galípolis
Por Pedro Jorge Solanspor Pedro Jorge Solans
(periodismo poético)
La modista del pueblo San Onesíforo de Galípolis
solía coser, tomar mate y conversar a la vez.
Decía; -el misterio de la vida es muy grande para una existencia tan corta,
y uno tiene que hacer varias cosas a la vez
para vivir varias vidas-
Quería ganarle tiempo, al tiempo;
no soportaba la necesidad de ir baño,
cuando su máquina de coser “Singer” aceleraba el bordado
y del otro lado, la aguja marcaba una obra de arte.
Su pequeña silueta no disimulaba su obsesión.
La modista presentía que su silencio era de no fiar,
podía hacerla pisar el palito,
traicionarla con un simple engaño
pero inevitable.
Y esa tarde, como todas las tardes,
su tía Porfiria golpeó la puerta,
su compañera de horas interminables,
la miró de arriba abajo,
y la mandó a orinar.
La modista mansamente obedeció,
y la “Singer” se detuvo tras funcionar
sin interrupciones
desde que el transporte de la Fundación Eva Perón
la dejó en su lugar.
La tía Porfiria no pudo describir lo que sentía la modista,
no le cabía en su cuerpo.
La costurera del pueblo, la de todos,
fue única por su lengua sin alfabeto,
filosa como su pobreza y sin saber leer ni escribir
bordaba y cosía.
“No me pregunten de qué color es lo que sale del corazón,”-repetía,
cuando no sabía qué responder.
II
En San Onesíforo de Galípolis decían de ella que trabajaba en diseños
para pobres, feos y dolidos, aunque nunca se animó a mostrarlo.
En su inconsciente temía.
El miedo fue su verdadero compañero,
emergía de su cueva cuando se presentaba en sociedad,
temblaba, sudaban sus manos
y ruborizada cerraba con fuerza su boca.
Tenía terror que se repitiera la leyenda milenaria del pueblo;
ella ya lo había sufrido.
No recordaba bien, si había sufrido por su abuelo
en la caída de Juan Perón,
o por su hermano en los años setenta,
o en sus sueños locos que escondió en el monte.
Su tía Porfiria, una religiosa practicante, la tranquilizaba:
-No seas miedosa mujer, nuestro Santo
ya lo hizo por nosotros y por nosotras.
Recuerda mujer; Onesíforos padeció el martirio de Adriano
por acompañar a un forastero por Hispania, y su sangre nos protege-
La costurera escuchaba a la tía Porfiria y se tranquilizaba.
Para una fiesta patronal,
el 6 de septiembre se había caído del almanaque,
y la modista vistió a todas las mujeres del pueblo
de igual manera para que, aunque sea, en el día del Santo Patrono
no hubiera desigualdades en el pueblo de Onesíforos.
Pero cuando las señoras se vieron vestidas iguales
se generó un clima molesto denso intenso en la procesión
y el odio estalló,
desde unos arbustos de la plaza central
sorprendieron jóvenes desnudos que bailaban
y flameaban banderas multicolores.
La vergüenza y los gritos de las familias arrestaron a la costurera
que inmediatamente recibió una lluvia de piedras,
restos de baldosas rotas y cascotes.
La acción de los vecinos fue más rápida que la policial.
La tía Porfiria desapareció entre los ligustros.
Los efectivos de la comisaría del pueblo vieron
como la modista que les arreglaba los uniformes gratis
era arrastrada por los feroces caballos de la fuerzas armadas
III
Fue acusada por atentar contra la moral y las buenas costumbres.
Murió la subversiva del pueblo.
No hubo velorio, sólo un acto de constricción.
¡Por mi culpa!¡Por mi culpa!¡Por mi gran culpa!
Semejante agravio mereció la hoguera.
El pueblo San Onesíforo de Galípolis se quedó sin ropa,
pero sin pecadora.