Ecopoesia editada por Corprens
Se presenta una obra fundamental de Aldo Parfeniuk en Córdoba
Será este miércoles 16 a las 18 en la biblioteca, en 27 de abril 375 de la ciudad de Córdoba.El último libro del poeta carlospacense Aldo Parfeniuk sobre Ecopoesía nos abre un panorama al cual cabe prestarle debida atención por las acciones y proyecciones que explora.
Mencionemos apenas uno de los aspectos que analiza: el viraje que se está produciendo en todo el mundo del arte para sacar al artista de su aislamiento o indiferencia respecto de un aquí y ahora sobre el cual ya sobran los diagnósticos (vienen haciéndose desde hace décadas) pero faltan los compromisos y las acciones concretas.
Destacamos esto debido a que el libro de Parfeniuk es una suerte de fundamentación de los “Bosques de la Poesía”, una actividad concreta de tres poetas (Teuco Castilla, Pedro Solans y el mismo Parfeniuk) invitando a plantar ejemplares vegetales que
ayuden a reponer los que a diario desaparecen en los distintos continentes, debido al cambio climático y a la destrucción ocasionada por la explotación intensiva y demás prácticas descontroladas. Hace casi tres años nuestros poetas crearon el colectivo
Bosques de la Poesía, en el cual ya trabajan concretamente (además de creativamente, con su obra poética) cada vez más poetas del país y del mundo.
El movimiento iniciado en Carlos Paz (aquí se hizo el primer Bosque) ya tiene repercusión mundial y cada vez
es más adoptado por poetas y artistas de los cinco continentes. Parfeniuk, entre otras cosas, nos muestra cuánto de esa “infinita riqueza abandonada” que en palabras de Edgar Bailey es la poesía, equivale a tomos y tomos de ensayos y explicaciones científicas que solo entienden unos pocos pero que no se alcanza a sentir con el corazón, con el alma, que es la antena que registra tanto el amor como el peligro y el temor humanos.
La tarea de los Bosques de la Poesía, como la de la futura Ley que consagra a la Naturaleza sujeto de derecho, se alimenta del espíritu de poetas muertos y vivos, viejos y jóvenes, antiguos y contemporáneos: todos portadores de la misma energía y del aire que respiramos los seres vivos: es por eso que son bautizados con el nombre de un poeta o artista del lugar.
A continuación se reproducen fragmentos de uno de los capítulos del libro que este miércoles se presenta en Córdoba y el viernes en la Feria del Libro de Carlos Paz.
Trata sobre la poesía de uno de los cinco poetas estudiados y comentados en el libro: la del reconocido Leopoldo Teuco Castilla, autor de una voluminosa y ya definitivamente consagrada obra poética.
Compromiso universal
Lo que el hombre está viviendo hoy respecto del clima a nivel planetario fue visionariamente advertido hace tiempo por Teuco Castilla y lo recogen muchos poemas de sus libros. Su producción poética es un gran conjunto que lejos de concebir la finalidad de la literatura como un hecho meramente estético o lingüístico, se ocupa de leer atentamente lo que le sucede y le sucederá al universo y a nuestro planeta – es decir al hombre mismo- si se continúa con el modo actual de intervención humana. Sin dejar
de maravillarse por lo que ha visto y se le sigue revelando, el conjunto de su obra da cuenta de lo que acontece en la superficie del globo terráqueo; y lo que acontece y se avizora más arriba y en el resto del gran cúmulo de energía codificada que nos rodea.
Lo sepamos o no, lo que nuestro poeta ve y preanuncia desde su condición poética/visionaria es un lúcido diagnóstico sobre la infinitud del espacio-tiempo y sobre este instante que somos los humanos, y a pesar de todo esta auténtica maravilla para cuya existencia el universo y la naturaleza invirtieron millones de años/energía.
En la actualidad que vivimos, entre los diversos planteos comprometidos de escritores y poetas, sean estos expresados tanto como distopías o utopías, todo lo que tenga que ver con la sobrevivencia del planeta –por lo tanto del orden mismo del universo- es un
compromiso inexcusable; y el de mayor perentoriedad, sin dudas. Así lo requieren desde hace ya demasiado tiempo y cada vez más intensamente, los desastres que recorren el planeta y los alertas ambientales sobre el serio riesgo de que la existencia
humana tenga las horas contadas.
Hacerse cargo de tal compromiso es, como siempre lo fue respecto de los grandes problemas de cada época, algo propio de la literatura. En distintas momentos históricos y con diferentes lenguajes y argumentos, los artistas se han comprometido con
principios y cambiantes visiones de mundo. Todos ellos, separados por generaciones y dentro de diferentes contextos de época se comprometen de hecho; aunque sus haceres no sean iguales respecto de las proporciones de los cruces y la disolución de las
fronteras entre lo estético, lo lingüístico y lo político-social. Todo cambia, como siempre, pero con cada cambio siempre hubo y seguirá habiendo compromiso.
