Periodismo poético
Las brujas de Asunción
por Pedro Jorge SolansPor Pedro Jorge Solans
(Dedicado a Sergio Alvez, María Eugenia Ayala, Jorge Canese y Joselo Schuap)
En las aguas del río que origina mar
navegan las brujas en camalotes,
van hacia el ombligo de los amaneceres
donde secaron la sopa de maíz,
donde florecieron los batuques
donde hay frescor en la sombra violeta
de jacarandá.
Las brujas colorearon el calor desde la época
de los tupíes y de los matacos guaicurúes,
andaban seduciendo sus almas sagradas
que venían viviéndose desde la selva.
El encuentro fue celebrado,
bebieron infusiones de pipí
como si hubiera sido necesario un rito.
En los batuques invisibles
a Nuestra Señora de Asunción
las brujas mezclaron lenguas,
se distinguieron de las hechiceras
y atacaron a la envidia
para que los hombres pudieran volar
generosamente
en estado de éxtasis
como vuelan ellas desde tiempos
anteriores al planeta;
mientras las otras, las hechiceras, las de vuelo bajo
enseñaban a defenderse del mal
absorbiendo la buena fe
de los necesitados
de los sin nombres
y de los temerosos
de las pequeñas Nana y Oya cotidianas.
Los que pidieron ayuda a los descubierteros
para ingresar a las marañas de la angustia cotidiana
y de la guerra de martirios.
El descontento entre quienes se defendían de la envidia
y los que no querían ser envidiosos,
llamó a Oxalá
y el Máximo bajó con los orixás y sus saberes básicos,
se reconfortaron con la ofrenda recibida
en el puesto de Petrona Aranda
en el Mercado Pettirossi, (Mercado 4)
donde les asentó bien el caldo de puchero.
Buscaron en la gran canasta,
las alucinógenas hierbas medicinales
y se asombraron del barro colorado
de las entrañas.
Los entes sagrados de los guaraníes
se abrazaron a la estrella de los santos africanos,
y crecieron sus raíces en la fértil cristiana Asunción.
La joven madre de ciudades sabía;
-los pueblos que no tienen brujas desaparecen,
los traga el olvido-
Entonces crecieron
crecieron en los batuques
comiendo chipa, bebiendo terere rupa
cebado por los nativos,
y saltaron el hambre
con un brinco
cargaban mbaipy, chicharrón,
mbejú, y vorí-vorí
y los dulces momentos de manduvire,
mientras adentro de su corazón
doña Ñandú tejía y tejía con sus canas
el vestido infinito de su hijo Sapuru,
y rezaba por los deseos de Ñanduti.
Hoy la gran comadre de las brujas de Asunción
sigue escapándose de las desgracias,
visitando de noche los barrios
jugando al veo veo en la Chacarita
con las guaranias de don José Asunción Flores,
comiendo a escondidas
en algún puesto del Pettirossi,
y luego, sale sigilosamente a navegar
arriba de los camalotales
por los ríos paraguayos
con remos de viento norte
y aliento a sapucay.