Finalmente la literatura vive de ello, porque vive en ello; aún cuando determinadas corrientes, movimientos o capillas pretendan que sus expresiones sean sin sujeto emocional o pensante, y sus términos abiertos a lo infinito, como en las matemáticas:
pura abstracción sin carnadura.
Por los derechos de la naturaleza
-Mi vida es más usada por la tierra que por mí, soy tanto más grande que aquello que llamaba “yo”, por lo que solamente teniendo la vida del mundo me tendría a mí misma.
Clarice Lispector,-
Por más que haya recorrido y vivido en muchas ciudades y países (desde hace bastante tiempo su vida transcurre en Buenos Aires) Leopoldo Teuco Castilla, según sus propios dichos, nunca se fue de Salta, su “casa” como hemos dicho; donde no solo siempre que puede regresa, sino a la que nunca ha dejado de llevar: vaya donde vaya.
Al comienzo de 2021 Castilla prolongó su acostumbrada estada de verano en su Salta natal para continuar, de la mano de poetas y gente de la cultura salteña (en localidades como San Lorenzo, La Caldera, Atocha, Quijano, Alemania y otras poblaciones) con la
tarea que viene realizando en nuestro país, y desde hace ya bastante tiempo en países de Latinoamérica y de otros continentes.
El poeta no solamente generó la propuesta, sino que promueve y participa activamente en la creación –en todo lugar que adhiera al
proyecto- de Bosques de Poesía; realización de la cual hemos hablado y a lo que hay que agregar que expresa, por un lado, la materialización de una modesta restitución a la Madre Tierra de parte de su patrimonio, diezmado por imprevisoras y desmedidas
ambiciones humanas, y por el otro, una modesta contribución para remediar concretamente las escenificaciones y anticipaciones de su propia clarividencia poética, presentes en toda su obra. Como toda gran poesía, la de Castilla se recrea en tanto
sistema ecológico, autosustentable del lenguaje y, al mismo tiempo, una parte importante de esa obra constituye -y así lo hemos dicho- una suerte de registro cosmogónico-planetario expresado desde la poesía; que no solo opera descubriendo y
quitándole velos a la realidad, sino poniendo ante nuestros ojos acontecimientos, lugares y tiempos en los que el ser humano y la naturaleza se preguntan y responden, se encuentran y desencuentran. Lo que se persigue (lo que se logra) es ejecutar esa gran
música, esa gran sinfonía: la vida del universo en acto. Y a esto el poeta lo expresa tanto en la mega escala espacio-temporal de lo que reconoce como universo y eternidad, cuanto en los acotados espacios terrestres de múltiples y helados o humeantes paisajes
de diferentes continentes, igualmente hoy maltratados con saña por las prácticas de un capitalismo consumista y salvaje, carente de todo escrúpulo. Política global que de una forma u otra nos toca padecer -más que vivir- y que alcanza igualmente a Salta, el NOA, la Córdoba o el Neuquén de nuestro país, lo mismo que a cualquier otro lugar de Latinoamérica o el mundo. Cabe señalar, también, que lo que está haciendo Castilla, poniendo el cuerpo, el nombre y su inmensa solidaridad, no es otra cosa que prolongar
el espíritu y la vocación de su poesía a través del concreto pensar y hacer empírico y social, todo lo cual también debe ser entendido como una sola y misma cosa: una poética que no conforme con los tiempos y modos con que llega y puede cambiar lo
artístico, se desvela por actuar concreta y perentoriamente, ante la urgencia de lo que acontece en el mundo.
La época que nos ha tocado en suerte ha puesto de manifiesto, como nunca antes, la urgente necesidad de que la naturaleza sea reconocida, de una vez por todas, sujeto de derechos, con poder para reclamar y obtener reparación ante cualquiera de los
cada vez más numerosos y cuantiosos daños que le ocasionamos. Castilla, también sabedor -como Clarice Lispector - que su vida, por ser más usada por la tierra que por uno mismo, es “…tanto más grande que aquello que llamaba “yo”…”, no puede sino
defender y pedir vivamente, poética y socialmente, por la perentoria aplicación de normas que establezcan este derecho en nuestra legislación. No puede discutirse que este es uno de los tantos e importantes derechos humanos, puesto que hombre/mujer y
naturaleza no son sino una sola y misma “cosa” viviente. Leyendo cualquiera de sus cientos de poemas publicados encontramos dichas las incontables “razones poéticas”
que dan fundamento al derecho que definitivamente nos compromete en tanto seres humanos que, más que vivir, somos con-vividos en/por la naturaleza, que forma parte de la Gran Naturaleza que también llamamos Universo. Leamos el poema “Reflejo” de
su libro Nunca (2001) donde Castilla dirá del mundo y del hombre:
Este es el mundo
gota de mercurio
íntima
y lúcida
como una ciega.
Y este es él, que hace sombra en el espejo
y eso puede que tenga de dios.
Como un árbol
intenta
subir a su precipicio
sostenido apenas por sus ojos
Sus ojos
una levedad
y se llevarán la tierra
(Nunca. 2001:36)